Tarde Mojada en Toros y Ciudad

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Con seis actuantes, cinco coletudos y caballero en plaza, la plaza cumplió con su segundo día de toros en el aniversario de la ciudad de Manizales. Se lidiaron toros de la dehesa fundacional de Mondoñedo bien presentados.

Redacción: Javier Baquero JABA

Manizales – Colombia. En una tarde de calor se llevó a cabo la novillada con picadores de Toros y Ciudad, Con seis actuantes, cinco coletudos y caballero en plaza, la plaza cumplió con su segundo día de toros en el aniversario de la ciudad de Manizales. Se lidiaron toros de la dehesa fundacional de Mondoñedo bien presentados.

El primero de la tarde fue para Juan Gómez “Dinastía”, quién con la capa mostró emotividad con mucha velocidad, ante un castaño, justo de carnes y de fuerza. Con la pañosa el antioqueño entonado. Tandas organizadas y con sentido, dando razón a la lidia. Gómez sacó partido de fijeza del de Mondoñedo. Como tacha, por momentos dejaba de cruzarse y el novillo lo descubría en el camino. Con la espada bastaron dos viajes cortos para dejar un acero completo. Oreja justa.

En el segundo turno Maicol Ramírez, quién lidió al novillo en suerte y al fuerte chaparrón que se destapó sobre la plaza. Agua a mares y mucha voluntad.

El tercer turno, luego de que amainar la lluvia, fue para Anderson Sánchez que lució con la capa para desentumecer las manos. Con la muleta los andares tuvieron son al punto de hacer sonar el pasodoble. Hubo buenas tandas y aseo en las ejecutorias. Mató con dudas en la entrada y dejo algo muy caído.

El cuarto fue José Gallo, un espigado joven que con la capa nos dejó buenos lances. Con la muleta las embestidas sosas del Mondoñedo no dejaron trascender los trazos. Buena voluntad, pero la transmisión no subió de tono. La espada apenas de trámite.

El quinto le correspondió a La Pantera, un joven ecuatoriano que con la capa dejó destellos. Con los palos gustó, sobre en dos pares que dejó saltando sobre el astado, como una Pantera. Con la muleta poco de arte y mucho recurso, trapo grande, mucha galería y espectáculo. Estocada en todo lo alto y sin puntilla y una oreja de respuesta efectista.

Como sexto José Gómez, un aspirante a rejoneador que se encontró con un parado que no aportaba nada para el lucimiento, al que le dejó dos rejones y un sinnúmero de banderillas con más tablas que toreo. Se tornó aburrido el largo compromiso y el palco dejo seguir sin más.

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