El año 2019 de… Joaquín Galdós

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Con Sevilla, Béziers y Bayona como ejes de su temporada, Galdós se erige como pieza clave para entender el toreo joven en 2020. Analizamos cómo fue su pasada temporada.

En el Nuevo Progreso de Guadalajara comenzó su año Joaquín Galdós: era la tarde del 20 de febrero, pero una seria corrida de Pozoblanco no ayudó para nada al triunfo, siendo silenciado en su lote el peruano ante la imposibilidad de poder lucirse con los ejemplares. Esa fue la apertura de su temporada antes de la tarde de la Real Maestranza sevillana que analizamos a continuación.

SEVILLA EN FERIA DE ABRIL

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Llegaba Joaquín Galdós a Sevilla hecho un huracán y, en las mismas condiciones, volvió al sueño de torear en La Maestranza haciendo que vibrase el Arenal a nada que le dieron la oportunidad de hacerlo. Y eso que había sufrido el parón del invierno y desde que se iniciase el año sólo había trenzado un paseíllo, el que realizó en Guadalajara.

Ahora, en Sevilla, sólo la espada le privó de obtener un triunfo grande, pero también provocó que el aficionado gozase del toreo poderoso pero de regusto de Joaquín, que suele dejar huella.

En su primero, Galdós bambeó el capote con compostura en un saludo a la verónica bien interpretado. El peruano planteó una faena inteligente, pausada y paciente en tiempos y convencimiento donde su estructura sacó a relucir más de lo que el toro tenía dentro. Hubo pases sueltos con dosis de expresión y con buen trazo al natural, al igual que a diestras. Dos tandas para dejar claro su acusada personalidad y un gran espadazo le valieron a Joaquín Galdós una reconocida ovación.

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A ‘Lucero’, su segundo, lo recibió a la antigua usanza con una lidia sobre los pies para sacarlo hacia afuera. Bonito pasaje. Toro al que enseñó a embestir y que hizo él poco a poco. Galdós demostró inteligencia y pulcras formas en una faena siempre a más y con un tono de gran nivel. Nunca se bajó el diapasón del quehacer del peruano. Una labor bonita cimentada en la elegancia y la ligazón de un torero joven que atesora mucha calidad. Dibujó el natural largo y cadencioso en series muy contundentes y expresivas. Abanderó la ligazón con la pañosa en la diestra. El triunfo era palpable ante un transmisor antagonista -encastado- pero la espada no entró hasta la tercera ocasión. Ovación al toro y clamorosa vuelta para un gran Galdós.

Tras la tarde maestrante, Joaquín Galdós se enfrentaría a otro de los grandes retos de su campaña: el de torear en Madrid. Pero fue imposible toda opción de lucimiento con una corrida de Valdefresno totalmente aplomada, sin vida, remisa a embestir, deslucida, en la que tanto Galdós como sus jóvenes compañeros de terna se vieron imposibilitados siquiera para justificarse.

Eso fue el día 16 de mayo, y hasta un mes después no volvería a vestirse de torero. Fue en el Corpus granadino, en una tarde en la que otro lote de Núñez de Tarifa sin lucimiento con el que fue ovacionado en la Monumental de Frascuelo. Pudo desquitarse del mal sabor de boca de esa doble tarde en el Coso de las Palomas de Algeciras, en una Feria Real en la que trenzó el peruano el paseíllo. Aquel 23 de junio, Galdós cortó una oreja de su segundo toro de Torrealta dentro de la corrida concurso de ganaderías. Fue un festejo en el que el gran y artístico concepto de Galdós salió a relucir para convencer a la afición gaditana.

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Un día más tarde, el 24 de junio, viajó hasta la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz para tomar parte en su serial. En esta ocasión, el triunfo le acompañó, cortando oreja y oreja y de la corrida de Martín Lorca y saliendo en volandas en medio de una tarde en la que el cariñoso público del coso de la Comunidad salió contento. Galdós retomaba el aire que el final de temporada embalaría.

