César Rincón: “Vuelvo a Cali donde todo empezó”

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Cañaveralejo, de fiesta con el regreso de César Rincón, el torero colombiano más importante de la historia: “Vuelvo a Cali donde todo empezó”

Rincón se presentará en la Plaza de Toros de la capital del Valle el lunes 29 de diciembre.

Víctor Diusabá Rojas

Redacción: Víctor Diusaba Rojas el país.com.co

Luego de su apoteósico regreso a los ruedos el pasado 12 de octubre en la Plaza de Las Ventas de Madrid, César Rincón ha decidido retornar a los ruedos en Colombia para la temporada que se avecina en Cali y Manizales.

En Cañaveralejo estará el lunes 29 de diciembre, junto al francés Sebastián Castella y el español Marco Pérez, ante ejemplares de la ganadería Juan Bernardo Caicedo. Rincón habló para El País sobre el significado de su vuelta al toro en tiempos difíciles para la tauromaquia.

Maestro, ¿qué pasó luego de su más reciente tarde en Las Ventas de Madrid? ¿Cómo asume este nuevo triunfo?

Para mí fue una gran sorpresa. Primero, por el hecho de que José Antonio Morante de la Puebla me llamara para que yo participara en ese festival. En principio, no pensé que llegara a ser, pero hay cosas en la vida que uno tiene que saber asimilar. A partir de ahí, empecé a creer. Yo ya venía entrenando, venía preparándome, no pensando en el festival de Madrid, pero sí en encontrarme a mí mismo.

Y entonces, sucede lo que sucede, un triunfo apoteósico en la catedral del toreo…

Así fue, Y eso le dio una mayor proyección a mi vida. Digamos que la cambió totalmente. Volví a vivir, a soñar, a ilusionarme. Y no era para menos, porque ese fue un día muy bonito. Y no menos, los anteriores. Recibí el cariño de muchos ganaderos en España que fueron claves en mi preparación. Eso permitió que yo llegara con suficiente preparación para afrontar semejante reto. Me sentí pletórico, capaz y, sobre todo, dispuesto para mostrar mi concepción del toreo a mucha gente, entre otros, a los jóvenes que jamás me habían visto. Créame, fue inolvidable triunfar nuevamente en Madrid.

Viene otro capítulo: ¿qué sensación tiene de cara a su regreso a los ruedos en Colombia?

Fundamentalmente lo veo proyectado a la gente joven, a unos aficionados colombianos que nunca me han visto torear, igual como pasó en Madrid. Y poder con ellos gritar, otra vez, a favor de nuestra libertad. Decir en voz alta que aunque seamos una minoría tenemos derecho a vivir, a subsistir, a elegir nuestro camino, a tener libre determinación. Merecemos respeto, ese es el porqué de mi regreso a torear los dos festivales en Colombia, en Cali y Manizales. Tenía que dar este paso como muestra de cariño a la afición taurina de Colombia y, como llamado de atención a los intolerantes.

Cañaveralejo es una plaza muy especial para usted. De hecho, aquí comenzó todo de manos de su padre, Gonzalo Rincón…

Sí, a Cali me unen muchísimas cosas. Aquí toreé mi primera novillada en traje de luces. Cómo olvidar que viajamos en flota desde Bogotá. No teníamos la plata para comprar el tiquete a Cali. Mi papá, muy lindo, habló con el conductor y le dijo que no importaba si nos teníamos que ir de pie. Ese bus se varó en el Alto de la Línea y cuando llegamos a la plaza de toros ya habían hecho el sorteo. Me tocó cambiarme ahí mismo, porque ni plata había para pagar el hotel.

César Rincón y su apoderado Luis Álvarez. | Foto: César Rincón y Luis Álvarez

Otro momento de la historia, otros tiempos…

Y otra gente. Recuerdo que cuando ya estaba en el patio de caballos vi a mis alternantes, todos mayores. A Pepe Ruiz, a Paco Mena, a Mario Blanco ‘El Murciélago’. Sabía lo que me esperaba, pero no dudé un segundo en aprovechar la oportunidad. Triunfé y me repitieron en otra novillada.

