El torero mexiquense indultó a «Hechicero» en La México, con polémica
Redacción | Foto: Sergio Hidalgo
Domingo, 23 Feb 2025 CDMX – Una corrida muy interesante, de la ganadería de Las Huertas, puso la nota alta la tarde de este domingo en la Plaza México, y no sólo por su buena presencia y catadura de varios de sus toros, sino por el indultó de «Hechicero», al que Ernesto Javier «Calita» acabó perdonando la vida, con cierta controversia incluida.
Conforme avanzó la tarde, el público terminó por ponerse a favor de la corrida, quizá sin detenerse un poco a pensar la exigencia tan grande que supuso ponerse delante de varios de los toros, que por momentos hicieron sudar la ropa a sus dos matadores de a pie y a las cuadrillas, aportando esa importante cuota de emoción de la que adolecen muchas tardes.
«Hechicero» estaba construido cuesta arriba, tenía un amplio pecho, y una cornamenta más que respetable, así que, desde su aparición en el ruedo del coso de Insurgentes, enseñoreó lo que tiene que tener un toro de lidia en una plaza de esta categoría: ¡trapío! Y en este caso, acorde a su procedencia de encaste Domecq, vía Jaral de Peñas, en esa atractiva cruza que, hace varios años, comenzó a trabajar Juan Pedro Barroso, tío de Rodrigo, simiente con el que el nieto del inolvidable Chacho Barroso quiere escribir su propia historia.
Y si bien es cierto que «Hechicero» embistió sin ritmo al comienzo de su lidia, después del valiente puyazo de César Morales,que fue derribado y nunca dejó de apoyar el palo a pesar de que estaba prensado contra las tablas, el toro se fue centrando en la muleta de Calita, que procedió con generosidad y siempre trató de darle ventajas y hacerlo lucir en una faena de esas que ponen al público al borde del peligro, pues el encastado comportamiento del ejemplar de Las Huertas exigía firmeza y una colocación muy precisa para poderle.
Así fue construyendo Calita su faena, a veces con más voluntad que acierto técnico, con un toro que embestía con fuerza e iba sacando del fondo de su ser la transmisión que se tradujo en emoción, en tanto que el torero buscaba taparle afanosamente la cara para someterlo en series por ambos pitones, abrochadas con lagos pases de pecho en los que, en los remates, a punto estuvo de echarle mano cuando se revolvía en un palmo de terreno, rebañando por abajo.
En la parte final de la aguerrida faena, la gente empezó a solicitar el indulto de «Hechicero» y Calita, siguiendo la orden del juez Gilberto Ruiz Torres –y también del asesor, Juan Vázquez– de darle muerte, no sabía si atender esa indicación o la de la gente que, en determinados pasajes de su esforzada faena, había tomado partido por «Hechicero».
Al final, provisto de la espada de verdad, Calita decidió volver a coger nuevamente el ayudado y siguió toreando hasta que consiguió lo que el público quería: que le perdonaran la vida a «Hechicero», lo que la autoridad concedió a regañadientes, quizá porque a veces, y hay que decirlo, el toro tuvo más temperamento que bravura, más ímpetu que clase, y la faena, ciertamente, no fue de indulto, que eso también abona mucho a favor o en contra de determinado toro, y de determinado torero.
Pero como no existe un artefacto para medir la cuota de «bravura», resulta difícil hacer una verdadera conjetura si convino o no indultar al toro, al que, si Rodrigo decide echar a las vacas, en algunos años se dará la razón a sí mismo o «Hechicero» terminará en la lista de toros indultados en La México, no muchos de ellos merecidos, y otros tantos sin la gloria de una faena extraordinaria. Que se abra, pues, la caja de la polémica.
La del sexto fue otra lidia recia, en la que José Mauricio salió de su ostracismo para hacer un «quite del perdón» por chicuelinas antiguas, misma suerte con la que Calita le dio réplica ante un toro que tuvo trasmisión, y que embestía un tanto por fuera, no tan convencido de acudir en línea recta a la muleta.
Calita también le plantó cara, por instantes un tanto desconcertado, porque a estas alturas de la corrida, el público ya no atendía razones y estaba obnubilado por el juego de los toros, así que de poco valió el esfuerzo del torero mexiquense, inclusive el de haberlo recibido de rodillas a porta gayola, tal y como también había hecho con el primero de su lote, en una clara demostración de buenas y valerosas intenciones hasta en la estocada, a toma y daca, en la que se jugó el tipo con hombría.
Un segundo aviso, que sonó injustamente a los 50 segundos tras el primero, cuando el reglamento establece que deben de ser dos minutos entre el primer recado y el segundo, terminó de poner las circunstancia a favor del toro y en contra de Calita,que al final se marchó de la plaza con un sabor agridulce en la boca, pero con la certeza de que dio la cara con esa honradez profesional que le caracteriza. Y eso ayuda a no venirse abajo y seguir adelante.
A José Mauricio le tocó el lote menos potable del encierro de Las Huertas, y si con el segundo de la tarde se mostró entregado y le tragó mucho, también habría que decir que no estuvo fino en los toques, pues le engancharon demasiado las telas. No se salvó el torero capitalino de sufrir una dramática voltereta, de la que sólo sacó rota la ropa, y nada más en contados detalles –como una verónica suelta, los doblones del inicio o un natural de fino trazo– pudo enseñar sus credenciales.
