SAN ISIDRO: LA CARAVANA DE LOS CARACOLES SUICIDAS

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Redacción: Lucho Herencia – Cultoro.com – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo

Cuando se habla de estos moluscos, que al adquirir un virus se vuelven la presa más fácil de su depredador por voluntad propia, se piensa en la actitud que debe tener un novillero.

Madrid – España. Es eso, las ganas de querer jugárselas, de apostar el todo –o la nada- que se tiene para cambiar el rumbo de la suerte, así el número de la ruleta o la carta sean las menos favorables, como una gran virtud, que además es necesaria para que los que llenaron poco más de media plaza quieran volver a ver a los de luces llegar.

Y las cartas, sin ser del todo malas, no llegaron a ser las perfectas, y las apuestas no siempre fueron las mejor planteadas, menos así rematadas cuando había la oportunidad con la espada.

Al parecer, el virus de querer ser, se mostraría con Juan Miguel, mostrando la carta al irse a la puerta de chiqueros a recibir con una tafallera al primero, que posteriormente lo achucharía al quedarse corto, y luego ponerse con la zurda a querer torear. Y de querer, quiso, sobre todo en las primeras tandas. Aunque luego el planteamiento le hiciera perder la apuesta, con un trasteo sin consistencia en el que la casa ganó tras no poder con la espada. Quizás se habría quedado ya sin fichas en el cuarto, mientras en el percal el novillo pasa que va pasando, haciendo falta poderle, haciéndose el desentendido y marcando por dentro en la faena de muleta, que iba a la baja hasta que, las manos pegadas al cuerpo, y un trompicón hacia arriba le hicieron volver a tierra con el cuello como apoyo, y allí, quizás atacado por el virus del caracol suicida, se puso a querer apostar lo que no tenía y en estado grogui tras meter la tizona le llegó la oreja como un sueño de una vida que no vivió.

Alejandro Marcos padece también de ese virus, pero quizá el tratamiento recibido le haya hecho cambiar el arrojo por paciencia, clase y astucia para buscar resolver. Asentado, expresivo y poniendo torería a sus ideas, apostó a la ruleta de su primer novillo que no terminó de pasar, y él tampoco en la suerte suprema. En el siguiente juego, con un oponente informal y sin clase, se fue diluyendo de a pocos cualquier intención, mientras buscó de alguna forma hacerse ganador y lo echó a perder nuevamente con el acero.

La terna se cerraba con Ángel Sánchez, que vio la suerte de espaldas al ser cambiado ese reservón primero de su lote por un espantoso de hechuras, con el que en principio no había por donde hacerse ganador. Topaba, arrollaba y se defendía en su recorrido a traición, pero claro, el novillero también llevaba activada la situación de querer hacerse una presa fácil y jugársela, y así, entre tarascadas se quiso imponer, cuajando buenos muletazos con la diestra, simulando que el novillo rompía, entre su astucia al aprovechar la inercia y tratar de no destapar la cara para que no echara algún gañafón, pero la inercia también hizo que la espada se fuera baja. El cierraplaza hizo pensar que todo confluiría en una apuesta ganadora mientras se apagaba la tarde, saliendo alegre y desplazándose con transmisión en el limpio trazo de capote, además de arrancarse de largo, aunque tardo, en el caballo. Pero duró el suspiro de una primera tanda a gusto, porque luego la chispa se perdió entre enganchones, poniéndole algo de sabor sobre el final, pero que no se paladeó con el estoque.

Ficha del Festejo

Plaza de toros de Las Ventas. Última novillada de la feria de San Isidro. 24ª de abono. Más de media plaza. ovillos de Flor de Jara. Juan Miguel, silencio y oreja. Alejandro Marcos, silencio y silencio tras aviso. Ángel Sánchez, ovación y silencio.

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