VALENCIA: MALDITA PRIMAVERA

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Redacción: Javier Fernández Caballero – Cultoro.com – Web Alianza – Foto: Simón Casas Producciones

Roca Rey marca el sitio y el mando que quiere disfrutar durante la próxima primavera en una tarde en la que le moja la oreja a Manzanares -que pechó con el mejor lote de Cuvillo- y Castella.

Valencia – España. Será cuando la luz aún no alumbre a los retoños. Será cuando la tierra aún no haya parido la vida que el cielo le haya querido otorgar en su letargo invernal. Será cuando Valencia encienda su traca de marzo, cuando Sevilla torne en saeta su mejor estación y cuando Madrid transforme en chotis el ritmo de la ciudad. Será en primavera cuando el que hasta ahora se ha batido por estar en el cartel más florido de toda feria, sea la flor más preciada de todo serial. Será en 2019 cuando el diamante peruano que la afición, las cornadas y la exigencia de Las Ventas ya han pulido cambie el torno de un sistema para el que ya es fundamental. Será en sólo ocho meses cuando las figuras quieran Valencia, Sevilla y Madrid con Roca Rey. Y no él el que quiera con ellos. Porque ya está mandando.

Lo volvió a demostrar hoy, tras la noche en furgoneta en la que las cuatro con petición de rabo de Santander ya se le habían olvidado. Porque el hoy, al lado de un gris Manzanares con el lote de mayor emotividad, era su inquietud más asfixiante, su taladro más agudo en la sien, su clavo ardiente en las entrañas. Y la puerta abierta a hombros de la calle de Xátiva se lo ha apagado hasta la siguiente.

Y sabe que no será fácil asumir el reto, porque en la bendición de su nuevo estatus va implícita la maldición de los que no asumirán la situación, de los que vilipendiarán la condición que se está ganando, de los que exigirán retales pasados para no cargar sobre los hombros la realidad más evidente. Y será entonces la psicología de la imposición la que tendrá la llave para hacer valer el lugar ganado entre pitones. Ni despachos ni repampinflas… que aquí, donde se muere de verdad, también se manda de verdad. Y ahí radica precisamente lo mortal y lo vital de un espectáculo en el que Roca Rey tendrá primaveral gobierno para maldición de sus predecesores. Ni una feria sin su mano. Ni una. Y todas las quinielas y todos los toreros pasarán por su cartel. Al tiempo.

Hoy en Valencia supo su cabeza proponer el toreo a la verónica al jabonero sucio sexto y también hacer caer boca abajo la montera, que es argumento populista de quien vio que no sonaba la diana floreada en el último toro de la Feria de Julio. Y entonces, con el público contento, fue al aficionado al que convenció, a este ya sí, con el corazón, que es el que manda en esta liturgia. Reventó de toreo en las dos primeras en redondo, en las que la proposición, el gobierno a ralentí y la mano baja hicieron que la obra llegase arriba.

Y arrió la zurda… y enamoró el natural eterno de un torero que ya espera como retoño a una primavera que verá cómo las figuras se batirán por estar con él en los carteles. Sin reloj fueron los circulares de final de tanda, con los que puso literalmente en pie al tendido. La espada cayó en el sitio y paseó dos orejas. A su primero le faltó un buen trancazo y por eso no despegó un trasteo marcado por la inquietud de un toro al que antes saludó el cuerpo erguido, con el mentón hinchado en el pecho y con la seda siempre por delante.

Cruzado se le vino en un arranque de faena en el que de nuevo lo pudo mandar a planchar el hule, y sin embargo tuvo agallas para plantearle series en redondo a un toro que acusó, entre la peligrosidad, que se lo dejó el peruano crudo en el caballo. Toro peligroso y, además, al que le faltaba el trancazo que ahormara su tranco.

No es el Castella tozudo de anteriores campañas el que está viendo el 2018, y eso se ve en la actitud en la plaza. Pero tampoco es la mejor de las virtudes de su carrera la resolución ecuánime de terrenos y recursos cuando se pone delante. Eso precisamente le pasó en el primero, al que la obligación por abajo en las primeras series llevó al animal a querer el olivo. Rajado ya en tablas el animal, porfió el galo hasta tomar la tizona. Nada que hacer ante la nobleza sosa y a menos del cuarto. Ahí no hubo opción.

No tuvo hoy su tarde Manzanares. Tuvo el segundo fijeza, queriéndola tomar por abajo ante un toreo más arrebatado que templado del torero. Ya franela en la zurda, varios enganchones deslucieron la labor de un matador que finalmente no pudo con la buena condición de su oponente. A su compañero Luis Blázquez fue el brindis del quinto. Ahora sí le dejó venir el viaje al de Cuvillo, un toro con el que el gobierno y el tragar quina era clave a la hora de aprovechar su repetición. Y lo hizo Manzanares hasta que un enganchón decidió que la rotundidad no era plato de este trasteo

Ya con la maldita primavera sueña la cumbre de un escalafón al que no le queda otra que arrear o asumir la nueva condición con la que Roca Rey ha decidido aterrizar en este chiringuito, un tenderete al que sólo él y Juli llegaron precoces y se mantienen aún vociferando ofertas a la clientela. Que es la que paga. Que es la que pide. Y esa, que es la ley del más fuerte o del que más dura, obliga a asumir la maldición primaveral que para el resto de figuras supondrá la presencia de Roca Rey la próxima primavera.

Ficha del Festejo

Plaza de toros de Valencia. Última de la feria de Julio. Corrida de toros. Entrada: Más de tres cuartos de plaza. Toros de Núñez del Cuvillo. 1º de embestida corta y finalmente rajado. 2º Con movilidad humilladora. Aplaudido en el arrastre  3º  Con atisbos de peligrosidad que acusó la falta de un puyazo fuerte. 4º Soso y sin tirar para adelante. 5º Con movilidad y repetición emotiva. 6º Con calidad y humillación. Sebastián Castella; Silencio y Silencio tras aviso. José María Manzanares; Silencio tras aviso y Ovación. Roca Rey; Silencio y Dos orejas.

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