Bravo toro

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El segundo, “Hechizo”, arrastrado bajo una ovación, igual que al primero. El cuatreño encierro de Gallardo echó cal y arena. Román saludó, Adame y Garrido se fueron silenciados, pero no ignorados.     

Una tarde más en que los toros se llevan al destazadero sus doce orejas. Simetría de peso y tamaño. 567 kilos promedio. Tres negros, tres castaños de proporcionadas cunas, pero de comportamiento distinto. Casta y aspereza del primero, bravo el segundo, dócil el tercero, áspero el aplaudido cuarto que descabalgó dos veces a Morales y una a Bernal, blando y soso el quinto que bajó a Iturralde, y flojo hasta la inutilidad el sexto. Aun así, el ganadero se declaró satisfecho.

Joselito Adame trajo bastantes y fervientes paisanos, pero encontró una exigencia selectiva en cierto sector de la concurrencia que no entendió su apuesta leal frente a las rudas cabezadas a las nubes y su poder al someter, muy reunido por bajo con ligazón y sin destemples. El careto exigía y la faena que tuvo un acento izquierdista terminó al unipase. La estocada baja descalificó después. Con el cuarto, que caminaba de costado y sin fijeza no se arredró y volvió a exhibir las credenciales del oficio, sin conmover. Tras dos pinchazos de nuevo puso la espada descolocada y las palmas al tiro sonaron sancionatorias.

Román, derrochó su alegría sincera frente al pronto y codicioso “Hechizo”. Quizá no sublimidad, hondura, pellizco ni otros encomios de valoración tan subjetiva. Pero con eso levanto la parroquia muy alto. Claro las embestidas eran emocionantes per se. Garrido le adornó tres chicuelinas y larga, y el valenciano se guardó para el último tercio que inició por estatuarios patijuntos y luego hilvanó más, mucho más por la derecha con acompañamiento fervoroso. La cosa era no ser menos que el bravo. Que de por sí ya era harto difícil. Un pinchazo hondo, una estocada corta, desarmada y un aviso cosecharon saludo mientras al arrastre se le rendían honores mayores.
El quinto pese a que derribó al picador era blandengue, defensivo y soso. Garrido volvió a quitar con los añejos lances de frente por detrás (manes de Pepe Illo). Buen momento. Después, la porfía no valió, pese a la predisposición de la parcial y a la estocada total arriba.

José Garrido tuvo en el tercero el más obediente y suave, pero por ello mismo el menos emotivo. Tres verónicas rodilla en tierra, cuatro de pie y una buena media fueron parte de su generoso juego de capta toda la tarde. Sin embargo, el desrazamiento precipitó las tandas correctas, aseadas y ligadas al vacío silente. El cual se profundizó con el espadazo bajo y delantero. El sexto, brindado al ganadero mexicano Pepe Marrón y señora, no daba para nada. Caía y caía desde los primeros lances hasta la igualada. Después no. Lo que son las cosas. Se tragó a pie firme un estocadón de padre y señor mío, en la cruz, no sé cuantos capotazos mareadores y cuatro descabellos. Hasta que murió.

Los Fuente Ymbro, buenosmozos y parejos exhibieron virtudes y defectos. Por ambos el toreo existe. Los toros son así, diversos, impredecibles, como las personas, como la vida. Quizás a eso aludía el ganadero con su parte de satisfacción.

FICHA DE LA CORRIDA

Madrid. Jueves 10 de mayo 2018. Plaza de Las Ventas. 3ª de San Isidro. Sol. Tres cuartos aparentes de aforo. Seis toros de Fuente Ymbro, 567 kilos promedio, bien presentados, parejos y de juego diverso. Ovacionados a arrastre los dos primeros, aplaudido el cuarto

Joselito Adame, silencio y silencio.

Román, aludo tras aviso y silencio.

José Garrido, silencio y silencio.

   

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