Ricardo Santana, reconocido subalterno colombiano, ha sido trasladado exitosamente a Cali para continuar su recuperación tras un complicado proceso médico. Rodeado de fe, gratitud y el temple que solo un torero conoce, inicia una nueva etapa en la Clínica Imbanaco con el mismo coraje con el que se planta en los ruedos. ¡#FuerzaRi!
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora- www.enelcallejon.co/ – Web Aliada
Arbeláez – Colombia. En una historia que combina el temple del ruedo con la entereza del espíritu humano, el subalterno colombiano Ricardo Santana, hombre de plata de estampa clásica y valor probado, ha sido trasladado a la ciudad de Cali, donde continuará su proceso de recuperación en la reconocida Clínica Imbanaco. La noticia ha encendido los corazones de la afición taurina y del país entero, que ha seguido con devoción cada pase de esta faena vital que libra fuera de los alberos.
Santana, peón de brega y banderillero de vasta experiencia, ha demostrado que el toreo no es solo arte en la plaza, sino también resistencia, dignidad y entrega en la vida. Tras una etapa crítica atendida con esmero y profesionalismo en el Hospital Santa Sofía de Manizales, donde fue intervenido por un equipo médico multidisciplinario encabezado por los doctores Kevin Montoya, Andrés Ramos y Alfonso Valbuena, el torero fue estabilizado para emprender su traslado en mejores condiciones, portando una sonrisa que confirma que sigue dando la cara a la adversidad con gallardía.
El comunicado oficial, emitido desde su entorno más cercano, expresa una profunda gratitud a Dios, en primer término, y luego al personal médico, paramédico y de apoyo que, con manos firmes y corazones generosos, han sido parte esencial de esta lidia. “Gracias, gracias. Dios los bendiga siempre”, reza el parte, con la misma emoción con la que un torero agradece al tendido después de una gran faena.
La nueva etapa en la Clínica Imbanaco marca un nuevo tercio en esta faena de vida: llega el momento de la recuperación progresiva, de volver al ruedo de lo cotidiano, de poner alma, cuerpo y espíritu en cada paso. Con el profesionalismo que lo ha caracterizado en su trayectoria como subalterno, donde ha dado la cara ante toros imposibles, ahora enfrenta este desafío con el mismo pundonor, demostrando que la raza taurina no se queda en la arena: es esencia y es fibra.
El ambiente taurino colombiano no ha escatimado en muestras de afecto. Desde matadores hasta aficionados, desde empresarios hasta jóvenes novilleros, todos se han sumado con oraciones, mensajes y acciones de solidaridad bajo un solo grito: ¡#FuerzaRi! Un grito que se vuelve clamor de esperanza, de lucha, de fe.
No hay embestida que doblegue al que ha aprendido a bregar con humildad y técnica, al que ha puesto el pecho al pitón y ha salido una y otra vez a dar lo mejor de sí, por su cuadrilla y por la fiesta brava. Hoy, Ricardo Santana no viste de luces, pero sigue brillando con la luz de la resiliencia. No carga capote ni banderillas, pero sus armas son ahora el coraje y la voluntad férrea de sanar.
Hoy más que nunca, la afición le acompaña en cada pase de esta larga faena. Y si bien no hay trofeos ni vueltas al ruedo en esta plaza de la vida, sí hay ovaciones cerradas y un público de pie, consciente de que Ricardo Santana, torero de plata, está creciendo en su recuperación… y lo está haciendo con toda la fuerza de un auténtico guerrero del toreo.