El Apunte de Juangui: División de opiniones

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Medellín – Colombia. La segunda corrida de la Feria de Medellín no puso a nadie de acuerdo. Hay 1500 opiniones divergentes circulando en redes sociales, motivando debates, afectando noviazgos, creando conflictos matrimoniales, desintegrando peñas y  poniendo en riesgo herencias y amistades.

Medellín siempre se la ha dado de entendida. Tiene una afición corta pero estable, curiosa, comprometida, rebelde e impredecible. Aquí le han enrostrado el miedo al Viti y a Joselito;  acusaron a Caballero de abusar del pico de la muleta y hay un sector que pone en duda a Ponce y a Juli.

Esta vez, la afición que se identifica torista ha renovado su devoción hacia Alberto Cediel y su ganadería El Manzanal. Están felices por lo exigente del encierro, por sus diversos matices de complejidad y la capacidad de poner en aprietos a los diestros. El año anterior, El Manzanal se puso el disfraz de corrida más comercial y envió un banquete de cinco joyas para que los novilleros hicieran festín. Este año posó de corrida dura, gesto que tiene encantados a los “toristas”.

El centro de la discusión es el quinto toro, un basquetbolista de metro ochenta de alto que se ganó la admiración del sector más beligerante de la afición. Elogian que fue tres veces al caballo, hecho inusual en este país, lo que no significa, necesariamente, recibir tres puyazos a ley.

La verdad es que a este sector de Medellín le encanta cuando los toreros están en aprietos. Hoy, ese fue el menú. Cada torero nacional tuvo que resolver un problema específico: la distancia, el Guerra; las ganas de irse, Moreno Muñoz; una cornada en la pierna, David Martínez; la presión de estar ante un toro que aparentaba ser encastado, Guillermito Valencia; la claridad al embestir, Andrés Bedoya; y el genio santacolomeño, Sebastián Hernández.

Cada uno lo intentó resolver a su manera, desde la iliquidez de sus cuentas, lo prematuro de sus formaciones y la disparidad entre sus oportunidades y su ambición. En medio de dos océanos de limitaciones, los colombianos mostraron ganas y responsabilidad.

El Guerra aprovechó como pudo, con altibajos, el galope irritante del primero, un jabonero al que solo le faltó que lo llevaran a la pista de resonancia; el veterano torero nacional estuvo más lúcido en la vacante que dejó Martínez por cornada. Pero el cuarto de plaza no lo quiso ver, le reprochó hacerle faena al toro en lugar de entrar rápidamente a matar.

Aunque fue quien menos se lució, Moreno Muñoz presentó la tauromaquia con bases más estables. Su “manzana” peleó tan fuerte ante el caballo que llegó sin fuerza al juicio final. A base de técnica le echó seguro a la puerta para no dejarlo huir.

A Guillermo la elocuencia le alcanzó para media faena y medias series. El jabonero de la vuelta al ruedo se tornó incómodo en la otra mitad.

El novillero manizaleño Andrés Bedoya demostró haber dado un paso más allá. Aunque aún son evidentes las cosas por mejorar, quien lo haya visto torear en Manizales entenderá que avanzó un año luz en dominio y control.

Y Juan Sebastián Hernández, novillero debutante, tiene el problema de ser un soñador. Su puritanismo es elevado. Quiere hacer el toreo caro. El camino del idealismo es más largo y accidentado, pero él demostró que tiene con qué.

La media plaza debe estar inmersa en profundos debates: el toro era de vuelta o no, ¿los colombianos sí estuvieron dignos? ¿sí merecía el encierro merecía tantos elogios? Bolívar o Santander.

Un bando debe estar enviando toreros a la hoguera y lanzando vivas a los toros del Manzanal y al partido Liberal.

El sector más conservador se defenderá afirmando que los diestros nacionales hicieron en la medida de sus oportunidades y que ninguno de los toros tuvo un final rebosante.

Acaso, ¿qué tauromaquia quieren que surja en este calor y en este humedal? ¿Qué esperaban, un concierto andaluz o una goyesca parida en este mestizal?

La media plaza duerme. Se anuncian en la semana remates y reuniones para continuar la parranda y la discusión.

Síntesis del festejo:

Medellín, 27ª Feria de la Macarena. Sábado 3 de febrero. Segundo festejo, corrida mixta. Tarde calurosa. Casi media entrada del sector de la plaza habilitado. Se lidiaron toros de El Manzanal (Santa Coloma, Nuñez y Domecq),  disparejo en presentación y con comportamientos diversos; se entregaron en varas y tuvieron juego aceptable, aunque con complejidades.

Guerrita Chico (azul marino y oro): silencio tras aviso.

Moreno Muñoz (azul marino y oro): silencio tras aviso.

David Martínez (tabaco y oro): corneado en la pierna, fue atendido en la enfermería. Cubrió su puesto Guerrita Chico, silencio tras aviso.

Guillermo Valencia (azul noche y oro): saludo. Vuelta al toro.

Andrés Bedoya (novillero) (azul noche y oro): silencio.

Juan Sebastián Hernández (novillero) (lila y plata): palmas

David Martínez sufrió herida en el tercio medio y cara posterior del muslo derecho con trayectoria limpia ascendente de 15 centímetros y otra posterior de 5 centímetros con compromiso vascular y nervioso. Fue remitido al Hospital Pablo Tobón Uribe para tratamiento quirúrgico.

La temporada de Medellín continúa el sábado 10 de febrero con los toros de Santa Bárbara para Juan Bautista Jalabert, Luis Miguel Castrillón y Jesús Enrique Colombo.

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