La México: Rivera Corta Oreja en Tarde Soñada de José Mauricio

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David Fandila ‘El Fandi’ se fue de vacío ante un lote imposible dentro de la dispar corrida de Barralva.

Redacción: Marco Antonio Hierro – Cultoro.es – Web Alida – Foto: Plaza México

Ciudad de México – México. Llegaba el octavo festejo de la Temporada Grande y, con él, el espectáculo de El Fandi con la sobriedad de Fermín Rivera, la variedad de José Mauricio y la seriedad del encierro de Barralva.

Anduvo solvente y ligero con el capote Fandi para saludar al primero, toro protestón tras el tercio de varas, pero que siguió la tela en el quite del granadino y tuvo motor y mucha transmisión en un tercio de banderillas muy bien resuelto por David, con el toro llegando a los embroques como un tren. Pero se cansó pronto de llegar al final del viaje el de Barralva y fue reponiendo cada vez más pronto y buscando el sobaco del torero con más peligro en cada pasada. Abrevió El Fandi y en silencio concluyó su labor.

Al segundo, cuajado y con cuello, no pudo saludarlo con brillo un Fermín Rivera que vio cómo se le venía con aspereza y las manos por delante antes de llegar al jaco. Pero no hubo manera de meterle mano con la muleta, porque no pasaba el animal de los embroques, llegaba dormilón y se mostraba tan incierto que impedía cualquier confianza con él. Anduvo con firmeza Fermín, y nunca se aburrió en la cara, a pesar dela renuencia del animal, pero poco más estuvo en su mano para alcanzar el brillo. Aún así, el valor seco en los muletazos aislados del potosino llegó al público. Pero falló con los aceros y el silencio valoró su labor.

Al tercero tuvo que esperarlo mucho José Mauricio, correrle para atrás y consentirlo con el trapo en la cara hasta que se enceló y le humilló al ralentí en una extraordinaria media. Mostraba más clase el animal que los dos anteriores, más entrega y más opciones para el matador. Luego se engolosinó en las chicuelinas del quite, sin pensar que podía restar muletazos a la embestida cada vez más corta. Pero bastó en la muleta un inicio bien llevado, bien empujado, bien doblado del mexicano para que el agradecido animal rompiese. Luego todo fue suavidad e interpetación de un Mauricio transmutado que veía cómo llegaba la faena de su vida en La México. Armonía y dulzura la del capitalino, que trazaba con verticalidad y con convicción mientras embestía el de Barralva muy despacio. Pero todo lo arruinó con la espada, cuando pinchó en varias ocasiones para rematar la obra. Vuelta al ruedo tras aviso.

De rodillas en el tercio saludó El Fandi al cuarto, que se fue suelto para saltar al callejón y dejar malparado a un aficionado en el callejón. Serio el toro, muy en Atanasio, más pendiente de salir suelto en el quite por chicuelinas de El Fandi que de embestir con franqueza. No le resultó fácil a David banderillear al toro, que se pensó cada embestida y acometió con genio y cortando el viaje, aunque tiró de pericia el granadino para cuajar un importante tercio. Tuvo el mando David cuando proponía por abajo, pese a la falta de humillación, pero nada quería el bicho por arriba, y respondía con el tornillazo destemplado de su condición bravucona. Pocas fueron las opciones de El Fandi con el animal. Lo despenó sin más historia.

Espectacular de cuerna era el castaño quinto, que salió abanto y ni siquiera se molestó en humillar en el capote que le ofrecía Fermín Rivera. A Felipe Kingston le brindó el toro Fermín, porque acababa de poner los dos últimos pares de banderillas de su vida. Y tuvo temperamento el de Barralva, pero no empleo, porque llegaba entre protestas, se dormia en la llegada y dejaba el tornillazo tras el embroque, mientras asentaba talón Fermín -que no era nada fácil- entre las miradas a la taleguilla. Afanoso en la actitud, preciso en la colocación y convencido en la estructura, sólo el largo metraje de la faena pareció estar en desacuerdo con las circunstancias. Un estoconazo contundente hizo brotar los pañuelos para que se le concediese una oreja al potosino.

También el sexto era castaño, y también tuvo una salida fría y sin entrega en el capote de José Mauricio, que tuvo que esperar a que se retirasen los picadores para gustarse en un quite por chicuelinas con una torera larga, muy convencido de lo que hacía. Como el inicio al animal con la muleta, con doblones bien empujados para rematar con trincherazos de mucha conexión, y todo con el incierto toro de Barralva en la muleta. Tiró de valor Mauricio, que se aferró a su tarde y a su momento a pesar de llevarse pitonazos, arreones y sustos. Terminó lidiando con oficio al castaño y dejando una gran imagen en una tarde que le sirvió para sumar. Incluso después de la tremenda voltereta que se llevó al tirarse a matar o morir para enterrar el acero antes de que lo condujesen a la enfermería conmocionado. Salió para recoger las dos orejas que se le concedieron, más para premiar el conjunto de su tarde que la lidia de este toro.

Ficha del Festejo

Monumental Plaza México. Octavo festejo de la Temporada Grande Internacional. Corrida de toros. Un cuarto de entrada en el numerado. Seis toros de Barralva, serios y con cuajo, muy en el tipo Atanasio. Con cierto genio y el viaje corto el deslucido primero; dormilón e incierto el complicado segundo; de gran calidad y entrega el buen tercero, ovacionado; bravucón y reponedor el cuarto; temperamental, pero informal el espectacular castaño quinto, aplaudido; de gran genio y aspereza el castaño sexto. El Fandi (grana y oro): silencio y silencio. Fermín Rivera (fucsia y oro): silencio y oreja. José Mauricio (gris perla y oro): vuelta al ruedo tras aviso y dos orejas.

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