Arbeláez Vibra con su Gran Corrida de Feria

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La plaza de toros de Arbeláez vivió una tarde de feria memorable con un encierro de Ernesto Gutiérrez que, pese a su juego variado, ofreció bravura, nobleza y emoción. Los tres actuantes, Andrés Ruiz, Moreno Muñoz y Leandro, dejaron entrega, clase y torería, con momentos de gran calidad coronados por el indulto del sexto toro.

Redacción: Jerónimo Baquero Toro´s – Foto:  Gerardo Márquez

Arbeláez – Colombia. La tarde de feria en la plaza de toros de Arbeláez quedará inscrita en la memoria de la afición como una jornada de esas que justifican la vigencia y la grandeza del rito taurino. Se lidiaron seis toros de la acreditada divisa de Ernesto Gutiérrez, hierro de abolengo que puso en el ruedo un encierro de juego variado, con toros bravos, nobles y encastados, aunque algunos mostraron matices de justeza en la raza. Sin embargo, el conjunto permitió pasajes de notable intensidad y emoción, que hicieron vibrar a los tendidos de principio a fin.

El primer toro, suelto de salida y algo distraído, evidenció nobleza, pero se mostró calamochador y falto de pujanza. Le correspondió al rejoneador Andrés Ruiz, quien hizo gala de una doma depurada, conduciendo con temple y firmeza a sus jacas, colocando rejones y farpas con acierto e inteligencia. Tras un pinchazo y un rejón definitivo, paseó una oreja entre los aplausos de un público que reconoció su capacidad de entrega.

El segundo fue un toro bravo y noble, aunque algo tardo y con raza medida. El diestro Moreno Muñoz lo recibió con verónicas templadas y un quite de alta calidad. Con la muleta cimentó una faena interesante sobre la diestra, con mando y técnica, aunque con ciertos altibajos que no opacaron la solidez del conjunto. Una estocada desprendida fue suficiente para que el palco le concediera dos orejas, saliendo ovacionado y aclamado por los tendidos.

El tercero, noble y entregado, pero algo distraído en la lidia, cayó en manos de Leandro, que lo saludó con un ramillete de verónicas de auténtica clase, rematadas con una media de cartel. Con la muleta planteó una labor ortodoxa y pulcra, con trazo largo y temple por ambos pitones, ajustándose al canon clásico. Sin embargo, el fallo con la espada le costó caro: dos avisos truncaron lo que pudo ser un triunfo grande, quedando su balance en palmas tras la ovación de los aficionados que valoraron su torería.

El cuarto fue uno de los ejemplares más completos del encierro: bravo, encastado, fijo y con fondo de nobleza, premiado con ovación en el arrastre. Nuevamente Andrés Ruiz se lució con variedad y entrega, colocando farpas reunidas con precisión y manejando las jacas con maestría. Un rejón certero rubricó su actuación y le abrió la puerta al triunfo con dos orejas, que paseó entre vítores.

El quinto, toro bravo, fijo y encastado, noble y humillador, mantuvo la emoción en la plaza. Moreno Muñoz volvió a mostrar su buen gusto con verónicas de trazo largo y una media de categoría, además de firmar un quite de mucho mérito. En la muleta construyó una faena ligada, de mando y decisión por ambos pitones, en la que exhibió temple y poder. Tras un pinchazo y una estocada, el premio quedó en una oreja, sumando así tres en total en su balance de la tarde.

El sexto fue sin duda el gran protagonista del festejo: un toro bravo, noble, fijo, humillador y entregado, que terminó siendo indultado tras mostrar virtudes sobresalientes, pese a cierta justeza de casta. En sus manos, Leandro escribió una obra para la historia de la plaza de Arbeláez: verónicas exquisitas y una media de gran plasticidad abrieron el camino a una faena de muleta llena de torería, temple, quietud y mando, ejecutada al ralentí y con una ortodoxia que puso al público en pie. Tras el indulto, el torero paseó dos orejas simbólicas, cerrando con broche de oro una tarde grande.

BALANCE DE LA TARDE

El festejo arrojó un saldo triunfal: Andrés Ruiz sumó tres orejas en total (una en su primero y dos en el cuarto), consolidando su sitio como rejoneador de recursos y entrega. Moreno Muñoz brilló con tres orejas (dos en su primero y una en el quinto), mostrando técnica, firmeza y temple. Leandro, pese a perder un triunfo en su primero, se redimió con la faena del sexto, indultando al gran toro de Ernesto Gutiérrez y llevándose dos orejas simbólicas que le colocan en el plano mayor de la feria.

El público salió del coso satisfecho, consciente de haber presenciado una corrida de gran nivel, en la que se conjugaron el valor, la entrega y el arte, con la bravura de un encierro que tuvo en su sexto ejemplar la bandera de la tarde.

La feria taurina de Arbeláez no pudo tener mejor colofón: una tarde de triunfo, emoción y torería, que confirma la vigencia de la tauromaquia como expresión de identidad cultural y fiesta mayor de los pueblos.

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