Mansada infumable del Puerto de San Lorenzo

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Redaccion Carlos Ilián

Unos lances a la verónica de Luque y un par de banderillas de alto riesgo de Chacón para sacar en limpio

Plaza de Madrid. Segunda corrida. Asistencia 12.242 espectadores (media entrada). Toros del PUERTO DE SAN LORENZO (2), mansos, de pobrísimo juego. DANIEL LUQUE (6), de caña y oro. Pinchazo hondo y caído (saludos). Estocada trasera (silencio). JUAN LEAL (3), de aguamarina y oro. Cuatro pinchazos y siete descabellos. Dos avisos (silencio). Estocada trasera (silencio). JUAN ORTEGA (5), de burdeos y oro. Pinchazo y bajonazo (silencio). Pinchazo hondo y dos descabellos (silencio)

Infumable, impotable, insoportable. El calificativo que se les ocurra para describir la mansada del Puerto de San Lorenzo. Ahora mismo en la retina solo tenemos fijos unos lances primorosos de Luque. sin olvidar un par de banderillas del subalterno Antonio Chacón en el tercer toro jugándose la vida por dentro, en un par de recurso y de gran torero. Todo lo demás habrá que dejarlo en el olvido de las tardes nefastas a las que tantas veces nos tiene acostumbrados este hierro salmantino que de vez en cuando suelta un toro importante pero en el que, en general, predomina la mansedumbre.

Daniel Luque es un torero siempre en reconstrucción, sobre la base de una idea muy cabal del toreo, tuvo esos momento de lujo con el capote y los redondos y naturales limpísimos al primero, hasta que el toro se apagó definitivamente. El buey lidiado en cuarto lugar no merecía otra cosa que perseguirlo para robarle algún muletazo en la querencia.

Juan Ortega que tiene en esta plaza un merecido cartel de torero cabal se llevó un lote para hundirle sus propósitos de ese triunfo que definitivamente le coloque donde merece. Lo intentó todo por la vía del toreo serio en una estéril labor. Juan Leal, que venía de salir airoso en las plazas del norte, confundió a Madrid con Casarrubios de Arriba y aparte del toreo de rodillas se esfumó en una labor ventajista y anodina.

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