Morante de la Puebla, que cuaja una faena grande, y Emilio de Justo salen en hombros. Sergio Rodríguez, muy firme, pincha la Puerta Grande
Morante se salió a los medios toreando a la verónica al cuarto, un toro bien hecho, acapachado de cara aunque cerrándola demasiado lo que restaba presencia. Cumplió en dos puyazos de Israel de Pedro, el segundo entrando por los pechos del caballo. El sevillano mandó en el inicio de faena para apaciguar el ímpetu del de Garcigrande. Y se impuso Morante porque tuvo mucho que torear. Todo quedó preparado para una última tanda de naturales extraordinarios por templados, cadenciosos, suaves, con una colocación perfecta, pasándoselos por la barriga, para poner Ávila en pie. Además, el toro salió muerto de los vuelos de la muleta después de una estocada sin puntilla. El premio de las dos orejas fue unánime.
Salió suelto el primero de El Capea, abrochado de pitones. No quiso capotes, ni siquiera el de Morante. Botinero se afligió después de clavar los pitones en la arena pero acudió tres veces al caballo con cierta prontitud. La suavidad en la lidia de Joao Ferreira fue perfecta para el toro, y el tranco acompasado en un buen tercio de banderillas de Curro Javier y José María Amores también… pero ni con esas fue capaz de sostenerse en la muleta del sevillano, que abrevió.
El segundo de Vellosino, más bajo, terciado y lavado de cara, repitió en el capote de Emilio de Justo. Palmeño-44 fue tardo en el segundo puyazo pero empujó con los dos pitones en un buen tercio de Germán González. El toro rompió a embestir desde el primer muletazo, por abajo, largo, humillado. El extremeño ligó tandas con gran ajuste, rematando con los de pecho hasta la hombrera contraria. Por el izquierdo también repitió el de Vellosino, colocando la cara y yendo hasta el final del muletazo. Tardó de Justo en preparar las manoletinas finales cuando Palmeño echó una miradita a tablas, aun así el toro fue de nota. La estocada fue perfecta. Dos orejas.
El quinto de José Enrique de Valdefresno metió la cabeza abajo en el primer puyazo, empujando y empleándose, y apenas señalaron el segundo. Apenas se movió en banderillas, por lo que los banderilleros tuvieron que llegarle mucho a la cara para poner el par. No dio opciones de lucimiento a Emilio de Justo que intentó agradar pero se excedió en el metraje de la faena.
El hierro de El Torero marcaba el pial de Empalado-20, el tercero, bajo, fino de hechuras y de cara abierta. Sergio Rodríguez lo colocó de una forma muy torera en tres encuentros en el caballo, cada uno a mayor distancia que los anteriores. El tercero, desde la misma boca de riego, fue una belleza. Manuel Quinta estuvo soberbio pero el toro, aunque fue alegre, tuvo prisa por salirse del peto. El abulense brindó a Morante. Siempre vertical, asentado, firme como un junco, Rodríguez mostró una personalidad basada en el valor y la quietud. Tuvo nobleza el toro en la muleta. El cierre por naturales a pies juntos fue importante. La estocada, su talón de Aquiles, se fue a los blandos. El público estuvo condescendiente con la petición y la presidenta concedió una oreja.
El lucero y botinero sexto de Valdellán salió con tanto ímpetu que rompió las tablas de un derrote. Sergio Rodríguez lo recibió por aplaudidos delantales. Héctor Piña protagonizó un buen tercio de varas, de pundonor y raza. No fue fácil Chafado-33, que precisó distancias, alturas y toques precisos. El abulense estuvo muy firme y mandón, sobre todo con la mano izquierda pero otra vez la espada dio al traste con el triunfo.