Madrid: Claridad de Borja, Asiento del Herido Espada que Brillan, Ante Deslucida Corrida de Margé

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La claridad de ideas de Borja y el asiento de un herido Espada brillan por encima de una deslucida corrida de Margé.

Redacción: Marco Antonio Hierro – Cultoro.es – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo

Madrid – España. Borja Jiménez, Francisco José Espada y José Fernando Molina, que confirmaba su alternativa, hacían el paseíllo este 16 de julio en Las Ventas. Se lidiaba un encierro de Robert Margé.

Molina emborrona con los aceros una interesante faena al dormilón primero

El primero de Margé, escurrido de carnes, estrecho de culata y sólo en lo astifino -que no en el perfil- toro para esta plaza. Lo demás era un montón de pellejo que nunca se centró en el capote de Molina y sólo en las ceñidas chicuelinas del quite de Borja Jiménez pareció tener fijeza. Respondió Molina por el mismo palo, pero no fue tan franco. Pareció serlo más una vez que el manchego se quedó solo con el animal y le corrió la mano con mucho gusto al natural en dos series que le dieron conexión con el tendido. Pero esa actitud dormilona del animal en el primer tramo -que había que tragar lo suyo- no permitió que la faena, importante y asentada, tomase algo más de vuelo. Media estocada sobre el aviso, él descabello, otra media y una desprendida sobre el segundo aviso dejaron sin premio la interesante labor.

El toreo caro de Borja con el manso segundo queda sin premio por un pinchazo a destiempo

No menos interesante fue el saludo a la verónica de Borja Jiménez al segundo, más lleno pero con el mismo perfil que sí fuera camargués. No fue buena la lidia en banderillas y corría el peligro de acusarlo el animal. Pero el inicio a pies juntos del sevillano, torerísimo en dos trincherazos, y una primera serie de mano diestra dejaron claro que el de Margè estaba sometido. La tercera tanda diestra fue la de demostrar que en la exigencia también puede brillar con fuerza. Pero tanto le exigió que cuando se vio podido se rajó por completo y comenzó a defenderse con mal estilo. No se arredró Borja, que buscó la colocación y la torería como si fuera bueno. Un pinchazo y una estocada sobre el aviso dejaron el premio en una ovación.

Espada firma una asentada actuación de apuesta y la arruina una estocada desprendida

El tercero tenía una mezcla de hechuras que no podrías augurar su procedencia ni aunque fueras el mayoral. Y jamás se entregó en telas ni petos en ningún momento. Espada tampoco lo pensó mucho; se clavó en el tercio y se lo fue pasando muy cerca por delante y por detrás, pese a que siempre se venía cruzado. De ahí para adelante fue todo asiento, colocación perfecta y serenidad para verlo pasar por delante muy despacio, sometido en ocasiones; con un derrote que lo desarma en otras. Porque nunca se entregó el animal. Ni siquiera cuando se despatarraba Francisco, completamente entregado a la lid y sin ceder ni un milímetro con los pies, sino con las muñecas. Y siempre con parsimonia. Hasta cuando le fue a pegar manoletinas como si tuviera todo el celo del mundo, con uno de pecho inmenso para concluir. Pero cayó desprendida la estocada, sonó un aviso y todo quedó en ovación.

Borja Jiménez busca la oreja con ritmo y ligazón al complicado cuarto y el palco lo deja en una vuelta

Al cuarto le sopló Borja verónicas tan ceñidas en el saludo que en una de ellas el animal se llevó puesto el capote. Se lo dejó crudo para apostar el sevillano. Y lo hizo desde el inicio, con doblones tan bellos como sometedores de un animal que berreaba más que se entregaba en la embestida. Pero supo Borja darle distancia y aprovecharle la inercia para ligar tandas de mucha comunión con el tendido, por lo emotivo de la embestida y lo ligado del ritmo de la tanda. Pero fue con la mano izquierda cuando hubo más verdad y, sin embargo, menos eco. Más asentado, sin buscar tanto la ligazón como él muleta o y buscando el pitón contrario al natural, fue el final efectista de manoletinas y la estocada desprendida que buscaba la oreja lo que al final juzgó un público de sol que quiso impedir la petición con palmas de tango antes de que rodara el toro, después del aviso. Por eso la petición fue desatendida y la vuelta al ruedo fue su premio.

Herido Fran Espada por el quinto cuando le había firmado la faena más compacta de la tarde

El quinto, corniveleto, lleno y mejor hecho que el resto, fue el que mejor empleo tuvo en los primeros tercios, pero también el más franco en dos series de mano diestra con la muleta de Fran Espada que sobresalieron por su zapatilla clavada, su Gobierno con la muleta y su capacidad para la quietud en él muletazo largo y despacioso. Rompió Madrid por un momento, pero no era el mismo el toro al natural, y allí bajó el diapasón de la faena, que luego le costó encontrar. Pero en el viaje corto y en cercanías buscó el premio Espada, que en las manoletinas finales, mientras los custodios le indicaban lo que tenía que hacer para torear como a ellos les gusta, el toro lo prendió primero, lo lanzó al suelo después y le metió el pitón en el muslo para volver a lanzarlo al aire. A la enfermería tuvo que ser trasladado mientras Borja Jiménez acababa con el animal sin más historia y en silencio.

José Fernando Molina firma una faena de altibajos con el desclasado sexto

Con el sexto, protestado -con razón- por falta de presencia, no pasó nada en el primer tercio; ni se empleó, ni huyó, ni todo lo contrario. Fue un comportamiento vulgar y sin interés que auguraba aburrimiento. Por eso se fue Borja Jiménez a soplarle un quite por delantales que remató con una media de trazo lento. Lástima el desarme. A la enfermería se fue Molina, a brindarle la faena a su compañero herido entre la ovación del tendido. Y de allí, a los medios a iniciar con cambiados que aprovechaban la movilidad del toro. Pero era esa movilidad que cala en Madrid porque el animal pasa por allí. Sin humillación, sin clase, sin ganas, sin formalidad, pero con repetición para que Molina fuera ligando -con más o menos acierto- series bienintencionadas que no llegaban a calar.

Ficha del Festejo

Plaza de toros de Las Ventas. Corrida de toros. Un cuarto de entrada. Toros de Robert Margé. Borja Jiménez, ovación tras aviso y vuelta tras aviso. Estoqueó al que hirió a Espada. Francisco José Espada, vuelta y herido. José Fernando Molina, que confirmaba alternativa, silencio tras dos avisos y silencio.

Parte Médico Francisco José Espada: «Herida por asta de toro en cara lateral del tercio medio del muslo derecho, con dos trayectorias, una ascendente de 15 cm. que produce destrozos en músculo vasto externo y otra de 20 cm. hacia atrás que alcanza la cara posterior del fémur. Es intervenido bajo anestesia general en la enfermería de Las Ventas, siendo trasladado a la Clínica Fraternidad Muprespa Habana». Pronóstico grave. Firmado por los Drs. García Padrós y García Leirado.

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