De Reparto en Puente Piedra: Los Grandes Honores a Carlos Rodríguez “Garrido”

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Sin lugar a dudas las cuadrillas que acompañaron la histórica tarde de conmemoración de los 100 años de la dehesa Mondoñedo, dejaron ver el alto profesionalismo que poseen, pero es de resaltar significativamente la labor de Carlos Rodríguez “Garrido”

Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez

Madrid – Colombia. Casi siempre como suele suceder en la mayoría de profesiones y oficios en las diferentes disciplinas, solo se hace el debido reconocimiento a la cabeza visible o en otros términos laborales, al líder de los equipos. En el ejercicio taurino, que ha venido “evolucionando en los requerimientos sociales” por decirlo de un modo y que, por presiones “idealistas”, en casi todas sus expresiones, sin fundamentos reales claro está, pues desconocen o acomodan a su conveniencia los conceptos científicos y dinámicas de la vida misma, contradiciendo la  naturaleza, solo por mero capricho de unos pocos que rallan la estupidez, y que a fuerza de “negociaciones” han herido la liturgia taurina en su composición, han cambiado a través de los siglos las cabezas visibles de este bello y a la vez complejo oficio y han venido refundiendo, disque para defenderlo, la esencia de este animal único en el mundo, que trae muy pegado a su trayectoria, la historia del mismo ser humano a través de los siglos.

En los inicios de tan mística expresión entre la inteligencia y el instinto, los primeros anunciados en los carteles eran los <Montados> hoy conocidos como picadores o varilargueros, que a la postre aún llevan el oro en sus chaquetillas, pues esa labor en sí, determina la bravura (forma de ir a los trastos), la casta (alegría y placer del burel en plantar contienda), la nobleza (forma franca de acudir sin ventajas o malas ideas) y el fondo (capacidad constante de estar en el encuentro) de los toros, que es en realidad su natural expresión, pero que en el ejercicio taurino no lo hace con su par por territorio, sino como elemento fundamental de exaltación de la grandeza animal en el componente de la cadenas tróficas.

Hoy, por lo anteriormente citado en la “evolución humana”, labores tan importantes pasan a ser, como lo vemos en el teatro, cine o televisión, los actores de reparto y/o extras, pero que, si vamos a los resultados en la expresión misma del toro, son pilares fundamentales en su buen desempeño (el de los subalternos) los que en gran porcentaje contribuyen al propósito. Por traer en contexto por ejemplo: un buen cierre en los burladeros a la salida del toro de chiqueros, un toque oportuno en el terreno indicado para dejar colocado al burel, la brega, que en gran parte determina y “enseña” al animal a acometer, la vara que en el párrafo anterior se explico a detalle, las banderillas que complementan y potencializan la casta y por último, los capotes milagrosos que de ellos aparecen en los momentos de angustia, entre otro muchos más.

Una venia de respeto y profunda admiración a los tres varilargueros que conformaron en este sábado 25 de marzo, 2023 la cuadrilla de montados: Clovis Velásquez, Efraín Ospina y Cayetano Romero, el valor expresado ante las fuertes embestidas de los “Mondoñedos”, el mantenerse e incluso solventar la papeleta en momentos de apuros, dejaron un listón alto en este menester. Destacar a los toreros de plata: Ricardo Santana (que por fortuna salió sin nada que lamentar del percance sufrido), Andrés Herrera, José Calvo (quien en dos oportunidades saludo montera en mano tras parear a los bureles) y James Peña, que con el abre plaza se juego la vida de verdad al parearlo y sin duda quien prendió la mecha para motivar a sus colegas de tarde.

Un párrafo bien merecido se lo lleva sin duda alguna, el joven hombre de plaza Carlos Rodríguez “Garrido”, quien tiene un valor extraordinario, conoce bien el comportamiento de los toros y pisa terrenos inimaginables en los embroques al colocar los rehiletes, de ahí que en la plaza Marruecos se hubiese desmonterado en todas sus intervenciones y se hubiese ganado el coreo de su nombre por toda la parroquia asistente. Pero tal vez, una labor que algunos no percibieron de este joven subalterno, fue las innumerables intervenciones oportunísimas que tuvo con sus compañeros de labor, al hacer los quites de oro para evitar tragedias, por redondear la idea y sin hacer mal uso de los términos (sin coba), los quites prodigiosos que salvaron varias vidas, en situaciones que llevaron enorme peligro. Enhorabuena a este gran profesional, que también dejó historia positivísima en la conmemoración de los 100 años de la ganadería Mondoñedo.

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