La oreja del aguacero

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Bajo tremendo aguacero Toñete corta la oreja del sexto. Alfonso Cadaval redondea faena con el segundo y saluda. Pablo Atienza se va silenciado y avisado. Parejo encierro de Conde de Mayalde      

Salió “Buzonero” negro salpicado en sus 500 kilos y se precipitó el diluvio. La gente huyó, y en la barrera quedaron brillando, ensopados y estoicos hasta el final los matadores Enrique Ponce y Victoriano Valencia. Dos verónicas y media destacaron en el lanceó preliminar al derribo de Oscar Bernal y su caballo. Luego el mayalde se mostró dolido y protestón bajo el hierro. En banderillas esperó a la caza de los arponeros. Todo a la contra. El aguacero y el ruedo anegado más que todo.

Toñéte, con una sonrisa que parecía ingénua se tiró a la piscina, descalzo, muleta en mano. Por A o por B el toro, como contagiado del optimismo, se lanzó con sus mejores embestidas hasta ese momento. Cuatro derechas, ligadas, plantadas y el de pecho arrancaron la ovación desde el tejadillo donde se habían guarecido los sobrevivientes. Otra tanda y una voltereta sobre los pitones anclados bajo el agua. De a dos, de a tres, de a cuatro, a lo que daban las fuerzas avanzó la lidia. Lentitud y temple hasta cuando el animal pisó el trapo y cayó de costado sobre él.  Sus fuerzas fueron apagándose. No así las ganas del joven madrileño que le escanció hasta el último muletazo. La gente que a través de una cortina de lluvia entreveía las acciones rugió solidaria ¡Torero! cuando la espada entró toda, y agitó sus pañuelos chorreantes siendo imitada por don José Magán Alonso. El novillero también había sido ovacionado en el soso tercero, al cual muleteó con cierto desmayo a ratos y a ratos no, pinchó y estoqueó caído.

Alfonso Cadaval, tuvo quizás en el negro segundo, el de más alegre repetición. Pero no fue bravo. Se repuchó del peto en el segundo encuentro. A cambio propició un lucido pique de quites. Tres gaoneras estáticas de Toñete con revolera y tres chicuelinas de mano baja suyas rematadas con buena media. Al público el brindis y ahí mismo dos rodillas en tierra para de largo cuatro en redondo y de pie una derecha una firma y uno de pecho. Las acometidas rebrincadas, una tras otra, contagiaban y la muleta rauda se mantuvo lisa también por naturales. Un amago de huida fue controlado y las salidas en contario, un blandeo y el final en tablas bajaron la intensidad. La estocada pasadita hizo efecto rápido. Hubo una fuerte petición que su señoría no consideró digna de atención. Con el quinto se alargó más allá del deber, y como era soso, mucho, y la brega sin rumbo, la concurrencia se sintió. La espada honda, tendida, sin resultado, dos crucetazos y nada.

Pablo Atienza, anduvo poco templado y colocado con el noblote y mansurrón primero al cual eliminó con estocada contraria calada y cinco descabellos recibiendo un aviso. Frente al cuarto que repitió insustancial e interminablemente, administró dosis masivas de un pegapasismo, distante, insaboro, incoloro e incontestado por el tendido. Largo, largo y con un epílogo de hierro contrario y vertical, dos clarinazos y descabello.

Lo juanpedros del Conde de Mayalde, bien presentados y simétricos, tampoco fueron bravos, pero trajeron mucho que torearles. No fue culpa suya el haber sido arrastrados con once de las doce orejas. Las ofrecieron varios, y los que pagaron estaban a favor. Pero cuando no faltó una cosa faltó la otra. No les echen la culpa. No sean así

De nuevo mis respetos para los maestros Enrique Ponce y Victoriano Valencia por su gesto reverente a la fiesta.

FICHA DE LA CORRIDA

Madrid. Lunes 21 de mayo 2018. Plaza de Las Ventas. 14ª de San Isidro. Nubes, viento y lluvia final. Dos tercios de aforo. Seis utreros de Con de Mayalde, bien presentados, parejos, de poca fiereza y juego diverso.

Pablo Atienza, silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.

Alfonso Cadaval, saludo tras petición y silencio tras aviso.

Toñete, saludo y oreja.

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