Mondoñedo: 100 Años se dice Fácil

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Redacción: Javier Baquero – Jaba

Si hablamos de la Ganadería de Mondoñedo, que celebra los cien años de existencia en Colombia, como dehesa fundacional hay que remitirnos a Don Ignacio Sanz de Santamaría, padre de Don Fermín y abuelo de Gonzalo.  

Don Ignacio que vivía la mitad del año en Colombia y la otra mitad en Europa conoció y fue amigo de ganaderos muy importantes de los 1915 a 1923, como fueron el Conde de Santa Coloma y el Duque de Veragua, ganaderos que alimentaron una gran afición en él. 

Con el paso del tiempo y con esa cercanía a los ganaderos Don Ignacio decidió montar una ganadería de bravo en Colombia, dehesa que se convertiría en la fundación en tierras colombianas. Por esos días Don Ignacio ya era empresario del Circo de San Diego, que era la plaza de toros de Bogotá para ese entonces. Una plaza muy bonita en madera que estaba ubicada frente a la Iglesia de San Diego, donde hoy en día queda el hotel Tequendama, muy cerca de la actual plaza de Santamaría.  

Ese rol de empresario y cercanía con los ganaderos españoles hace que en el año 1923 Don Ignacio le compre 5 sementales al Conde de Santa Coloma de la línea Ibarra, pese a que su deseo era seguir el camino de los ganaderos mexicanos de San Mateo, quienes 12 años atrás, venían utilizando sementales de la línea Saltillo que habían dado magníficos resultados allí. Sin embargó, el Conde le recomienda con mucha insistencia que se vaya por la línea Ibarra porque ya la tauromaquia de la época estaba cambiando a un toro con más nobleza y más preponderancia en la muleta, y le enfatiza: “Saltillo es lo bravo, pero Ío bueno es Ibarra”, consejo que Don Ignacio acata con sabiduría. 

Al poco tiempo de comprar los cinco toros de Santa Coloma, que era lo único que Don Ignacio quería traer a Colombia, se encuentra en un acto social con el Duque de Veragua, quien le reclama amistosamente el porqué de la compra de los sementales de Santa Coloma cuando lo de Veragua era lo más bravo que había, dialogo que hace que el nuevo ganadero de Colombia compre tres toros del Duque por compromiso de amistad, más que por deseo previo. 

Don Ignacio, con los primeros productos, y cómo preveía, vio que el cruce veragueño no dio tan buenos resultados mientras que lo de Ibarra fue todo un éxito, lo que generó que todo lo primero se eliminará en su totalidad.  

Para seguir el ejemplo mexicano, Don Ignacio se seleccionó inicialmente 260 vacas criollas de origen español, traídas por las comunidades religiosas, probadas la mayoría a solo capote en los corrales de la hacienda. En total se probaron más de 1.200 vacas por parte de Julio de la Hoya, mayoral español enviado por el Conde, y gran hombre de a caballo, Rafael el Gallo que era amigo de Julio y vivió en la ganadería varios meses junto a el Tigre de Guanajuato, David Silveti, quien llegó a Colombia huyendo de un lío de faldas en México.  

Con el paso de los años la ganadería pasa a manos de José, el hijo de Don Ignacio, quien trae más sementales de Santa Coloma y en 1946 importa toros y vacas mexicanos de Pastejé, que para ese momento era puro Murube, buscando el origen Ibarra que tan buenos resultados había dado. Los Murubes mexicanos también ligaron muy bien.  

Ya en 1979 tras dos generaciones de ganaderos Don Fermín Sanz de Santamaría importa tres sementales y catorce vacas de Contreras, de los hermanos Peralta. Esto de Contreras le trajo un sello de personalidad y bravura únicos a la ganadería de Mondoñedo y los éxitos han sido muchos desde entonces. 

Al hablar del encaste Contreras Gonzalo dice que “quizá lo más puro que quede es lo de Mondoñedo porque tristemente queda muy poco en el mundo. En España entiendo que lo poco que queda en su mayoría está ya cruzado con otros encastes.  Una pena porque es un toro muy encastado y con mucha personalidad, muy diferente al común denominador que tristemente las figuras demandan. ¡¡Es un toro que hace afición…, y nos lo están exterminando!!” 

Hoy Mondoñedo es una ganadería que podríamos calificar de corta, con tan solo cien vientres y seis sementales, lo que produce más o menos cuarenta machos y cuarenta hembras al año. 

La dehesa fundación de la bravura colombiana está hoy en manos Gonzalo, bisnieto Don Ignacio, quien busca con su trabajo básicamente procesos de selección que den como resultado bravura, con clase, una combinación que es difícil de lograr, pero de la cual el propio ganadero dice “nos gusta el toro bravo que pelee bien en varas y luego humille con transmisión y recorrido en la muleta”. 

En la larga lista de toros lidiados de esta ganadería legendaria ha habido varios de nota alta y en tardes muy importantes, sobre lo que Gonzalo manifiesta “difícil escoger uno sobre otros, pero tal vez por lo que significó, recién fallecido mi padre, en Bogotá, la tarde del 5 de febrero del 2017, con el toro Tocayito, indultado por José Garrido, fiero, pero con clase, y además un gran encierro todo en general. 

Gonzalo considera que Mondoñedo está en un momento muy importante por la regularidad que ha logrado de muchos años atrás hacia acá, pese a esto señala “esto conlleva a que la gente y la prensa en general siempre esperen que triunfemos con mucha fuerza, y cuando no es así nos castigan mucho más duro. En Bogotá y en Puentepiedra cerca a Bogotá veníamos triunfando muy fuerte en los últimos 8 años seguidamente”. 

Finalmente, ¿Frente al interrogante de si a ganadería de bravo es rentable en Colombia? El ganadero manifiesta que “No, para nada, es un hobby, y además un hobby costoso, y más en el caso nuestro porque el toro bravo y encastado no tiene demanda por parte de los apoderados y sus figuras. ¡¡¡Es un desastre!!!” 

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