Tragos y Estragos

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El diestro Gómez del Pilar durante el festejo de la Feria de San Isidro. (EFE/Daniel González)

Seis toros de José Escolar, de entre 549 y 650 kilos. Honraron su procedencia Albaserrada los seis cárdenos, más en el tipo que en el juego. Impresionantemente presentados. Aunque ya llevamos muchos años sin un toro verdaderamente bueno para el toreo que hoy se exige, hoy salieron un par de ellos que siguen el nuevo camino que está marcando José Pedro Prados El Fundi en esta ganadería. Cárdenos, agresivos, con esa mirada diferente que tantas dudas imponen. Su juego las amplifica. Difíciles, exigentes y con sentido, junto con el viento se lo hicieron pasar muy mal a los toreros. Cuarto y quinto los más toreables. El primero, muy serio, cuajado, con pecho, abierto de pitones y astifino. Manso al caballo, desarrolló peligro en banderillas y sentido en la muleta sobre todo por el pitón derecho. Por el izquierdo se dejó algo más sin rematar por abajo y sin llegar hasta el final de ningún muletazo. Segundo muy en el tipo Albaserrada, algo alto y montado, pero largo con cara de rata y pitones con vuelta como buscando. En la muleta se vino arriba no admitiendo nunca más de dos pases consecutivos. Listo y peligroso, no dio opciones. Tercero muy serio, incomprensiblemente protestado por algún despistado. Ancho de sienes y pitones. Mejoró el juego de sus hermanos en el caballo, cortó en banderillas y pareció mejorar en la muleta. Nunca paró y el viento tampoco favoreció que lo hiciera. Mucho peligro sordo, pareció mejor de lo que era. Algunos aplaudieron el arrastre. Cuarto, el de menos peso, pero con gran trapío. Veleto, algo más estrecho y corto, bravo en el caballo, desarrolló buena condición en la muleta. Mantuvo el peligro, y un parón de viento permitió que luciera. Aun así alguna embestida a media altura y algún remate mirando al tendido. Ovacionado en el arrastre. Quinto un tren pero con prometedoras hechuras. Alto y serio por delante, más corto de cuello, tocado de pitones, manseó al caballo. Rompió a embestir en la muleta sin esconder su peligro lo que procuró embestidas de emoción y dificultad por igual que llegaron mucho a los tendidos. Repitió incansable y fue el que más humilló. El mejor de la tarde en cualquier caso. Murió en bravo y provocó grandes ovaciones del público en su muerte y en su arrastre. Sexto de impresionante trapío muy ovacionado de salida. Lo tenía todo el toro, pecho, cara, riñones, pitones, un tío. Sin embargo remató el peor lote de la tarde.

-Esau Fernandez, de tabaco oscuro y oro, silencio y división de opiniones.
G´pmez de Pilar , de azul pavo y oro, silencio y oreja.
-Miguel de Pablo, de azul marino y oro, silencio y aplausos.

Tarde difícil para banderilleros y lidiadores. Toros recortando en banderillas y buscando en el capote. Mucho mérito de todos a pesar de que no todos los pares resultaron ortodoxos. Por destacar a uno que lo hizo absolutamente todo bien destaco a Víctor del Pozo.

Tragos y estragos

Eolo no consiguió entrar en el Olimpo. Se le notan los rencores. Días como hoy disfruta maltratando a los que puede. Igual que rechazó ayuda a Ulises cuando le vio en decadencia, manifiesta su maldad haciendo rogar, su ausencia o su presencia depende el caso, ante los supuestamente débiles. En este espectáculo nuestro el ruego siempre es el de su ausencia. Ni le gustan los toros ni nada aporta más que riesgos y zozobras. No había figuras en el cartel y sopló el viento lo suficiente para pasar desapercibido y no dejar quieta la muleta. Más mal semidiós no se puede ser. Incomprensiblemente, le pareció a alguno hasta sencillo plantarles cara a los escolares. De escolar, no del colegio les convendría aclarar, que éstos vinieron al púlpito en día de PAU, selectividad para el que no lo sepa, a demostrar sus tres carreras universitarias y sus varios másteres cursados en tierras y campos de Ávila. Estudiosos y de Ávila, normal que salgan tan listos. Sabían latín y griego. De ahí puede que venga la olímpica connivencia de quien quiso y no pudo nunca ingresar en el Olimpo. Se entendieron entre griegos y entre supuestos gregarios. Tan necesarios éstos, como poco bien tratados los tres matadores de hoy, en este pelotón que, cuando pone orden a los semidioses, que hoy reconocemos porque se visten de luces, preferimos llamar escalafón.

