Luis David y Ombú

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El mexicano hace los honores a un bravo cinqueño con faena rotunda y fenomenal estocada, corta oreja y sale ovacionado tras pinchar al sexto. Silenciados Finito y Román con toros mansurrones.

Minuto de silencio por el doctor Ramón Vila cirujano de Las Ventas por cuatro décadas. De los seis toros, únicamente fue estoqueado el tercero. Los demás cayeron tras pinchazos y descabellos. Quizá en estos tiempos “modernizantes” resulte un detalle intrascendente, anecdótico. A mi me parece grave, gravísimo y tristemente significativo. Los toros serán “lidiados y muertos a estoque” rezaban los carteles en tiempos arcaicos (los míos) cuando los toreros aparecían vestidos en ellos. Perdónenme.

Por lo demás, Luis David, un veinteañero de Aguascalientes vino y llenó la tarde. Prodigó quites a cuatro toros, los dos suyos y los de Román. Uno por gaoneras y larga, otro por chicuelinas y revolera, el tercero por cordobinas y revolera y el último por zapopinas y serpentina. Todo un homenaje a la historia del toreo en su tierra. Y “Ombú”, jabonero, simétrico, astifino atacó las verónicas de saludo y el doble remate con prontitud, codicia, son y largura. No se le podía ir.

Empujó en las dos varas de Bernal y se brindó generoso en el quite y en banderillas. De largo y galope fue a los estatuarios reales, el de pecho y la firma que abrieron el último tercio. Fue y volvió pasando más allá, humillado y leal pero fogoso. Blandeó sí tras la segunda serie. La única vez. Por derecha e izquierda la faena fluyó limpia, planchada, rimada, precisa de sitio, distancia y altura. Una, dos, tres y más tandas y el público (¿de aluvión?) como si nada. Naturales hasta cinco y seis ligados, los matices de los forzados con toro enroscado y las arrucinas lograron en las postrimerías arrebatar la parroquia. Cuatro bernadinas apretadas antes del volapié frontal y el estocadón cimero. Rodó el bravo. Le cortaron la oreja ¿Porqué no las dos? ¿Qué faltó a faena tan completa y templada de principio a fin? Hay que ver como se han dado y negado otras peludas por ahí en esta feria donde la vara de medir parece cambiar constantemente.

El quinto, negro, también de cinco, 631 kilos y una cuna enorme, fue, tan bravío, revoltoso y buscapies que avalaba mucho el estarle por la cara como lo estuvo Adame. Le citó de tablas a medios, acometió como un vendaval, y solo el arqueo último de la cintura al vaciarlo por la espalda evitó en milímetros el impacto. De allí en adelante fue una pelea de toma y dame, sin tregua. El tornillazo tras cada suerte, las puntas buscando presa, las derechas y los naturales de a uno y dos, la regiomontana obligada y la inminencia de cogida siempre. Al final, el animal paró y el arrimón y el ofrecimiento del cuerpo, que a Madrid exasperan, fueron aplaudidos por incontestables. Se tiró de frente, pinchó hondo y descabelló sin entrar otra vez. Fue lo único feo que hizo en toda la tarde, pero se fue ovacionado

Los de Juan Pedro Domecq, el sexto con  el hierro de Parladé un castaño, un colorado, un jabonero y tres negros. En ese orden. Cinqueños, excepto el primero, astifinos y cuajados. Parejos en sus 577 kilos promedio, impecables de trapío, salieron cortos de raza y fuerza, excepto el gran 3º, uno de los toros de la feria.

Finito de Córdoba, principescamente ataviado. Estrellas de oro sobre terciopelo púrpura. Parecía proclamar entre sus dos alternantes, que los toreros no son ni jóvenes ni viejos cuando son toreros. Eso fue lo que puso en la tarde. Torería. Sus momentos más lucidos las cuatro veróncias y cuatro medias al flojo y manso primero y algunos naturales asilados de mucha postura con el desrazado cuarto. Por el contrario, ya lo dijimos, no estoqueo ninguno de los dos.

Román, desarrolló el tema, las ganas no bastan. Destemplado y descolocado fracasó en sus intentos de sometimiento al ultra soso segundo. Con el quinto del mismo talante la inexperticia se hizo más evidente. Mató a cada uno con pinchazo y dos descabellos. Eso, hablando en en pura tauromaquia, no es matar.

La otra cosa que me dejó muy preocupado fue que el dinástico ganadero, cuyos toros tienen tanta demanda, se manifestara satisfecho con el conjunto de la corrida. Presencia y edad sí, se le abona, bravura no, excepto uno entre seis.

FICHA DE LA CORRIDA

Madrid. Jueves 17 de mayo 2018. Plaza de Las Ventas. 10ª de San Isidro. Nubes. Dos tercios de aforo. Seis toros de Juan Pedro Domecq, uno, el 6º con el hierro de Parladé,  577 kilos promedio, cinqueños excepto el 1º, bien presentados y armados, aunque de poca raza y fuerza excepto 3º y 6º. Ovacionado el 3º “Ombu”.

Finito de Córdoba, silencio tras aviso y silencio.

Román, silencio tras aviso y silencio.

Luis David, oreja y saludo.

Incidencias: Saludó Tomás López tras parear al 6º.

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