El Jardín de las Estrelicias

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El dicho de «en casa del herrero, cuchillo de palo» se cumple en el caso de la sede del Colegio de Arquitectos de Valencia, en la calle de Hernán Cortés. Habrá quien lo tenga por un ejemplo insuperable de construcción moderna. Pero en el Ensache, dominado por arquitectura de acento francés o alemán, con incrustaciones modernistas, la sede de los masones canta, Ha envejecido como idea y como estilo. En el escaparte de la librería a pie de calle aparecen libros sobre tres de los mejores arquitectos de la segunda mitad del XX -entre ellos, Moreno Barberá- y, en fin, un libro sobre Goerlich y Lledó, el hombre que diseñó hace un siglo la retícula del Ensanche, cuyos chaflanes son logro mayor. Cuesta gozar con ellos en Fallas porque muchas fallas se enclavan en las confluencias de paralelas y perpendiculares. Al lado del Colegio está una de las pastelerías más famosas de Valencia, La Rosa de Jericó. Como había mucha gente, entré. Cuántos pasteles se venden en estos días! Una dependienta los colocaba en bandejas con mimo y orden superlativos, alineados por clases y separados en hileras. Para que la nata no se juntara con el chocolate, etcétera.

En el 80, tomado en la Gran Vía, casi el cruce de Hernán Cortés, he llegado hasta el Paseo de la Pechina para entrar a conocer y disfrutar del Jardín de las Hespérides, que podría ser un jardín italiano o francés. Laureles frondosísimos, naranjos, limoneros, cipreses, setos de boj, hiedras, patios de área entre las hileras. Solo había gente marginal. Unos diez. Nadie más. El Jardín está, en la trasera del Botánico, junto a la Asociación Valenciana de Caridad, que a diario atiende y sirve comida a gente sin techo, marginal o caída en la pobreza. A la 1 ya hacían cola. Los del Jardín esperarían al segundo turno.

En la entrada del Jardín por la parte de Quart, y junto a la iglesia de los Jesuitas, se ha instalado un campamento urbano de tiendas de campaña donde duermen, he calculado, dos docenas de sin techo. Frente a las tiendas, las pérgolas de buganvillas y flores de árboles del amor. Un poco tarde para entrar en el Botánico, visita que este año no he podido cumplir, pero he comprado en taquilla «La arboleda monumental», la guía didáctica del Jardín, Muy esclarecedora la página de las estrelicias o aves del paraíso, que abundan en el Jardín. No sabía que deben el nombre a la duquesa alemana Charlotte Mecklenburg-Strelitz, que fue esposa del rey Jorge III del Reino Unido. En la Gran Vía hay dos parterres de estrelicias. Distintas siempre. Caprichosas para florecer o ajarse.

En la entrada del Botánico hay una expo de tres paneles dedicados a la figura de un ilustrado del país, de Bigastro. Thomas Villanova (nacido en 1737), hijo de cirujano aragonés, que escribió y supo mucho de astrología y los cielos físicos. Sus investigaciones sobre el planeta Urano parece que fueron esclarecedoras. Dio clases por varias universidades europeas. En París lo reconocieron, Uno de sus libro: Catálogo de las estrellas bajas. Otro: Método curativo antirreumático. Y otro: Tratado de Electricidad. Y, en fin, un adelanto del célebre Calendario Zaragozano: Tablas para saber todos los días del año la salida y la puesta de sol. Bigastro lo tiene por hijo predilectisimo.

Muchos atletas de domingo por el Jardín del Turia, obra maestra de su especie.

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