Redacción: elmundo.es
De pequeños, dibujábamos el seis y el cuatro a la vez que recitábamos el pareado «la cara de tu retrato». Y cuando no nos salía lo garabateábamos con rabia. En plan el chiste de la cuchilla y el ya no voy a la fiesta. Ya de mayores, dibujos parecidos nos muestra el siquiatra para saber qué es lo que vemos. Normalmente, muertos. El nuevo cartel de la Maestranza nos ha recordado aquellos y estos destrozos. La conmemoración en 2020 del centenario de la muerte de José Gómez Ortega «Gallito» en Talavera no ha conmovido a la Real Maestranza de Sevilla ni la ha movido de sus raros gustos pictóricos. La ampliación de la colección maestrante de los horrorosos carteles de toros sigue su curso con una pieza más.
La obra de Albert Oehlen, presentada este martes en la plaza del Baratillo, ha vuelto a conseguir unanimidad absoluta entre la afición. Que en año tan especial quizá esperaba -por desquitarse del pastiche en plan Botero de rastrillo de la celebración centenaria de la alternativa de Chicuelo- un guiño bellamente gallista y que, una vez desengañada, ahora sólo se debate en una duda: la cosa que asoma de una supuesta careta daliniana que se intuye entre los tachones que ocultan un torero en el crematorio, ¿es una nariz o un cipote?