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Bolívar Indulta a «Lanzadito»
Bolívar indulta a «Lanzadito» en la tarde que no debería ser de su adiós (con permiso de Luque)
Redacción: David Jaramillo cultora.es Web Aliada
Manizales, sábado 11 enero, 2025 - El colombiano indultó un toro de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo en la tarde de su adiós hasta el momento, y se fue en volandas con el extraordinario nivel de Luque.
Antes de salir el primero de la tarde, Luis Bolívar fue objeto de un homenaje por parte del Tendido Joven de la plaza, por el XX aniversario de su alternativa, justo en la que pudo ser su última tarde como matador de toros. Al menos, de momento. Y jode, porque la actual capacidad de Luis Bolívar es superlativa, además con una expresión pausada, con ese poso que dan los años.
Ya lo demostró con el primero, un toro tan bien hecho como complicado, porque fue reservón, violento e incierto. Por eso el caleño se hizo cargo de la lidia en banderillas, evitando dejar al azar el más mínimo detalle. Ya con la muleta cada pase fue una lección para que el toro supiera quien mandaba y por dónde debía ir. Doblones primero, para abrir el camino, y después derechazos recios, sólidos para que el toro no tuviera tiempo de dudar. Podido, el toro buscó su querencia de chiqueros, pero de allá lo trajo Luis de nuevo a los medios para intentar sacarle el mejor partido. Faena de torero maduro, ganando cada envite y evitando el derrote seco. Todo bien. Había ritmo, temple, guato y poderío. Sonó la música hasta que, el toro le arrancó la muleta de un hachazo. Entonces cambió y ya no tuvo ni uno más. Sólo quedaba matarlo y a Bolívar se le atascó la espada.
Pa´que vuelvan
Antonio Ferrera y Juan de Castilla salen a hombros con tres orejas cada uno. Emilio de Justo ovacionado. Ligero, encastado y diverso encierro del Capitán Barbero...
El cuarto, negro, salió como una tromba, partiendo plaza, rematando contra el burladero frontal, quebrando sus parales de concreto, las tablas y como luego se pudo comprobar, sus dos maxilares. La fiereza y espectacularidad del Santa Bárbara marcó el culmen emocional de la tarde.
Una tarde con plaza casi llena, en su mayoría de festivo y fervoroso joven público. Qué bien. El veterano Antonio Ferrera, que vino a esta temporada colombiana con el evidente propósito de ayudar a evitar el triste final que aquí avisora la fiesta, encontró la justa grey para predicar ese su credo vintage. Esede rancio aroma, que invoca la era decimonónica, la del romanticismo, la de los nombres sagrados, Desperdicios, Paquiro, Cúchares…
Cuando el toreo era una fiesta de valor, creatividad, y sorpresa, sin cartabones. Ese pasado anterior a la rigidez de las formas. Ese que tenía solo las primitivas verdades, bravura y valentía por soporte. Ese para el cual el toreo era fundamentalmente una fiesta, de honor sí, pero fiesta mortal primero que todo. Él balear, la receptiva parroquia y los pequeñines, encastados, cariserios de Barbero, pusieron las cosas en ese plan. Aquí nadie se aburre, parecía la consigna. Fuera los aguafiestas. Y así, se ovacionaron con desenfreno, banderilleros con un solo palo, picadores de una sola vara, estocadas bajas o con una cuarta fuera de los costillares y toros desfondados. La banda contribuyó. Para señalar, como nota frugal, no sonó el pasodoble excepcional, pese a que se otorgaron seis orejas y cinco vueltas al ruedo, cuatro para toreros y otra para toro. Y todos tan contentos. Incluido yo.
Lo Bueno, Lo Malo y Lo Feo de la Primera Tarde...
Lo bueno
Una entrada de tres cuartos del aforo.
La faena de capa de libardo al segundo, suave y templada.
Buena vara de Reinario Bulla, y fue aplaudido en el patio.
El comportamiento del segundo del festejo, que fue indultado, quizás muy ligeramente, pero fue bueno, noble y entregado.
La vara de Ildeblando Nieto al tercero de la tarde.
Juan David Ortiz puso buenos palos y saludó.
La estocada de Ramírez a su primero.
La vara de Adelmo Velásquez al cuarto del festejo.
La calidad del encierro, bravo, encastrado y pidiendo credenciales.
Lo Malo
Mucho capote al inicio del primero, desluciendo lo que debía ser trabajo del torero a caballo.
Rodríguez dejó tocar las jacas al dejar de templar.
No hubo lucimiento y si peligro para los caballos.
Reguero de banderillas de Rodríguez
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