Viento malvado y sibilino. Viento el día que los toros necesitaban más calma. Viento que apagó la llama de la ilusión y la entrega, la preparación, la vida y el futuro, al menos el más inmediato. Imposible colocarse y colocar la muleta. Cuando la precisión es vital, porque el descoloque es la muerte, que te mueva la muleta el viento, es metáfora de ruleta rusa.
Los toros de Escolar, acompañados de ese mal perder de Eolo, hicieron pasar grandes tragos, que pudieron ser estragos si el sexto acierta del todo con el menudo cuerpo del valiente Miguel de Pablo. Le hizo la catapulta, y el muelle de su morrillo le lanzó contra la arena a velocidad de bolaños. Sin pretender hacer referencia al ministro, dado, dicen algunos, a estos menesteres, es como se denominaban esos viejos proyectiles que, en tiempos de la edad media, se lanzaban al enemigo en forma de piedra esférica para derribar las murallas del asediado enemigo. La bala de la catapulta, simplificando, resulta que se llamaba bolaños. Ahí lo dejo. El caso es que el bravo De Pablo salió vivo de milagro. Menos mal que hoy la gente fue consciente del peligro. Salió más que reconocido. Se llevó el peor lote de la tarde, su primero engañoso y su segundo asesino. Merece oportunidades vista su entregada trayectoria.

Esaú Fernández me preocupó desde el principio. No por nada que él hiciera, me recordó a un amigo en tiempos de buscar destinos con el que compartí tentaderos, pensiones -de dormir no de cobrar, que esas no existían en mis tiempos- y disgustos y mucho miedo en la tapia. También algún momento bueno, que no le faltaba la gracia concordante con su apellido. Matador a la postre y pamplonica. Edu Gracia personaje que Dios quiera conozca algún día un guionista de Netflix. Dos gotas de agua Esaú y el loco Gracia. Que así es como le llamábamos. No solo su figura lapiceril, su nariz en retroceso, su flequillo, su altura y su firme devenir, me vino a la mente la figura del compañero del alma al que no debí dejar ir. Es que a Esaú hoy le encajaba perfecto el mote de mi compadre. Loco tienes que estar para irte en esta inabarcable tarde al riesgo de porta gayola. Esaú lo hizo en otra demostración pública de auténtica ruleta rusa. Y van dos ruletas rusas, para que vayan entendiendo la complejidad de los toros.

Salvada la bala, se puso a enjaretarle pases a un toro que a veces pasaba y a veces pasaba, pero de embestir. Irregular esta casta que me recuerda a un ser querido al que no sé someter del todo, y que cuando menos me lo espero me pega tal voltereta que me anima al corte de coleta y a la corte judicial para repartir los temas. Me desconcierta y me hiere.
Enorme Esaú con el toro cuarto. El enésimo fallo a espadas de esta feria, que pinta en bastos, le privó de una más que merecida y bien ganada oreja. Los pitos del final, extemporáneos e injustos. Definieron como siempre a los que se engloban en ese grupo de gente que quisieran ser más dioses y resultan ser idiotas. «Compás» de Eolo, diría.

Gómez del Pilar se llevó el único toro que se dejó que le arrancaras una oreja. Arrancar es literal. Embistió hasta con clase por momentos, sin dejar de demostrar su exigencia. No admitía error, ni broma, ni milonga, ni ballet y mucho menos mentira. Me sorprendió la sonrisa de Gómez del Pilar en el trance de domeñar al Albaserrada. Hasta me pareció que se reía del pobre Eolo que volvió a demostrar su miseria y su cobardía.

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