SANTANDER / 3ª de Santiago
Jorge Arturo Díaz Reyes, VII 21 2024
Fernando Adrián a hombros con las orejas del segundo. Fortes vuelta al ruedo y Borja Jiménez ovacionado. Juanpedros con limitaciones, pero con mucho que torear…
Fernando Adrián salió ayer a hombros de Bambamarca en los Andes peruanos, bajó a Lima, tomó un avión, cruzó el Atlántico y sin descanso se prodigó en el norteño Santander saliendo de nuevo a hombros con dos orejas del segundo qué, de haber atinado al quinto, hubiesen sido cuatro. Un torero para la fiesta, este de Arganda, que me recuerda ese Palomo Linares joven, no tanto por su estilo como por su actitud, de fiesta siempre, para la fiesta siempre, competitivo siempre.
Los juanpedros eran dispares, a límite de la casta y la fuerza, pero con ese fondo común de nobleza familiar que daba tanto para el toreo quieto, templado, sosegado, confiado y cercano. Tanto que a lo largo de la transmisión Domingo Delgado invocó repetidamente el nombre de Paco Ojeda. Pero con todo respeto, el maestro de Puebla del Río, no solo le hacía eso a toros como los de hoy. Fueron ellos los que propiciaron las evocadoras imágenes.
Con las más bellas y sentidas verónicas (nueve y media) saludó Fernando a su primero. Cuanta lentitud, templanza, ritmo, verdad y ligazón en la rimada estrofa. Pero “Receloso” se derrumbó tras un picotazo y lo devolvieron. Sin embargo, ahí quedó eso, pues nada de lo que pasó después en la tarde alcanzó esas altas cotas estéticas.
Corrido el turno, salió “Secuestrador”, 550 kilos, cuatreño como todo el encierro, salvo el sobrero. Farol de rodillas, verónicas, tres chicuelinas a plomo y la revolera. Fiesta es fiesta. Desde el brindis la muleta descubrió la fija lealtad de la embestida que trazaba por la derecha en principio a media altura y luego al piso en series de continuidad más enervante que las mismas acometidas. Matices al toreo en redondo de cambios inesperados por la espalda y una serie natural ápice del trasteo, cinco, forzado, y una firma. Entonces el animal peló el cobre, mejor dicho se rajó, pero no se libró, porque al arrimón en las tablas el dominio se hizo sentir, alegrado con cinco bernadinas coreadas pre mortem. La estocada en lo alto fulminó y el premio mayor no planteó discusión entre público y palco.
“Alambisco”, de El Pilar, mismo encaste, cinqueño, 562 kilos, el reserva que salió quinto, fue quizá el más enrazado, La brega fue más peleona y emotiva en este aspecto. Luego de brindarlo a Manuela López, hermana de El Juli. “El mejor torero que he conocido”, se puso de rodillas para dos cambios por la espalda, cinco derechas en redondo, un ayudado de pie y el de pecho, todo junto. Listo, la plaza incluida la banda era suya de nuevo, y lo que siguió con predomino zurdo no hizo más que refrendarlo. Iba de triunfo total, pero pinchó hondo, fuera de sitio, y descabelló sin haber estoqueado. Le ovacionaron, como sería, y al acabar la corrida cogieron con él para la calle. Torero de todo público. Salvo claro, para los que consideran sacrilegio hacerlo de rodillas o por la espalda.
Fortes, prodigó muy buenos momentos no continuos, y Borja que es otro con predicamento hubiese podido tocar pelo, de pronto doble, de haber matado mejor. Es que los toros, fueron y vinieron, ayudaron, se dejaron… Como sueñan, me imagino, los aficionados al ballet.
Los juanpedros eran dispares, a límite de la casta y la fuerza, pero con ese fondo común de nobleza familiar que daba tanto para el toreo quieto, templado, sosegado, confiado y cercano. Tanto que a lo largo de la transmisión Domingo Delgado invocó repetidamente el nombre de Paco Ojeda. Pero con todo respeto, el maestro de Puebla del Río, no solo le hacía eso a toros como los de hoy. Fueron ellos los que propiciaron las evocadoras imágenes.
Con las más bellas y sentidas verónicas (nueve y media) saludó Fernando a su primero. Cuanta lentitud, templanza, ritmo, verdad y ligazón en la rimada estrofa. Pero “Receloso” se derrumbó tras un picotazo y lo devolvieron. Sin embargo, ahí quedó eso, pues nada de lo que pasó después en la tarde alcanzó esas altas cotas estéticas.
Corrido el turno, salió “Secuestrador”, 550 kilos, cuatreño como todo el encierro, salvo el sobrero. Farol de rodillas, verónicas, tres chicuelinas a plomo y la revolera. Fiesta es fiesta. Desde el brindis la muleta descubrió la fija lealtad de la embestida que trazaba por la derecha en principio a media altura y luego al piso en series de continuidad más enervante que las mismas acometidas. Matices al toreo en redondo de cambios inesperados por la espalda y una serie natural ápice del trasteo, cinco, forzado, y una firma. Entonces el animal peló el cobre, mejor dicho se rajó, pero no se libró, porque al arrimón en las tablas el dominio se hizo sentir, alegrado con cinco bernadinas coreadas pre mortem. La estocada en lo alto fulminó y el premio mayor no planteó discusión entre público y palco.
“Alambisco”, de El Pilar, mismo encaste, cinqueño, 562 kilos, el reserva que salió quinto, fue quizá el más enrazado, La brega fue más peleona y emotiva en este aspecto. Luego de brindarlo a Manuela López, hermana de El Juli. “El mejor torero que he conocido”, se puso de rodillas para dos cambios por la espalda, cinco derechas en redondo, un ayudado de pie y el de pecho, todo junto. Listo, la plaza incluida la banda era suya de nuevo, y lo que siguió con predomino zurdo no hizo más que refrendarlo. Iba de triunfo total, pero pinchó hondo, fuera de sitio, y descabelló sin haber estoqueado. Le ovacionaron, como sería, y al acabar la corrida cogieron con él para la calle. Torero de todo público. Salvo claro, para los que consideran sacrilegio hacerlo de rodillas o por la espalda.
Fortes, prodigó muy buenos momentos no continuos, y Borja que es otro con predicamento hubiese podido tocar pelo, de pronto doble, de haber matado mejor. Es que los toros, fueron y vinieron, ayudaron, se dejaron… Como sueñan, me imagino, los aficionados al ballet.
FICHA DEL FESTEJO
Santander 21 de julio 2025. 3ª de Santiago. Plaza de Cuatro Caminos Sol. Lleno total. Siete toros, seis de Juan pedro Domecq. Cuatreños, dispares, 525 kilos promedio, nobles, mansos y blandos, y un 5º de El Pilar, cinqueño encastado.
Fortes, palmas tras aviso y vuelta.
Fernando Adrián, dos orejas y saludo.
Borja Jiménez, saludo y palmas tras aviso.
Incidencias: Terminado el festejo, Fernando Adrián salió a hombros.






















