En tarde plomiza, con una entrada cercana al lleno, se cumplió el regreso a los ruedos del diestro francés Sebastián Castella. Tarde abúlica hasta el quinto. Solo dos orejas, aunque pudieron ser cuatro o cinco, de no ser por los aceros.
1 toro, Boticario, #67, 456 kilos de Ernesto Gutiérrez, negro
Desde el primer lance cargo la suerte Castella para lancear a la Verónica para rematar con media.
Se lanzó un espontáneo, Guillermo Perla Ruíz, presidente de la Undetoc. Unos muletazos y pidió excusas al propio Castella.
Luego de la vara, cuatro verónicas suaves y media.
Brindó a su madre, sus dos hijas y a Katia Sol, su novia.
Por doblones de las tablas al centro del ruedo. Faena templada, lenta, correcta. El de Gutiérrez fue un amíguete de Castella, medida justa a la muleta planchada y conductora.
Las cosas las hizo Sebastián como si estuviera entrenando de salón. Suavidad, con armonía y buenos muletazos. Con el acero, tres cuartos traseros. No hubo efectividad y el descabello fue certero. Silencio
2 toro, Zafiro, #256, 440 kilos de Juan Bernardo Caicedo, castaño
Un muy chico toro para que Castella recogiera las embestidas y dejará pocas verónicas. Embestidas sueltas.
Luego de la vara, con el ruedo totalmente despejado, Castella nos regaló una Verónica, tafalleras, saltilleras, revolverá y calecerína.
Brindó a Rafael Viotti, banderillero de confianza del francés.
La faena fue de nobleza, pero carente de emoción, no hubo repetición continua, eso hizo que no transmitieran emoción. La faena fue lenta y templada, de tandas cortas. La espada en tres cuartos fueron suficientes para qué doblará el toro. Silencio a Castella y pitos al toro.
3 toro, Panela, #707, 460 kilos, negro
Tras el letrado del segundo, Castella estaba que se salía de su traje y el toro de buena lámina, con cinco años de edad recibió palmas en su salida.
Tres verónicas a uno que se iba de cara. Hubo una demora injustificada para salir los montados. El palco sacó el pañuelo verde, ordenando el cambio del toro.
3 bis toro, oculto, #711, 442 kilos, negro, Ventas del Espíritu Santo.
A la Verónica Castella lanceó al toro que embestía con alegría. Vara corta de Cayetano.
No brindó y dio trámite a una faena templada a un astado que se reservaba las embestidas. La labor fue de consentidor. No había chispa en el toro y Castella tiraba de él con temple y suavidad. En corto el francés encontró la medida justa para los muletazos de uno en uno.
4 toro, Arabesco, #171, 470 kilos, castaño oscuro, Juan Bernardo Caicedo.
A esta hora del festejo nada que recordar y toda la ilusión para ver llegar a este astado que tampoco brindaba claridad. Tardeaba, mucho y la capa pasó inédita. Tres varas al toro que empujó con riñones.
Sentado en el estribo para dar tres muletazos y luego por bajo tratando de hacerse a las embestidas. A este momento no había materia prima. El toro era bronco y lo que hacía bien se borraba con esta condición. El toro se paraba y Castella tomó el camino al acero. Espada trasera.
5 toro, Descarriado, #718, 530 kilos, negro, Ventas del Espíritu Santo.
Salió un negro con presencia, aplaudido de salida. Tres verónicas suaves y dio paso a los montados por la falta de fuerza.
Brindó al público e inició con cambiados por la espalda y muletazos por alto. La moneda cambió de cara y Castella encontró un toro que, de menos a más, galopaba a perseguir el trapo rojo. Codicioso, pronto y fijo en el engaño. Los trazos fueron largos, profundos, asciendo el avión en cada trayecto. Toro de emotividad.
Castella dio tiempos muertos para reponerse al toro cinqueño. Por ambas manos hubo arte. Tomó la espada y un pinchazo. Mucha preparación para su siguiente encuentro, una espada en todo el hoyo de las agujas. Petición unánime las dos orejas. Llanto en el rostro del ganadero. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro.
6 toro, Cerrajero, #5, 452 kilos, negro, Ernesto Gutiérrez
Para el cierre un toro pronto, al que Castella llevó prendido en verónicas de buena factura. Poca vara de Viloria.
El último fue brindado a Juan Carlos Gómez, gerente de Cormanizales, seis muletazos seguidos, para el inició de faena. La faena tuvo tiempos muertos, tiempos para que el toro se recompusiera. Muleta a la mano izquierda, música y técnica en la composición. Temple y muletazos en redondo tras la cadera. Tomó la espada y al entrar a matar caló al toro. El verduguillo llegó a las manos y demora en la ejecución. Un aviso.
Castella salió en hombros y compañía de los jóvenes del tendido joven