Córdoba: Suspiros de España Para Resucitar Los Califas

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Morante sella en el quinto la faena de una tarde con más buenos capotes que muletazos y en la que la decepcionante corrida de Jandilla frustró las expectativas.

Redacción: Javier Fernández-Caballero – Cultoro.es – Web Aliada – Foto: Joaquín Arjona

Córdoba – España. Era el quinto de una corrida, ante todo, sincera: por proposición, por gestión y por ejecución. Porque suspiraron Los Califas el toreo cuando ya asomaba la noche en el coso, en el que 3.000 privilegiados callaban cual Maestranza cordobesa. Andalucía y su forma de ser en la plaza.

Sonaba en ese momento Suspiros de España y toreaba Morante. A pies juntos el inicio. El mentón en el pecho para proponer. Los naturales entrelazados entre unas notas históricas. El alma por derechazos fundida en el silencio de Los Califas. Los embroques que eran verso que compuso el poema de su temporada. La vida mortecina de un animal a menos llenando la escena. El final a pies juntos. El suspiro de Morante… y de un tendido rendido y en pie a las manoletinas de sublime epílogo. Y el maldito pinchazo, el que evitó los despojos que son sólo material consuelo para quien sueña con lo que allí pasó, que, aunque fue efímero suspiro, fue tangible alegría para los tres millares de mortales que allí habían testificado lo inmortal.

Tras ello, el delirio joven: el saludo de Ortega al sexto, la gracia capotera de un retoño al que Madrid sacó del banquillo y Morante eligió como candidato a ser grande. Aquel ramillete de verónicas al cierraplaza fue la respuesta a una tarde llena de respuestas, porque ni Morante ni él se perdonaron una. Pero ni en ese toro ni en los cinco restantes Jandilla fue un homenaje al llorado Borja Domecq.

Al primero, armónico en su estampa, Morante lo saludó a la antigua, flexionando la rodilla y dejando tres lances que fueron aire fresco para una afición que necesitaba de la fragancia del toreo. Las dos últimas verónicas, ya erguido, tuvieron muy bello trazo. Ya en varas mostró que carecía de fuerza. Tardo a embestir en banderillas, tras unas probaturas muleta en mano de Morante, se puso directamente con la izquierda a sacar lo poco que el de Jandilla llevaba dentro. Una última serie por la diestra dejó dos muletazos de muy buen trazo. De estocada contraria mató Morante, siendo silenciado. A Cayetana Álvarez de Toledo fue el brindis de Morante en tercer lugar, un animal que no se definió en los dos primeros tercios pero que ya al natural dejó expresarse al cigarrero. Y por ese lado llevó embebida por abajo la embestida del noblón se Jandilla. Descubrió en la siguiente serie la calidad a diestras, pero muy a menos que tuvo el animal y dejó, por derechazos, dos series en las que lo mejor llegó en los finales, sobre todo uno a pies juntos. Pinchó a la primera y enterró el acero a la segunda.

Con un segundo de 520 kilos de Jandilla se presentaba Juan Ortega en Córdoba, al que no pudo dejar verónicas de salida, pero sí se las pegó en redondo para colocar al animal al caballo, algo que cantó el respetable y que hizo a Morante sacar el toro del caballo: sublimes fueron las tres verónicas que recetó al animal antes de que Ortega, de nuevo, tomase el capote para responder por tres sublimes verónicas al envite de José Antonio. Y la plaza vibrando… A Morante fue el brindis para ir sobando poco a poco la nobleza sin transmisión de un jandilla al que sí reventó por abajo al natural en las dos últimas series. Hubo alguno para enmarcar, como no lo fue la estocada, defectuosa, algo que evitó el premio. Garbo tuvo el inicio de faena de Juan Ortega al cuarto, un animal al que dejó doblones de muy bello trazo y con el que nada pudo hacer por la flojedad que tenía y también por varios cambios de viaje que le propinó en los embroques. Tras unos doblones por abajo, dejó estocada después de pincharlo. Suspiros de España para resucitar Los Califas… en medio de un petardo de Jandilla.

Ficha del Festejo

Coso de Los Califas, Córdoba. Corrida de La Hispanidad. Lleno en lo permitido. Seis toros de Jandilla, correctos de presentación. Sin vida el bonito, pero flojísimo primero; noble, pero sin transmisión el segundo; noble pero flojo también el tercero; deslucido el cuarto, sin viaje ni transmisión; noble y enclasado pero a menos muy pronto el quinto; de nuevo otro sexto mortecino. Morante de la Puebla: silencio, ovación y vuelta al ruedo tras aviso. Juan Ortega: silencio, silencio y silencio.

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