Juan Leal pasea una oreja con el sacro roto y medio pitón en las tripas de una corrida que acusó las curvas y con la que Chacón y Cortés no pasaron de lo correcto.
Redacción: Marco Antonio Hierro – Cultoro.es – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo
Madrid – España. A la Dama de la Curva se la minusvalora tanto, a fuerza de manosear su nombre que termina mostrando su peligro de vez en cuando para volver a estar en valor. La Ddama de la Curva, que acechaba en la carretera en las leyendas urbanas para hacer que desapareciese cualquier incauto con ganas de pararse enfrente, le ha dejado hoy a Juan Leal medio pitón en el recto. Porque la curva es la que da y quita, y cuando la buscas para dar también te la puede encontrar recibida.
Y buscarla la buscó el francés en Madrid, más de la cuenta, incluso, porque se quiso enroscar hasta atrás las embestidas no sobradas de carburante, y por pararse en la curva le repusieron para atraparlo. Pero no fue el único que lo sufrió en la tarde; sin embargo a Cortés no lo caló y Chacón no se esperó a pie firme a comprobar el resultado. Maneras de afrontar las curvas.
Las de Leal se fueron con el pecho detrás del trapo en las embestidas humilladas del tercero, con un cortijo en el pitón izquierdo que buscaba Leal cuando llegó el cornalón. Luego, herido y dolorido para volver a estirarse, bastante tuvo el hombre con pegarse el arrimón. Pero se le premióp la entrega y la búsqueda constante de la Dama de la Curva, tan etérea en ocasiones que sólo se hace verdad cuando la acompaña la desgracia.
Pudo tenerla Cortés cuando muleteaba al quinto, animal con cierta clase en los embroqeus, con cierta calidad en la acometida, con cierto fondo en la arrancada y conla mansedumbre a flor de piel para rajarse y no darle más opción. Tampoco se la había dado el primero, que apuntó a la curva tanto que cuando le dio la Mano Javie a la Dama vino la gallina a cantarle al toro. Y allí se acabó todo.
No ha hecho más que empezar para Octavio Chacón, que ya se ha quitado de en medio la corrida más “dulce” de las tres que eligió. Y hubo arrancadas que buscaban la curva, pero nunca se la dio el de Cádiz. Buscó los trazos, la colocación, los terrenos con ventaja y la entrega de los tres, pero al verse con clase, calidad y almíbar comprendió que necesita tralla cuando hay que torear. Porque torear al ralentí requiere de un sentido del temple descomunal hasta para los mejores.
Y tal vez los mejores hubiera lucido más con la corrida de Pedraza, que bajó la romana y la alzada para funcionar mejor y consiguió el objetivo de entregarse sin desrazarse. Pero en el camino, curvas y damas incluidas, hubo alguno que también perdió pie. No se puede tenerlo todo…
Ficha del Festejo
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Duodécima de la Feria de San Isidro. 16.472 espectadores. Toros de Pedraza de Yeltes, bien presentados y con trapío sobrado. De noble condición y escasa fuerza el primero, a menos; cierta clase humillada pero también sin fuerza la de un segundo que se rajó; con calidad el buen tercero; duradero el cuarto; duración sin clase del quinto; a menos un sexto pasador sin más. Octavio Chacón (manzana y oro): silencio, silencio y silencio. Javier Cortés (blanco y oro): silencio tras aviso y silencio. Juan Leal (marfil y oro): oreja tras aviso, herido.