Los toros, de batalla en la arena a batalla en la política

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Las corridas de los años 70 poco tenían que ver con las actuales y de aquella fiesta nacional que utilizó el régimen se ha pasado a ese debate nacional, que se repite en cada feria

Redacción: lanuevacronica.com

Metidos ya en las fiestas de San Juan y San Pedro, de las que Fernando Rubioguarda miles de fotos en su archivo, era inevitable la mirada sobre ellas, pero al fotoperiodista de los setenta el cuerpo le pide elegir los toros, la feria sanjuanera. Añade a la importancia de la misma la ‘nostalgia’ de los compañeros plumillas que le acompañaron: «No puedo olvidar las crónicas de Álvaro Linares o Manolo Valdés, en Proa, y las de Roherre, así firmaba Ángel Herrero, en los artículos taurinos en el Diario de León.

– Nos van a crujir los antitaurinos.
– A mí me da lo mismo, para mí sigue siendo un noble arte. En los 70 no falté a ninguna de las que se ofrecieron aquellos años en el Coso del Parque. Tuve la oportunidad de ver de cerca a los grandes toreros del momento y me enseñó a respetar a los ‘maestros’ y sus cuadrillas, comprender su coraje y valorar el enfrentamiento con un animal que tiene bien ganado el adjetivo de bravo. De todas formas, es muy aventurado juzgar las corridas de toros de los 70 con ojos actuales.

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La plaza de toros de León se inauguró el año que nació Fernando Rubio, 1948, es decir que este año los dos cumplen 77 años. | FERNANDO RUBIO

Le arranco un camino del medio, centrarse en las imágenes menos habituales de las corridas de toros, esas imágenes de la cara B en las que Fernando es un verdadero maestro. «He elegido varias fotografías en las que, además de los dos protagonistas, el toro y el torero, traigo a los secundarios, mulilleros, areneros, carniceros, y un aspecto oculto de la plaza: la capilla, con una imagen de la Virgen del Camino, donde se retiraban los toreros a rezar antes de salir al ruedo».

Le cuento, así me lo contaron, que la plaza leonesa no tenía capilla como tal y una tarde que toreaba el singular Curro Romero dijo que no torearía si no había capilla. Tuvieron que ir de urgencia a por una Virgen del Camino y así nació la capilla. «Los toros están llenos de ritos, manías, supersticiones, forma parte de esta fiesta».

Decía Rubio que es arriesgado ver los toros de los años 70 con los ojos del 2021; es como comparar la sociedad de los 70 con la actual, para bien y para mal, depende de qué hablemos. Una prueba clara es una de las imágenes elegida: la de tres maletillas pidiendo una oportunidad a las puertas de la plaza leonesa. «En diez años hubo lugar a todo, incluido salto de espontáneos’ pidiendo una oportunidad, seguramente los mismos maletillas que la pedían a la puerta. También he incluido la imagen de un toro que saltó al callejón, donde estaba fotografiando, y que constituyó uno de los momentos en los que me di cuenta de lo bravo que era un toro, lo mismo que vi de cerca en la cogida que sufrió el albaceteño Dámaso González, que afortunadamente no tuvo graves consecuencias».

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Ir a los toros era un rito, para muchos un indicador de estatus social. | FERNANDO RUBIO

Acude Fernando Rubio en ese debate taurino-antitaurino a un curioso enfrentamiento, preguntarle por los toros de los años 70 a la modernísima inteligencia artificial y, curiosamente, no aparece nada nuevo que no se repita el eterno e irresoluble debate que se ha instalado en la sociedad actual, como hemos vuelto a comprobar en la reciente feria con la presencia, especialmente, de Morante, vinculado a un partido muy concreto y que provocó que en sus toros se corearan graves insultos contra el presidente del Gobierno.

Hasta la IA lo razona: «El término ‘Fiesta Nacional’ y su profunda asociación con el franquismo sin duda contribuyeron a su actual situación de ‘proscripción’ (o, más bien, de declive y fuerte debate social), el cambio en la sensibilidad hacia los animales y la evolución de los valores éticos de la sociedad son los motores principales de su transformación. Un nombre diferente podría haber alterado la trayectoria, quizás minimizando la carga política, pero no habría eliminado el fundamental conflicto ético que genera en gran parte de la sociedad actual».

Este componente político lo ve mucho más claro Fernando Rubio en el caso de los «Bous al Carrer» (o ‘correbous’) que  son, en contraste, una tradición más arraigada a nivel local y popular, especialmente en Cataluña, la Comunidad Valenciana, y algunas zonas de Aragón. Nunca tuvieron la misma promoción estatal o la misma carga de ‘símbolo nacional’. Se perciben más como una fiesta de pueblo, una tradición comunitaria, lo que les otorga una especie de ‘legitimidad local’ diferente ya que nos permite profundizar en los matices de esta cuestión».

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Sería un debate muy extenso, pero en lo que no le cabe duda a Fernando Rubio —y a casi nadie— es en la riqueza del lenguaje taurino, tanto que se ha instalado en nuestras conversaciones y hasta los más antitaurinos acaban por utilizarlas, dada su fuerza. «Coger el toro por los cuernos, ‘Ver los toros desde la barrera’, ‘Echar un capote’, ‘Entrar al trapo’, ‘Hasta el rabo, todo es toro’, ‘No hay quinto malo’, ‘Torear a alguien’, ‘Tener las intenciones de un miura’, ‘No hay buen diestro sin buen subalterno’, ‘Ni temas toro, ni acoses vaca’, ‘Toros y fiestas, malo para las bestias’ o ‘Torear al alimón’, que es lo que hacemos  como tú y yo en estas páginas del León de Fernando Rubio y, y por último el chascarrillo de afirmación vital, en el que el aficionado le dice al matador: ‘Maestro, donde esté una buena corrida, que se quite el fútbol’ a lo que el torero le contesta ‘¡Anda! y los toros!».

Y en un lunes (que aparece el martes) de León y toros no podía faltar una de las historias que une a los dos: «Fue un caso único de torero que se cortó la coleta y se hizo sacerdote dominico en La Virgen del Camino: Juan García ‘Mondeño’, el torero fraile: ‘Quise ser sacerdote, pero mi abuela era muy comunista y me lo prohibió», explicaba al abandonar. «Se comentaba que, cuando estaba en los dominicos de la Virgen y alguien quería confesar una infidelidad, se le indicaba: «Para asunto de cuernos, el padre Mondeño».

 

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