El quinto fue noble, se movía con soltura, pero no tenía transmisión, y al igual que le sucedió a Calita, la gente sólo tenía ojos para el toro. En este ejemplar, José Mauricio careció de fondo para imponer su voluntad y dio muchos pases, algunos descolocado, sin la cabeza clara para haber hecho una faena con otro acabado a un ejemplar que se le podía cortar la oreja, por lo que al final de la corrida pasó inadvertido y no consiguió tener una actuación como la del año anterior con el encierro de Pozohondo, con el que estuvo muy torero.
Resulta curioso relatar que la única oreja de la tarde la cortó el rejonear Andy Cartagena, que aprovechó la transmisión del primero, que de salida fue un tanto distraído, y al que acabó encelando con una doma precisa, limpia, dotada de una elegancia natural no sólo en la realización de las suertes, sino también en los adornos.
Recibió al de Las Huertas con «Mediterráneo», un caballo de una seguridad pasmosa, con el que clavó únicamente un rejón de castigo. Luego toreó montando a «Elviro», que es otra de las novedades de la cuadra, procurando pisarle el terreno para consumar embroques dando el pecho del caballo. Con «Banderas» toreó de costado, en medio de la admiración de la gente, y así consiguió llevar la faena al nivel acostumbrado, ya cuando el de Las Huertas se había definido.
Más tarde, sobre «Catrina», clavó dos cortas y mató de un certero rejón. A pesar de la petición mayoritaria, el juez de plaza tardó en conceder esa merecida oreja que, finalmente, llegó a sus manos. De esta manera, Andy Cartagena mantiene su racha triunfal en La México y vino a recordar que hay torero para rato.
Con el cuarto sacó a «Truhán», un hermoso lusitano con el que se dobló muy bien de salida y solamente clavó un rejón de castigo para luego dar curso a la lidia en banderillas, en la que brilló con «Ilusión», ejecutando un toreo de costado, dejándose llegar los pitones el toro a la grupa del caballo, para rematarlas con piruetas en una faena que no tuvo tanta estructura ni calidad como la primera.
Montando a «Meteorito» calentó al público, en esa fase de su labor en la que estuvo más por buscarle las vueltas al toro, que era deslucido, y reanimó al entusiasmo de la gente al clavar tres banderillas cortas sobre la yegua «Catrina», pero al final no consiguió rematar la faena con el rejón de muerte y se escapó la posibilidad de volver a tocar pelo.
La gente salió de la plaza hablando de «Hechicero» y de Calita, un encuentro en el que el toreo adquirió su sentido más épico, con la férrea batalla entre el toro y el hombre, hoy encarnada por dos seres que, al margen de cualquier consideración, se entregaron uno al otro sin miramientos, desafiándose en cada momento de la lidia.
Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Séptimo festejo de la Feria de Aniversario. Un cuarto de un cuarto de entrada (unas 10 mil 500 personas), en tarde de temperatura agradable, con algunas ráfagas de viento. Toros de Las Huertas, bien presentados, varios de armoniosas hechuras, de interesante juego por su transmisión, de los que sobresalió el 3o. por si encastado comportamiento y que fue indultado. Pesos: 523, 527, 514, 483, 485 y 534 kilos. El rejoneador Andy Cartagena: Oreja y palmas. José Mauricio (verde Soraya y oro): Palmas tras aviso y silencio tras aviso. Ernesto Javier «Calita» (burdeos y oro): Dos vueltas tras indulto y silencio tras dos avisos. Incidencias: El toro indultado se llama «Hechicero», número 119, negro zaino, con 514 kilos. Calita dio dos vueltas al ruedo, ambas con el ganadero Rodrigo Barroso; la primera acompañados de los cuatro hijos de éste, y la segunda con el picador Morales y sus tres banderilleros. Destacó en banderillas Héctor García, que clavó dos expuestos se pares al 2o., por el pitón izquierdo, y saludó una ovación. Y en varas, César Morales, que picó al 3o. con arrojo y fue ovacionado. José Mauricio pasó a la enfermería al caer el 2o., para ser revisado de un pitonazo en el muslo derecho. Al término de la lidia del 4o., el banderillero Apolinar Mendoza «El Poli» se retiró de la profesión tras 35 años en activo.
Ciudad de México.- Plaza México. Séptimo festejo de la Feria de Aniversario. Un cuarto de un cuarto de entrada (unas 10 mil 500 personas), en tarde de temperatura agradable, con algunas ráfagas de viento. Toros de Las Huertas, bien presentados, varios de armoniosas hechuras, de interesante juego por su transmisión, de los que sobresalió el 3o. por si encastado comportamiento y que fue indultado. Pesos: 523, 527, 514, 483, 485 y 534 kilos. El rejoneador Andy Cartagena: Oreja y palmas. José Mauricio (verde Soraya y oro): Palmas tras aviso y silencio tras aviso. Ernesto Javier «Calita» (burdeos y oro): Dos vueltas tras indulto y silencio tras dos avisos. Incidencias: El toro indultado se llama «Hechicero», número 119, negro zaino, con 514 kilos. Calita dio dos vueltas al ruedo, ambas con el ganadero Rodrigo Barroso; la primera acompañados de los cuatro hijos de éste, y la segunda con el picador Morales y sus tres banderilleros. Destacó en banderillas Héctor García, que clavó dos expuestos se pares al 2o., por el pitón izquierdo, y saludó una ovación. Y en varas, César Morales, que picó al 3o. con arrojo y fue ovacionado. José Mauricio pasó a la enfermería al caer el 2o., para ser revisado de un pitonazo en el muslo derecho. Al término de la lidia del 4o., el banderillero Apolinar Mendoza «El Poli» se retiró de la profesión tras 35 años en activo.