Comienza ahí una carrera en el ámbito local que se va a encontrar con una tarde de mucho significado…

Sí, porque aunque ya mi nombre sonaba en las plazas colombianas, faltaba dar un salto de proporciones. Ese lo di también en Cañaveralejo con un toro de Luis Castro de nombre ‘Año Nuevo’ con el que me sentí, como nunca, a gusto. Fue el 31 de diciembre de 1989, ahí me cambió la vida de nuevo porque me apoderó Luis Álvarez y la proyección apuntó al Viejo Continente.

Después, es muy difícil detenerse en algún momento especial porque viene una época, esa que usted escribe en letras de molde en Las Ventas el 21 de mayo del 91 y en tantos y tantos ruedos. Pero, siguiendo con Cali, ¿qué otros recuerdos le llegan en este instante a la memoria?

Muchos, de antes y después de eso que acaba de mencionar. Uno, por ejemplo, actuando al lado del maestro Pepe Cáceres. Cuando yo empiezo, él era la gran figura del toreo, lo veíamos inalcanzable. Entonces, poder torear a su lado y triunfar junto a él, es una de los momentos más emocionantes que uno puede evocar. Al final, eso es lo que deja la vida. Se queman etapas y se consiguen sueños por encima de tantas dificultades.

Como aquella de Palmira, en la que estuvo a punto de perder la vida…

Indudablemente en Palmira volví a nacer. Todos saben que en 1990 un toro me partió la arteria femoral y la vena safena, y que estuve a punto de morir de no ser por los médicos que me salvaron la vida. Por eso, también, Cali y el Valle del Cauca tienen ese hondo significado para mí. En Cali comenzó todo; por eso, a Cali vuelvo. Hace poco asistí a un concierto del cantante mexicano Emmanuel, quien tuvo la gentileza de invitarme. Él nos contó que cantar lo hace vivir. Pues eso mismo: a mí, torear me hace vivir. Y esto que me pasa ahora es volver a vivir.

César Rincón, torero y ganadero. | Foto: karen salamanca-semana

Desde sus inicios, la Feria de Cali está edificada sobre el valor de la tauromaquia. Pero hoy no es fácil dar toros. Se viene otra edición en Cañaveralejo, gracias al esfuerzo de una empresa, ToroVive, que ha apostado duro por una causa objeto de todo tipo de ataques… ¿Qué le dice usted a la afición caleña?

ToroVive está haciendo un grandísimo esfuerzo y yo quise colaborar. Desde luego lo pensé mucho, pero una vez que ya estaba anunciado en Manizales me dije, pues cómo no vamos a ayudar también a Cali. Este esfuerzo, con grandes carteles que así lo atestiguan, merece el apoyo de la gente. Hay una feria bonita a la que deseo muchísimos éxitos. Mi presencia en el festival, junto a Sebastián Castella Castella y el niño prodigio del toreo, Marco Pérez, es parte de una programación que vale verla de principio a fin.

Una pregunta final: ¿Cómo está la ganadería Las Ventas del Espíritu Santo, tanto frente al desafío que significa esta temporada en Colombia, cómo de cara a la inminente prohibición definitiva de nuestra fiesta?

Lamentablemente, La ganadería Las Ventas del Espíritu Santo es cada vez más chica. He tenido que reducir el número de vacas de vientre. Eso sí, sigo con la misma motivación, sin desconocer los efectos de tantos ataques de que hemos sido objeto. Es muy difícil gestionar el costo económico que, en estas condiciones, conlleva poder sostener una ganadería. Aunque aquí lo más grave es que el toro de lidia puede desaparecer. Por eso, hago un llamado a la cordura. Si, de verdad, amamos la naturaleza, permitamos que este bellísimo animal siga existiendo. Llamo entonces a la reflexión y a que, quienes nos atacan, se tomen el mínimo trabajo de conocer cuál es el hábitat del toro de lidia, comparado, entre otras, con el hábitat de otros animales de la cadena cárnica. Ese es uno de los tantos asuntos sobre los que deberíamos estar hablando. Porque la fiesta de los toros es eso, ejercicio de libertad.

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