Desde la calma después de esta horrorosa tormenta…

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Redacción: Willy Rodríguez

Desde la calma después de esta horrorosa tormenta, solo me queda decirles: gracias, gracias por tantas muestras de afecto y admiración hacia Peramanca.

Impactado, podría ser la palabra con la que describo lo que generaba el caballo en ustedes, familia, amigos, colegas, conocidos y desconocidos, gente de los caballos en todas sus disciplinas y gente de los toros. Sabía que el caballo ya había escrito una historia imborrable en el rejoneo nacional, pero leyendo sus mensajes, leyendo lo que ustedes escriben sobre él y recibiendo sus llamadas, entendí que esa historia es mucho más grande de lo que pude siquiera imaginar. Llevo un día entero digiriendo todo, ver a tanta gente tildar a Peramanca con calificativos como: «histórico», «leyenda», «único», «irremplazable» o «eterno» me hace darle la razón a Don Luis Miguel Londoño, cuando ayer aseguró que no había muerto un caballo cualquiera, sino el caballo de rejoneo más importante de los últimos 15 años en Colombia, porque sería pretencioso asegurar que ha sido el más importante que ha habido en el país, pero lejos de la realidad no estaría esa afirmación.

Cuando llegó a la familia en el 2008 no imaginaba que no solo hubiera llegado un caballo, llegó con él suerte, unión familiar, el orgullo de una familia. Los éxitos posteriores se forjaron a base de esfuerzo, amor y una fe ciega en él.

A la cuadra agregamos un caballo de matar, comprado a Joao Moura con una genética impecable que fue la razón más importante por la que lo compramos. Ese caballo de matar, penco como lo llegaron a llamar y al que poco éxito le auguraron, fue desarrollando una habilidad que jamás había sentido en otro caballo, sentía algo en él que a hoy no he sentido en ningún caballo. Siempre fue un caballo diferente en todo sentido. A base de esfuerzo, amor y una fé ciega en Peramanca los éxitos llegaron solos y el punto de partida, fue paradójicamente el mismo punto donde puso punto final su vida. La plaza de toros de Marruecos en Puente Piedra, paradójicamente también un festival; 5 rejoneadores en el cartel y tal vez 30 o más caballos que estaban ahí, listos para saltar al ruedo a hacer lo que sabían. Peramanca no, estoy seguro que él sabía lo que se jugaba, sabía que ese día no iba pisar el ruedo para que se hablara de mí sino de él, sabía que ese día empezaría a ocupar un lugar del que ya no hubo quien lo bajara. Se los juro, él me lo hizo sentir así. La diferencia con el resto fue abismal, a partir de ahí fue imparable. Esa tarde obtuvo su primer trofeo de 4 que lo acreditó como mejor caballo de toreo del país, trofeos entregados por la A.C.P.S.L.

Fue un caballo que se adaptó rápidamente al toro colombiano, al bueno lo toreaba con suavidad y arte, con el malo batallaba de tú a tú y jamás hubo uno con el que se amilanara. Tener que lidiar lo que lidió en tantos sitios claves me frustraba un poco, pensaba si tal vez muchas o alguna tarde hubiera sido distinta si en lugar de lidiar lo que le lidió…. ¡O tragó! Hubiera podido lidiar algo que en lugar de ir a la guerra se hubiera visto su lado artista y no su lado guerrero. Tal vez esos esfuerzos que no todos vieron y pocos valoraron por la dificultad que acarreaban, agrandaron cada vez más su nombre entre los que sabían lo que estaban viendo.

Tardes de años maravillosos, triunfos que llegaban prácticamente solos, era una gozada torear con él.

Ante la crisis actual del toreo empezamos a disfrutarlo de una manera diferente, pero que no nos hacía menos felices. Concursos de equitación de trabajo y uno que otro de adiestramiento. Algunos los ganó, ganó medallas y trofeos, admito que cuando no ganó fue más por despistes míos y falta de interés que por que el caballo me fallara, de hecho, nunca me falló. Era evidente que ni a mí me interesaban los concursos, ni a él se le sentía esa alegría y brillo en los ojos que le generaba una plaza de toros.

