Puente Piedra: Cinco Orejas en Buena Tarde de Toros

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Un nuevo matador y un buen encierro los puntos a recordar, Vargas y El Zapata ratificaron sus maestrías en el ruedo.

Redacción: Javier Baquero JABA

Bogotá – Colombia. Con más cemento del esperado, pero en medio de un selecto grupo de aficionados la plaza de toros de Marruecos sirvió de escenario para el doctorado del toricantano 175 de la historia taurina de Colombia, Manolo Castañeda.

Se lidio un encierro bien presentado, pero desigual entre sí de la dehesa de Las Ventas del Espíritu Santo, bien presentados, con peso, trapío y cara de «hombres» y otros tres bonitos con trapío, pero de presencia más «juvenil». De los 6, cinco brindaron garantía y tan sólo uno desdibujó el cuadro, el quinto que correspondió a El Zapata, un caminador con la cara arriba, buscando siempre dónde poder cazar.

De destacar que todos los toros fueron aplaudidos en la salida y cinco de ellos en el arrastre.

El que cerró el festejo pudo regresar a casa por la vía del indulto, sin embargo, el Nobel torero se vio desbordado por la emoción y las excelsas condiciones de burel. Otro hubiese sido el final de haber más recorrido en Manuel, a quién no se le puede reprochar nada. Ya vendrán otras tardes de mayor fortuna.

La terna la encabezó un padrino de mucha trayectoria, don Sebastián Vargas, torero que por estos días anda enfundado en traje de maestría dando lecciones de buen torear y así lo demostró con sus dos astados, a los que les formuló buenas faenas con laca y nutridas e interesantes tercios de muleta. El poderío, el temple y las buenas maneras fueron el común denominador de las dos actuaciones del cucuteño.

El testigo de alternativa y segundo espada fue el curtido y bien formado Uriel Moreno El Zapata, torero manito que regresaba a tierras colombianas a ratificar tardes de éxito otras plazas. El cuate bailo con dos «parejas» muy diferentes, en su primero una faena muy completa, desde la capa y hasta los aceros. El Zapata gustó y se llevó las dos orejas de su primer astado, incluso vio la vuelta al ruedo tras un par de banderillas que puso a toda la parroquia en pie, por su exposición y buena colocación. La muleta no fue inferior al capote y en ambos lució con variedad. Con su segunda «pareja» el tema fue otro precio, pues el de las Ventas se quedó en lámina y se tornó complicado y con peligro sordo. Caminó toda la lidia y miró sin parar al toreo manito, pesé a esto Uriel sacó avante su labor con el complicado venteño.

El toricantano 175, Manolo Castañeda recibió su doctorado con mucha efusividad, tras un brindis con voz entrecortada y lágrimas en sus ojos a varios personajes que ayudaron a llegar al momento de la alternativa, comenzado por su padre y llegando hasta su padrino y testigo. En el del doctorado hizo las cosas bien con la capa y la muleta, pero el acero no le fue fiel a sus deseos, pese a esto el público lo acompaño y saludo desde el tercio. En el que cerró el festejo las condiciones de «indultable» astado por momentos desbordaron al Nobel torero. Hubo ganas y buenos momentos, pero los deseos desbordaron las prácticas de salón y la espada tampoco ayudo. Hubo petición de indulto que el palco no escrutó con detenimiento.

Se destacaron los tercios de banderillas en todos los toros, sobresaliendo especialmente un par de “El Zapata” y los tres de Manolo en el que cerró el festejo.

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