En una corrida épica, Juan de Castilla y Rafaelillo cogidos, cortan sendas orejas. Robleño silenciado. Serísimos, fieros y duros escolares…
Redacción: Jorge Arturo Díaz Reyes – https://todotoroblog.blogspot.com/ – Web Aliada
Cali – Colombia. “A la feria del toro…, toro” declaró al final el ganadero José Escolar. Tres cinqueños; tercero cuarto y quinto, 570 kilos promedio, imponentes, con armamento pesado. Cárdenos, cornivueltos, degollados, de finos hocicos, magras culatas y geniuda inteligencia…, “caminan como pato, graznan como pato y nadan como pato… son patos” diría cualquier intuitivo de la genealogía brava.
Serios, fieros y duros hasta la muerte. En el pleno siglo XXI de la virtualidad, ellos y la terna, desnudaron hoy en el ruedo de Pamplona, la profunda estructura del rito. El toro a plenitud frente a la dignidad humana, con la vida de por medio y la lidia como condición. Así los vivó la plaza.
Qué bueno sentir aún, en los “tiempos que corren”, así sea a distancia, la emoción de la inmensa verdad del toreo. La que lo ha mantenido vigente desde antes de la historia. No importan las otras respetables versiones, esta es la esencial, la que ha sostenido la fiesta por milenios. La que hizo escribir a Hemingway cuando la conoció “la fiesta de los toros es una tragedia”. Lo demás son aderezos.
“Diputado”, el primero, empujó codicioso sus 600 kilos contra la larga cambiada con que el arrodillado Rafellillo, haciéndose aún más pequeño, abrió la batalla. Peligro sordo (el toreo es arte peligroso), la multitud hasta las banderas contempló sin dimensionar del todo su doma por la veterana y eficaz brega de Rafaelillo, quien la firmó con un pinchazo y estocada honda.
Y venido arriba le salió a portagayola al cuarto, “Callejero 1” (el de la merienda, cuando a dos carrillos nadie mira). Le pasó por encima, pues hubo de tirarse. Insultado y postrado de nuevo le reviró con dos largas afaroladas que quizá hicieron atragantar a más de uno. Luego, a vida por vida, sin incorporarse tres por alto, tres genuflexo, el de pecho, el cambio de mano y el broche pectoral de nuevo.
Dos tandas diestras hiladas afianzaron el mando. Pero, al citar por naturales el toro le vio y le cogió cuatro veces en el mismo ataque. Terror, gritos, ya nadie comía, le sacaron a las tablas maltrecho, ensangrentado, pero al parecer no corneado. Volvió a los medios para una larga y dramática serie, y una estocada superior que parecía imposible. Cuyos efectos esperó desmadejado en el estribo para recibir la oreja y marcharse a la enfermería sin dar la vuelta.
Juan de Castilla no fue menos. Anunció su presencia con un tremendo quite al segundo. Tres gaoneras a pie firme y cuerpo al viaje, y una vistosa fregolina que lo pusieron en el ojo de Pamplona. Ya con el suyo, “Chatarrero”, el cornipaso tercero, arrodillado en el platillo esperó el envión desde las tablas para engarzar cuatro en redondo y el de pecho. Antes de la siguiente tanda homolateral que puso a soplar “La Pamplonesa”.
Fluyó la faena torera y emotiva enervada por la bravura del escolar. Mando, ajuste y ligazón. Trompicado en el epílogo de manoletinas cayó a merced y el quite providencial de Cervantes le salvó. Pero no pudo salvarle del pitonazo precordial que recibió cuando a volapié se tiró a la cuna. Lo zarandeó por el pecho. Pánico. Retomó la espada y por el mismo palo la puso total delantera rodando al toro bajo el coro de ¡Torero, torero! Era para dos, comentó Dávila Miura, cuando le otorgaron la oreja.
Se fue a la enfermería y volvió para el imponente sexto de 590 kilos, que fue una mole inabordable. Con la cabezota enhiesta aguardó taimado y emboscado cualquier incursión a su terreno o invitación a la danza. Llevó por la calle de la amargura a los banderilleros Gallego y Goria e ignoró tres veces los volapiés de Juan, quien al final jugado a muerte logró colocarle dos estocadas hondas que se tragó hasta el aviso y al final dobló.
Fernando Robleño, maestría lidiadora de gran mérito, sin escalar los registros heroicos de sus alternantes, terminó injustamente silenciado.
Ficha del Festejo
Sábado 12 de julio 2024. 8ª de San Fermín. Sol. Lleno total. Seis toros de José Escolar; de imponente trapío 570 kilos promedio y mucha casta. Rafaelillo, silencio y oreja. Fernando Robleño, silencio y silencio. Juan de Castilla, oreja tras aviso y silencio. Incidencias: Juan de Castilla cogido por el tercero fue a la enfermería y volvió ara lidiar el sexto. Rafaelillo, cogido por el cuarto, fue trasladado a clínica.