2 medallas de plata y una de oro en morfológicos también nos hincharon el pecho de orgullo, mismo que sentí cuando empecé a ver sus extraordinarios resultados como semental empezando a torear en dos de sus hijos mayores, Heredero y Guadalupe.

Como semental también brilló, ni uno solo de sus hijos ha fallado, más pronto que tarde veremos hijos de él en varias cuadras de rejoneadores, sin antes presumir con orgullo de padre que en concursos de adiestramiento y equitación de trabajo ya empieza a ser habitual ver más de uno ganando alguna categoría. Sus más de 100 hijos nos dan la tranquilidad que algo o mucho de él vivirá siempre en futuras generaciones de caballos exitosos.

Tantos éxitos de un solo caballo en tantos campos, me hace estar seguro que mi vida en los caballos valió la pena, que gracias a Peramanca yo ya triunfé, repetirlo será una tarea que considero imposible, tampoco sé si quiero intentarlo, pero papá y mamá: ver crecer los potros hijos y nietos de él nos va a traer ilusiones nuevas y seguramente diferentes.

2 de octubre de 2021, un festival que parecía intrascendente, un festival que decidí torearlo más a manera de prueba, por medir en qué estábamos los caballos y yo terminó siendo de lejos la peor tarde de mi vida en 20 años que llevo de recorrido.

Después de una semana accidentada, después de no poder contar con 5 caballos, ¡¡5 !!, Ahí estuvo él, improvisar con el caballo de salida después de tanto tiempo sin torear me atormentaba un poco, pero ahí estaba Peramanca, mí escudo, así que decidimos tirar pa’ lance. Tanta seguridad me daba que ni la falta de banderilleros de confianza, ni la falta de un caballo de salida de garantías me frenó.

En el desprendimiento estuvo muy serio, concentrado, nada fuera de lo normal, luego en su turno, brilló como tantas tardes, estuvo perfecto, no sabemos qué pasó me aseguraban confundidos Camilo, el negro y Felipe. Y vino ese cambio de caballo que quizá debió ser algunos minutos antes; crack, Joha, Diana, si me equivoqué, ¡¡perdón!!

No era de dejar los toros a medias, los devoraba y no fue la excepción, esperó a que desmontara y ese corazón que no le cabía en el pecho, ese mismo corazón que lo llevó a ser el caballo de todos, se paró para siempre.

¡¡No tenía otra forma de morir el cabrón que saliendo de torear!! Hasta en eso fue único, sí que me tranquiliza que haya sido así y no viejo, limitado y esperando su momento de irse sin poder siquiera moverse con facilidad o castigado por alguna enfermedad.

Sí, solo hasta hoy dimensiono lo que fue y lo que dejó, a todos de verdad gracias. Dios les pague por quererlo tanto, me abruman tantos y tantos mensajes. He visto morir muchos caballos, muchísimos, pero JAMÁS viví algo así, de muchos de esos caballos ya nadie recuerda si quiera el nombre o mejor, nadie sabe siquiera si ya murieron o siguen vivos. No ví JAMÁS a tantas personas despedir así a un caballo, no vi JAMÁS a tantas personas admirar así a un caballo, no vi JAMÁS una plaza de toros guardando un minuto de silencio por un caballo, no vi JAMÁS tanta gente conocida y desconocida así de afectada por la muerte de un caballo, son ustedes el motivo por el cual decidí hablar de él y agradecerles públicamente.

Gracias por tanto cariño, siempre será el caballo de todos ustedes.

Sé que mucha gente a partir de ahora tal vez se refiera a él como «histórico», «eterno», «único» o «leyenda», para mí siempre será simplemente: mi Peramanca.💚❤️

Con infinito agradecimiento.

WR.

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