Lo Bueno Lo Malo y Lo Feo de la Tarde de Indulto

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Redacción: Federico Baquero Toro’s

Lo Bueno

El trabajo de los monosabios para dejar el ruedo en condiciones.

El tercio de banderillas de Pardo al primero.

La capa de Pardo al primero.

La faena de Cristóbal se ajustó a las condiciones mermadas del toro.

Emilio dejó de largo a su primero para que Clovis dejará una buena vara.

El segundo, Despistado, un toro de bandera, noble, bravo entipado.

La faena de Emilio dejó que el toro luciera sus condiciones excepcionales, hubo comunicación y comunión. El torero dejó ver todo lo que el toro tenía en su interior. Fue algo espléndido y el público lo vivió desde el primer lance y hasta la batida de los pañuelos.

Valió la mojada previa a la corrida, con el indulto del bravo se borran las humedades se los trajes.

Ginés resolvió a un toro montan claro en las embestidas, más voluntad que materia prima.

Ginés Marín mantuvo el control de la lidia, dejando de lado en muchos momentos la intervención de los subalternos.

El brindis de Cristóbal Pardo a los monosabios, en agradecimiento por su trabajo con el ruedo.

Cristóbal supo entender al toro y dosificó las embestidas haciendo que repitiera las embestidas pese a que al toro lo costaba. Persistencia.

El respeto de los monosabios para que los toreros puedan pasear sus glorias por el ruedo sin que en la arena este alguien más que el protagonista. El torero salé a dar una vuelta y los hombres de rojo blanco se tapan, que grandes son estos hombres.

Las chicuelinas de Emilio al quinto, manos bajas y mucho temple.

Marín quiso, pero el toro no dejó, todo lo hizo el extremeño. Una faena de batallador por parte de un técnico torero.  No había con que, pero Ginés cumplió y tapó múltiples defectos. Sobró la música para una batalla.

La estocada firme y hasta la empuñadura de Ginés Marín al que cerró el festejo.

Lo Malo

Pardo dejó mal puesto a su primero ante el caballo de Efraín Ospina.

El primer toro se quedó en lámina y sus condiciones no apoyaban para el lucimiento.

La música tardo demasiado para acompañar la labor de Emilio de Justo.

El comportamiento del tercero de la tarde, tardo y reservón, pese a que cuando perseguía lo hacía con clase.

El tercero fue un toro de embestidas en las que no se le podía dejar mucho espacio para que repitiera los recorridos.

La corrida en conjunto fue dispareja en su «presentación» y comportamiento. La adolescencia no llegó a mostrar madurez pese a buscarlo con pitones y tablillas alusivas a los años de experiencia en el campo.

Lo flojo del cuarto. Al punto de tratar de no picar para que no se cayera.

El toro Desterrado iba bien pero no tenía la fuerza para dejar tejer tupido. De uno en uno construía la faena.

El quinto generosamente juvenil, con pitones de hombre y bajos de adelantado.

El tercio de banderillas del quinto, sobretodo Moreno de Arlés. A lo rejoneador dejó de a una banderilla. Que feo.

El quinto al final mostró su mansedumbre buscando tableros y demostrando que el mérito de lo visto estaba en la técnica de Emilio de Justo.

Lo Feo

El medio par que dejó Benavidez al segundo de la tarde.

La lidia del cuarto. Mucho desorden entre los subalternos frente a uno sin fuerza y para nada barrabás.

La desprendida espada de Cristóbal al cuarto.

Musicalizar una batalla como la de Marín al sexto.

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