Oreja Solitaria en León Guanajuato

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Plaza de toros La Luz, León, Guanajuato – Con una entrada cercana al medio aforo, en tarde fresca, asistimos a la histórica plaza de León, para una corrida más del coso de Rodolfo Gaona.

Redacción: Javier Baquero JABA – Corresponsal en México

León – México. Tras un minuto de aplausos por el sentido fallecimiento de Don Alberto Bailléres, se corrieron astados de Chajai, bien presentados y de juego desigual. Mucho ambiente y deseos de ver una buena corrida fue el común denominador del festejo, que anunciaba al español Paco Ureña y los mexicanos Juan Pablo Sánchez y André Lagravere – El Galo.

Paco Ureña abrió plaza con bonito astado negro que fue con presteza a la capa. Ureña de pizarra y oro lanceó con mucha suavidad al astado. Quizás no bajaba lo suficiente la cara y eso faltaba para redondear. No tuvo la fiereza, pero dejó estar al torero. Rápidamente miro a los alrededores y fue tiempo de la espada. Un intento u casi hasta los gavilanes. Con la muleta inició con mucha suavidad, tirando de las buenas embestidas del toro que tuvo bondad, raza y mucha repetición. Palmas al español y saludo desde el tercio.

En cuarto lugar, saltó a la arena un cárdeno, calcetero, al que poca capa le brindó y que recibió muy poca vara por su condición de mansedumbre, la cual demostró adicionalmente al dolerse de las banderillas. Con la muleta le dejó el engaño en la cara para que se distrajera con el callejón. Intento por ambos pitones, pero el toro no brindaba el más mínimo deseo de entregarse. Todo quedó en deseos y un lote para nada de garantía. Mató con tres cuartos tras pinchazo.

El segundo turno fue para Juan Pablo Sánchez, que lidió otro bonito astado, esta vez un cárdeno al llevó prendido a los vuelos de su capote. Lo mejor lo mostró en la muleta marcando trazos largos y mandones. El toro perseguía humillando y sin perder el engaño. Hubo tiempo hasta para los desplantes de rodillas. Pinchó para luego dejar una estocada total y un descabello reiterado, mientras sonaba un primer recado.

El quinto fue uno apretadito de carnes y buen morrillo. Sin mayores pretensiones en los palos hizo pasar apuros a los banderilleros, sin tener con que. En la muleta protestaba y pasaba a regañadientes. Hubo más voluntad en Sánchez que materia prima en el astado. Falto la fiereza para que la emoción llegará, pese a esto las palmas afloraron por la persistencia del torero, que se inventó una faena donde no había libreto. Manoletinas y la espada, que encontró hueso y luego los blandos en cien del acero. Petición y saludo desde el burladero.

El matador André Lagravere -El Galo, de luto y azabache, lidió el tercero, uno con menos cara al que le anduvo con muchas prisas. Puso banderillas por tres con alegría. Con la pañosa el toro se tornó renuente a pasar sin toques fuertes, entre tanto El Galo persistía con altibajos en sus muletazos. La espada tomó rumbo fijo y despacho al ejemplar sin puntilla. Una oreja.

Al cierre otro cárdeno, esté con más recorrido. La capa variada, pero con mucha velocidad. Las banderillas de mal en peor. Con la muleta rodillas en tierra, mucha velocidad y poca ortodoncia, al punto de pedir música para aminorar la crítica. Toreo de galería. Espada en fallo y estocada. División de opiniones. Y el juez en el palco permaneció impávido.

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