Las Ventas: Los Niños Sacan a Hombros a Marco Pérez, Pleno de Capacidad y Compromiso

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Marco Pérez salió a hombros por la puerta grande rodeado de niños, en esta matinal fuera de abono en Las ventas de Madrid.

Redacción: David Jaramillo – Cultoro.es – Foto: Luis Sánchez Olmedo

Madrid – España. La apabullante capacidad de Marco Pérez ya no toma a nadie por sorpresa, los medios y las redes sociales han hecho buen eco de sus hazañas. Y lo de hoy en Madrid es otra muesca en ese bastón de mando que parece estarse preparando para él.

Primero, porque, aunque las entradas sean gratuitas, no es fácil meter cerca de quince mil aficionados en los tendidos de Las Ventas y ese fue su primer gran triunfo. Y segundo, porque la mañana no fue fácil. Los erales de Jandilla fueron aumentando su exigencia (y corpulencia) del primero al tercero, y Marco no sólo lo solventó con una capacidad pasmosa, sino que aquello pareció fácil, como si no le costara, como si ya hubiera superado este tipo de retos desde hace un par de vidas.

Toda la mañana fue un deleite. Al primero, más terciadito y noble, le armó un gazpacho repleto de variedad, torería y sentido. Desde los templados delantales a pie junto del recibo, las ceñidas chicuelinas del quite y el sabor de esa brionesa del remate. Luego vendría un recital de toreo de muleta, la que voló con gusto y suave temple por ambas manos, con más ritmo los derechazos, salpicados y perfectamente ligados con algún cambio por la espalda, o una arrucina abrochada con un pase de pecho monumental, tan estrecho como las manoletinas del cierre, antes de agarrar el espadazo que ya rindió la puerta grande de un solo golpe.

El segundo fue otra cosa, un punto más fuerte y, sobre todo, más exigente. Ya le robó el capote en la larga cambiada de rodillas con la que lo saludó en el tercio. Pero, lejos de amilanarse, se volvió a echar de rodillas para recoger al eral con un farol y mecer unas verónicas que en su terso vuelo escondieron mando. Un quite por tafalleras puso vistosidad, antes de tomar la muleta e irse a los medios para citar desde allí y cambiar los viajes por la espalda, sobrio y seguro. Sin embargo, el «jandilla» no estaba para fiestas. Gazapeó, requirió la media distancia y pidió colocación perfecta, so pena de protestar al paso, sin ritmo y rebrincado. Marco lo notó y un par de series más tarde encontró el sitio, tiró del animal con autoridad, aunque sin forzar nada, tan natural. Así, uno a uno, pero con tal ritmo que parecía ligando, cuajó una tanda soberbia, adornada con un cambio por la espalda antes de cometer el único error de la malana: confiarse. Es ahí cuando el eral, que no perdonó, se lo echó a los lomos y le propinó una sería paliza. Juan del Álamo apareció de la nada para sacar a Marco de debajo del novillo. Sin chaqueta, el salmantino volvió a la cara del «jandilla» para bordarle una vibrante tanda de naturales antes de despacharlo de un estoconazo fulminante y pasear otro doble trofeo.

Aquel percance le hizo comprometerse más con la lidia del tercero, si cabe, porque el corpulento eral que le obligó a echar cuerpo a tierra en la portagayola que intentó, vendió cara cada embestida, pero no contaba con que Marco tenía suficiencia para pagar ese precio y más. Medio farol, gaoneras, una garbosa caleserina y la líquida revolera pusieron color al saludo capotero. Pero su inteligente inicio por doblones demostró que sabía perfectamente qué hacer con las pegajosas y protestonas embestidas del eral. Centrado y capaz, mandó por derechazos hasta conseguir desmayar el trazo cuando el novillo tomó las telas con humillación, sometido por ese gobierno disfrazado de suavidad en su muleta. Hubo además ajuste en unos derechazos tremendos, rematados de un trincherazo brutal. Por el izquierdo el novillo fue otra cosa, se coló siempre, aunque nunca sorprendió a Marco, que optó por volar la muleta al natural pero con la derecha y citando de frente con mucha verdad y ligando el forzado de pecho. Lástima que agarró la estocada al tercer intento, pero la vuelta al ruedo y esa ilusionante saldos a hombros rodeado de decenas de niños fue la mejor firma para una mañana en la que sólo se respiraba futuro.

Ficha del Festejo

Lunes 15 de mayo. Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro. Clase práctica matinal. Fuera de abono. Más de dos tercios de entrada. Mañana soleada. Tres erales de Jandilla, de correcta conformación. Noble y repetidor el primero, de gran pitón derecho; exigente el segundo, que no regaló nada y pidió sitio y temple; más fuerte y hecho el tercero, de exigente, pero agradecido comportamiento por el derecho, por el izquierdo no tuvo ni uno. Marco Pérez, en solitario, vestido de corto con chaqueta negra: Dos orejas, dos orejas y vuelta. Incidencias: Al finalizar el paseíllo Marco Pérez fue obligado a saludar una ovación. Los alumnos de la Escuela de Tauromaquia «Yiyo» cumplieron con las labores de cuadrilla. La presidencia ocupó un burladero en el callejón y no su palco tradicional. Marco Pérez salió a hombros por la puerta grande rodeado de niños.

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