Crónica de Vistalegre: Ponerle el Grifo a la Fuente

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El maduro magisterio de Luque crece en enteros y en confianza en una tarde de infinita capacidad artística y lidiadora; Finito y Fandi topan con la hiel de los correosos fuenteymbros.

Redacción: Marco Antonio Hierro – Cultoro.es – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo

Madrid – España. Mira que parece fácil. Mira que no te da impresión de que haya sudado ni una gota Luque esta tarde con dos fuenteymbros geniudos cuya única virtud fue tener en el fondo el poso suficiente para que Daniel pusiese el grifo. Y el grifo, mire usted, lo regula todo.

Regula, en primer lugar, la fuerza del chorro, porque a medida que vamos achicando el espacio del tubo pierde fuerza y brío lo que llega al suelo, exactamente igual que la perdió la áspera correa que sacaron los de Gallardo. Hoy no fueron torrente de bravura los pupilos de Ricardo, no; más bien trocaron la nobleza en defensa y la entrega en genio para no permitir ni una licencia entre los que vestían chispeante. Aunque hubiese un sevillano que se procuró por su cuenta un salvoconducto.

Vive Daniel Luque el momento de su vida. Atraviesa un estado de madurez al que se la pela el momento, porque ha venido para quedarse pasiempre. Por eso sabe que debe construir siempre para recoger el fruto, que será mejor o peor, pero llegará siempre. El Daniel de hoy exprime el fondo de los toros porque ha comprendido que las cosas importantes suelen habitar lo profundo del todo. Y lo busca, y lo rasca, y confía en que está allí hasta que sale convertido en premio para él y en regalo para todos.

Así le hizo hoy al primero de su lote, un toraco protestón y amenazante que tuvo intención de meterse siempre por donde estaba el alamar. Y lo consintió, Luque, y lo fue dejando buscar el trapo, que viajaba en la templada largura construyendo una embestida que ni el animal sabía que podía tener. Porque no le buscó ligazón ni ritmo Daniel al tercero, sino calidad profunda en el natural de uno en uno. Como latiendo seis corazones que no le permiten el error. Sólo el del acero, porque fue el descabello el que le arrebató el premio, que llegaría en el sexto por partida doble.

Y nadie confiaba –excepto él- en la condición del negro toro cuando se iba Dani a los medios a dedicar al tendido la función. Lo había lidiado con sapiencia Caricol, pero le obligó a dar capotazos su díscolo devenir. Viajaba largo, eso sí, cuando se le deslizaba a diestras. Y ese fue el pitón que escogió Luque para reventar. No en un principio, porque lo inició genuflexo y con suavidad para ir irguiendo la figura y terminar rematando con el riñón para adelante. Nada explosivo. Nada que sonara a batalla con el que le pedía refriega. Porque allí mandaba él. Y lo hacía imponiendo el ritmo que terminó cogiendo el bicho, y trazándole por abajo, todo lo abajo que pudo, los derechazos que fueron tomando buen son. Tanto que fue sorprendiendo al tendido cantando los olés con la barriga, casi sin opción de acallar el jaleo de la obra. Cuando le pegó el sopapo final y lo tiró sin puntilla ya sabía el presidente que debía otorgar el trofeo y el que se dejó del anterior. Porque no hubiera sido justa la tarde con Luque ni con lo que apostó.

También apostó Finito, mucho más de lo que afirma su ficha. El cordobés conoce lo de Ricardo y sabe que hay que construirle mucho si se quiere ver el fondo, pero cuando se abrió de capa sólo recordaba los olés de Los Califas. Y Vistalegre también, porque jaleó con ilusión de milagro las dos verónicas sueltas que dejó Juan por el albero y la media que sirvió para regar la esperanza. Eso y una tanda, mediada la faena y a diestras, fueron el bagaje de Finito en el Palacio, porque lo del cuarto acto es demasiado grueso para que el Fino se disfrace de albañil. ¿De verdad hay alguien que pretenda eso?

Sería como negarle la entrega a El Fandi, o su espectáculo rehiletero que encandila a las masas. David es como es, y tiene tauromaquia para poder a los toros, pero nada puede hacerse contra el que nada quiere dar. Y un poco así fueron sus dos fuenteymbros, poco dados a colaborar. Y eso provocó los silencios.

Pero hubo mucho más de los que indican las fichas, porque la fuente que llegó sin grifo en el genio para domar se encontró en Madrid con Daniel Luque, y el sevillano se lo puso sin una duda de más. Lástima que Carabanchel no caiga por el barrio de Guindalera…

Ficha del Festejo

Plaza de toros Palacio de Vistalegre, Madrid. Sexta de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Algo más de 1.000 personas en los tendidos. Seis toros de Fuente Ymbro, de impecable y entipada lámina. De corto viaje y freno fácil el renegón primero; noblón sin chispa el corretón segundo; remiso pero con fondo el díscolo tercero, aplaudido; geniudo y manso el defensivo y orientado cuarto; correoso y reponedor el castaño quinto; renuente y protestón el geniudo sexto. Juan Serrano «Finito de Córdoba» (gris perla y azabache): silencio y silencio. El Fandi (obispo y oro): silencio y silencio. Daniel Luque (grana y azabache): ovación tras aviso y dos orejas.

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