Manolo Lozano: El Toreo, Una Vida y Un Legado que Cruzó el Atlántico
A punto de cumplir 93 años, Manolo Lozano dejó testimonio de una vida consagrada al toreo. Desde su natal Alameda de la Sagra hasta las plazas de América Latina, su historia es la de un hombre que vivió, respiró y transformó la tauromaquia. Su legado, recogido en el libro Historia viva del toreo (Ediciones Temple), coordinado por Julián Agulla, es un recorrido por casi un siglo de pasión, sabiduría y arte.
En Colombia, su nombre es sinónimo de respeto y gratitud. Junto a sus hermanos Pablo, Eduardo y José Luis, fue empresario de la Plaza de Toros de Santamaría de Bogotá, donde vivieron una época dorada del toreo. Fue también apoderado de figuras como Enrique Calvo “El Cali” y, de manera especial, orientador de la carrera del maestro César Rincón, a través de la emblemática “Casa Lozano”
Su relación con Rincón fue más que profesional: fue una alianza de confianza y visión. Bajo su tutela, el torero colombiano alcanzó la cima del toreo mundial, convirtiéndose en un símbolo de orgullo para su país. La influencia de Lozano fue clave en su proyección internacional y en la consolidación de su figura como mito viviente del toreo.
Manolo también gestionó plazas en otras ciudades colombianas y en Ecuador, y hasta abrió las puertas para un festejo en Barranquilla. Su amor por Colombia era tal que, mientras su salud lo permitió, no faltó a ninguna feria del país. Desde 1967, recorrió sin pausa las temporadas taurinas de América: México, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela.
En total, apoderó a más de 40 toreros, entre ellos El Juli, Ortega Cano, El Soro y Morante de la Puebla. Pero si hay una cifra que impresiona, es la de las 12.000 corridas que presenció a lo largo de su vida. Y si tuviera que elegir una, se quedaría con la de Marcial Lalanda en 1942, cuando con apenas 12 años, vio cómo su ídolo se despedía en la plaza de su pueblo.
Manolo Lozano no solo fue testigo de la historia del toreo: fue uno de sus grandes protagonistas, y Colombia, sin duda, fue parte esencial de su escenario.