Eterno Paquirri

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Hace 37 años se iba el torero, el hombre y el héroe, pero a partir de esa noche nació el mito y la leyenda.

Hace 37 años se iba el torero, el hombre y el héroe, pero a partir de esa noche nació el mito y la leyenda.

La localidad cordobesa de Pozoblanco celebraba su feria y fiestas en honor de la Virgen de Las Mercedes. El cartel taurino reunía a una figura del toreo consagrada como era el caso de Francisco Rivera «Paquirri«, y a dos emergentes como José Cubero » Yiyo» y Vicente Ruíz » El Soro».

La ganadería anunciada era de Sayalero y Bandrés. El torero de Barbate venía a la localidad de Los Pedroches a poner cierre a su temporada española. Mucho se hablaba de una hipotética cercana retirada del diestro. La tarde de antes toreó en Logroño, donde también compartió cartel precisamente con Vicente Ruíz «El Soro».

El torero gaditano viajó toda la noche en su coche particular y al llegó a Pozoblanco bien entrada la madrugada, se hospedó en el Hotel «Los Godos», donde se retiró a descansar tras el largo viaje. Las cuadrillas como era y es habitual asistieron al sorteo de los astados a lidiar por la tarde.

La corrida era pareja y cómoda para el torero, pero ahí sobresalía un toro por encima del resto, porque su mirada desprendía terror entre las cuadrillas. Ni le gustó a Rafael Corbelle, por aquel entonces banderillero del «El Soro» ni tampoco gustó nada a Antonio Rivera, hermano y hombre de confianza de Paquirri. Se acordó que sería lidiado por Paquirri como segundo de su lote, es decir en cuarto lugar.

Llegó la hora del festejo, y la plaza estaba literalmente abarrotada. La corrida transcurría con normalidad y triunfante, hasta que salió ese cuarto toro de la tarde, de nombre Avispado… toro y nombre que quedó en las páginas negras del toreo y que desgraciadamente jamás olvidaremos.

Eran alrededor de las siete de la tarde cuando Paquirri, en una de las salidas del toro del caballo, lo lanceaba de capote; en el segundo lance se le coló prendiéndolo de manera muy fea y agarrándose él del propio pitón en el que se quedó a merced de él durante largos segundos. Los destrozos en su muslo estaban siendo brutales.Rápidamente fue trasladado a la enfermería precaria que había por aquél entoces en la plaza- Las declaraciones del maestro dándole indicaciones al doctor a nadie se nos podrán borrar de la cabeza, esa tranquilidad sabiendo que tenia el muslo literalmente abierto y se desangraba a la misma vez con una cornada que el mismo sabia que era muy grave, pero que nada hacía presagiar el triste desenlace final . Se hizo cargo de la muerte de Avispado «El Yiyo» , que meses después correría el mismo fatal desenlace en la plaza de Colmenar Viejo.

Del traslado a Córdoba por carretera poco hay que decir ya, todos sabemos las condiciones lamentables y penosas de aquella horrible carretera. Los minutos pasaban y la vida de Paco, como lo llamaban sus más íntimos, iba agonizando en ese larguísimo camino en el que sólo él y sus acompañantes en la ambulancia saben lo que sufrió y pasó.

Llegaban a Córdoba y todo estaba preparado en el Hospital Militar para que fuese intervenido, ya que al Hospital Reina Sofía tampoco llegaban dado que serían más minutos en contra de la vida del torero. Pero justo a la entrada de la capital califal, concretamente a la altura de la «Cuesta de La Alegría», el corazón de Paquirri se paraba, tras una larga agonía, su cuerpo entraba sin vida ya al Hospital Militar, donde se certificó su muerte.

Fue una noticia de impacto nacional que paralizó e impactó el país, porque Paquirri además de ser figurón del toreo, fue un personaje muy conocido por la prensa rosa tras sus matrimonios con Carmen Ordóñez y la tonadillera Isabel Pantoja. La muerte del maestro, supuso un antes y un después en el mundo del toro y en las condiciones de las enfermerías de las plazas de toros que tuvieron que ser adaptadas a las condiciones que se requerían para tener un mínimo de seguridad humana.

Con el paso de los años, sus hijos Francisco y Cayetano siguieron paseando el apellido Rivera por las plazas de toros e incluso su apodo de «Paquirri» en el caso de su hijo mayor Francisco, que decidió hace unos años honorificar a la figura de su padre llevando su apodo.

Hace 37 años se iba el torero, el hombre y el héroe, pero a partir de esa noche nació el mito y la leyenda.

IN MEMORIAM PAQUIRRI

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