Un viaje express a Chota, en Perú, le llevó a ser ovacionado en su tierra con un lote nulo a embestir de Santa Rosa de Lima. Ya de nuevo en tierras europeas, su siguiente cita fue en la localidad francesa de Éauze, con una seria corrida de Camino de Santiago que no valió.

Un mes más tarde trenzó el paseíllo en Estella, Navarra, para cortar una oreja a un serio toro de Buenavista tras una faena en la que se impuso Galdós; de nuevo viajó a tierras americanas, toreando en Palca una corrida nula de la que solamente pudo sacar en claro su predisposición. De ahí, a otra de las tardes para el recuerdo esta temporada: llegó en la localidad burgalesa de Briviesca el día 15 de agosto, en el que paseó cuatro orejas y un rabo de la corrida de Antonio Bañuelos. Día pleno de toreo en el municipio gracias a Joaquín Galdós.

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De tierras burgalesas, a andaluzas, porque el día 16 toreó una corrida de Lagunajanda en la plaza de toros de La Malagueta que, más allá de la seriedad, tenía poco, pues estaba vacía por dentro. Solo pudo dejar detalles capoteros y su entrega muleta en mano para ser ovacionado.

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Se cruzó toda la península aquella noche, toreando el día 17 de agosto en la plaza francesa de Béziers. Valió la pena el viaje y que llegase tarde a hacer el paseíllo debido a éste, puesto que tuvo que vestirse en la misma oficina del empresario Robert Margé antes de torear. Le cortó las dos orejas al primero de su lote, un animal con el que entendió el toreo a la perfección especialmente dejando momentos caros por la mano derecha. Muchísima expresión del peruano, puñetazo final con la espada y doble premio que le confería una nueva victoria en Francia.

De ahí, a tierras navarras, porque toreó el día 18 de agosto en la plaza de toros de Tafalla otro serio encierro de Buenavista. Aunque no logró entenderse con su primero, sí bordó el toreo con el quinto del festejo, un animal serísimo al que desorejó y con el que de nuevo selló el gran concepto que viene predicando Galdós.

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No le ayudó para nada un soso lote de Las Monjas al día siguiente en la Feria del Prado de Ciudad Real. Fue ovacionado en aquella cita en un festejo en el que destacó su enorme capacidad capotera de nuevo. Gran imagen con la seda del peruano. Ese sería el preludio antes de su cita en Bayona.

BAYONA EN LA FERIA DEL ATLÁNTICO

Y llegó Bayona. Llegó la cita gala del 2020 a la vida de un torero al que Francia dio la oportunidad bien aprovechada de ser alguien en el sistema. Tuvo este día el ritual de sangre en la madre que le entregó el pan cuando hambreaba, y por eso decidió Galdós que sería Bayona y su emblemático escenario el lugar para ser libre, a pesar del dolor.

Porque sabe lo que quiere y lucha por lo que busca Joaquín, al que la mediocridad del soñador de serie no ha inundado todavía su corazón. De frente se enfrentó a la muerte aquel día contra Santa Coloma y de frente se fue con dignidad para tocar pelo, a costa de lo que sea. De frente se enzarzó con el enemigo cárdeno y de frente se fue para la enfermería con un boquete en el muslo que hacía más grande la liturgia.

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A pesar de todo, se sobrepuso a las circunstancias, porque de frente le planteó el toreo a su primero y de frente dejó mano baja entre los cabeceos del animal. De frente le propinó finales de espanto para, también de frente, ver cómo rugía la plaza. Y de frente lo llevaron callejón adelante con la sangre brotándole a chorros, que era la aduana para conseguir la gloria que está alcanzando más allá de los Pirineos.

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La reaparición llegó en una lluviosa tarde en la plaza de toros madrileña de Majadahonda, festejo con el hierro de Guadalmena con el que selló el ímpetu con el que afrontaba la reaparición. Sobre todo, era un paso moral más allá de lo triunfal, que también lo fue, puesto que desorejó a su primer ejemplar.

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Una tarde en Munera, en Albacete, cerró su buena temporada, desorejando en el coso manchego a un toro de Las Monjas, pero todavía quedaba Las Rozas para mostrar de nuevo a Madrid el enorme concepto que Galdós profesa.

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