En la 28 de San Isidro y frente a un encierro de alta peligrosidad, brilla la solvencia de Octavio Chacón. Ovacionado el valor de Sebastián Ritter. Esaú Fernández pasa silenciado. Baja entrada.
Antes de la corrida José Joaquín Moreno Silva, el ganadero advirtió sinceramente: “Saltillo puede ser muy complicado”. No había necesidad de alertar. Se sabía. Pero lo que ni él ni nadie podía prever es que los que trajo lo fueran tanto. No salieron en son de guerra, salieron en plan terrorista. Taimados, estudiosos, negados a las telas y codiciosos con los cuerpos. Aunque tardos, fueron de largo a los caballos y los más entraron tres veces, pero sus peleas fueron broncas y de renuncia rápida, cuando podían. Acecharon a los banderilleros e hicieron hilo con ellos, obligando quites angustiosos. Con las muletas no quisieron nada, con sus portadores sí, los buscaron con saña. Menudearon los arreones, derrotes, coladas, hachazos, desarmes, persecuciones e inminencias de cogidas.
Del tan avieso sexteto, desentonó “Asturdero”, el primero, que fue una historia aparte. Cuatreño, de 517 kilos, cárdeno como todos, con el número 4, de la ganadería, bonito. Siguió con fijeza el capote, tomó tres varas a distancia, pero en la última se repuchó antes de contraatacar. Luego, por el pitón derecho, trotó noble y acompasado, repitiendo, sin embargo con el izquierdo punteó cobardón y no quiso. El presidente, Don Gonzalo Villa Parro, cuando nadie se lo pedía, en uso de sus facultades legales y de su real gana, le concedió la vuelta al ruedo siendo reconvenido por el respetable.
Con ese único mejor, Octavio Chacón abrió la tarde. Por lances a dos manos, siete, y una media lo llevó y lo paró en el platillo, en suerte de varas, colocando largo para lucir el toro y que ya describimos. Lo quitó bien con delantales y la tarde parecía encaminarse por la senda de la modosa nobleza, marca saltillera. Corroborándolo, “Asturdero” permitió majezas en los cuatro doblones rodilla en tierra y los dos de pecho que prologaron el último tercio.
Ya en los medios, las tres primeras tandas diestras, una de cuatro, otra ídem con cambio de mano, natural y obligado que conmovió con su lento temple, y otra similar aunque menos, encendieron emociones. Entonces, había que hacerlo, la muleta en la izquierda descubrió un toro diferente, el Dr. Jekill se transformó en Mr. Hyde. Qué mal genio. Retomando el camino recto, tres de castigo por bajo una trinchera y una estocada pasada que tardó, hizo sonar un aviso y al final bastó. La petición de oreja era considerable y en medio de ella, con gesto imperial, Usía saco el pañuelo azul de vuelta al toro, dejando estupefactos a todos y desairado al torero, cuya lidia en todos los tercios había dado siempre las ventajas con mucho mérito. La vuelta al ruedo fue premio unilateral de los que pagaron.
El cuarto fue un marrajo con todos. En el primer lance partió un capote en dos desde la esclavina y le puso las puntas a Vicente Ruiz en el cuello en dos pares muy valientes que arrancaron una de las mayores ovaciones de la tarde. Chacón plantó cara, siendo desarmado, en una de las primeras oleadas, partido el estaquillador en otra y apuntado y perseguido repetidamente. Una estocada delantera cerró el pleito y le agradecieron en el tercio.
Esaú Fernández No tuvo argumentos con ninguno de sus dos regalitos. “Es que no tenían un pase, me vi trincado todo el tiempo”. Eso le hizo ser cauto en la última suerte. Saliéndose siempre, al segundo le pinchó y le clavó una estocada recursiva. Con el quinto fue un viacrucis, diez pinchazos, medía espada ida, una estocada baja, dos avisos, echada, levantada y cuando era casi el infamante tercer clarinazo, el malo doblo para siempre.
El paisa Sebastián Ritter, puso su piel a cambio de no poder ligar faenas a los mansos cazadores que le tocaron. Un par de verónicas, un muleteo decoroso por bajo, y un aguante escalofriante, cuando el tercero se le quedó bajo el brazo en un segundo derechazo. Pero sobre todo su decisión en larga porfía que justificó aviso. El estoque total arriba con verdad y mucho riesgo y un saludo respetuoso. El quinto, lo tuvo a merced, le quito la muleta en los medios y lo siguió hasta las tablas rasgándole la taleguilla y marcándole un puntazo en la espalda. Cuando lo derribó bajo el estribo, ya estaba perdido, y el animal milagrosamente se detuvo solo y viró hacia un capote. Un milagro. Con precauciones, pinchazo, estocada traserita y descabello. Palmas.
La tarde fue muy dura pero muy torera. Nada de coreografías ni languideces. Todo fue auténtico. Los que vinieron pasaron mucho miedo, pero la entendieron, la sintieron, respetaron a los toreros y les agradecieron de salida. Especialmente a Chacón quien además estuvo a la altura como director de lidia.
FICHA DE LA CORRIDA
Madrid. Lunes 4 de junio 2018. Plaza de Las Ventas. 28ª de San Isidro. Sol, nubes y gotas. Menos de media plaza. Toros de Saltillo, 532 kilos promedio, en tipo del encaste, diversos de romana, mansos y orientados. Vuelta protestada al 1º “Asturdero”, Nº 4, cuatreño, de 517 kilos, cárdeno.
Octavio Chacón, vuelta tras aviso y petición y saludo.
Esaú Fernandez, silencio y silencio tras dos avisos.
Sebastián Ritter, saludo tras aviso y saludo tras aviso.
Incidencias: Vicente Ruiz, saludó tras parear al 4º.