Después de los penaltis, a penar en los toros

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Desfile de lisiados, y algún novillo templado, en una tarde de disgustos

Después de la fatídica tanda de penaltis y de ver como De Gea hacía la torerísima suerte de Don Tancredo, no fuimos a la plaza de Madrid para seguir el rito de una tarde aciaga porque en el ruedo madrileño se lidió una infumable novillada de María Gascón, con desfile de sobreros incluido. Aquello era un desfile para ver cual novillo era más tullido. Al final se remedó la corrida con los sobreros de rigor y entre col y col, alguna lechuga, como ese novillo de Hatoblanco con buen estilo.

Cayó en manos de un chaval llamado Fernando Flores, muy verde aunque ya está placeado. Templó mejor por el pitón izquierdo, aunque con el codilleo correspondiente. Como mató muy de verdad le pidieron la oreja, que no se concedió y hubo vuelta al ruedo. Repitió su suerte en el sexto, lo más decente de la novillada de Gascón y aprovechó las pocas pero templadas embestidas de novillo para hacer un toreo de ligazón mentirosa aunque caló en el escaso público de ayer. Esta vez la espada no fue su fuerte.

Daniel Crespo anduvo con parsimonia en su primero, un mueble con pitones, hasta robarle algunos muletazos aseados por el pitón izquierdo. En el quinto, aparte de algunos naturales de buen corte, se extendió en una pesada labor que no terminaba nunca. Y, claro, si que terminó, pero de aburrir a la gente. El primer novillo de Borja Álvarez se partió una mano y el chico se tuvo que resignar. En el cuarto se fue al extrarradio en una labor despegada y sin norte.

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