Política Animal

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PEDRO HACES, IMPULSA A LA FIESTA - 1

Por mi parte, como simple y viejo feligrés no mexicano, difiero respetuosamente de don Pedro y sus copartidarios, en que “Bajar la sangre” sea modernizar, y menos el único camino de salvación. Y lo digo primero, porque si aún queda un rito moderno en el mundo, es la corrida de toros actual, estructurada por los Romero, Costillares, Pepehíllo… a fines del siglo XVIII, simultáneamente y como parte de la naciente era moderna; junto con la Ilustración, la revolución industrial y la democracia liberal, que la definen. Tal vez quiso decir el senador, “posmodernizar”. Poner en modo posterior a la modernidad. Sintonizar con los estupefacientes usos del período global actual así rotulados (posmodernidad)… Virtualizar, impostar, borrar con un click la dura realidad…

En segundo lugar, imponer la faena sin sangre, o sea sin los tres tercios que integran su liturgia: varas, banderillas y muerte, no creo que sea salvarla. Es, destruirla, quitándole su original carácter dionisíaco sacrificial, su razón de comunión y conciliación con la naturaleza real, biológica, fuente de vida y muerte. Vaciarla cambiándola por una pantomima cruel. Que el toro no muera ritualmente, batiéndose por su vida (esencia del culto), en ceremonia de honor, sino asesinado indefenso y con ocultamiento en los corrales, como en los mataderos, tras ser burlado en público. Esto no es una salvación, es una prohibición Una sustitución del rito y su significado por todo lo contrario, y su fin como espectáculo-negocio.

Bueno, quizás haya profesionales “aficionados”, y comentaristas aplaudiendo la conversión de Don Bull a esta política de prohibir sin prohibir. No se. Antitaurinos, no lo dudo.

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