Por tercer año consecutivo el venezolano abre la puerta grande de Pamplona con miuras. Escribano y Castaño doblemente ovacionados. Encierro sin emoción…
Redacción: Jorge Arturo Díaz Reyes – https://todotoroblog.blogspot.com/ – Web Aliada
Cali- Colombia. Sí señor, por tercer año consecutivo, Jesús Enrique Colombo, cerró el San Fermín a hombros…, y otra vez con miuras. Siete orejas en los tres encuentros. Se dice rápido ¿no?
Lo de hoy, con dos faenas bullidoras, más que bullidoras, digamos. No había otra forma de crear la emoción que los toros no traían. Y lo importante, lo verdaderamente importante, que las rubricó con dos soberanas estocadas. De oreja cada una, (en el sexto le pidieron la segunda). Dos reverendos volapiés, pecho a la cuna, toreando y mojándose la mano. Fulminantes. La suerte suprema en su esplendor por sobre todo lo que la precedía. Como debe ser. Como se ha olvidado que debe ser la razón de ser del toreo. El cristobalino la honró, la hizo suprema de nuevo, y Pamplona se lo pagó con un triunfo dionisíaco, carnestoléndico. Cómo estaban la plaza y las afueras cuando las recorrió a hombros.
A “Jabato”, el tercero, de 615 kilos, sardo chorreado, cuatreño, toda la corrida lo fue, le recibió con dos verónicas, cuatro delantales y larga. Invitó a Escribano a banderillas (en los dos turnos) para un tercio de más vistosidad que pureza. Manso y a menos el toro, toda la corrida lo fue, recibió la tanda más ligada y acoplada por naturales promediando la lidia, y la banda se sumó a las peñas. Cuando el animalote se paró, todo fueron molinetes, de pie y de rodillas, desplantes y adornos hasta la muerte de la cual ya hablamos.
Los miuras de hoy, sin la imponencia, el poder, la fiereza, la personalidad y sobre todo la emoción que ha hecho legendaria y pavorosa su divisa, obligaban a eso que se les tratara así, sin hondura, como lo hizo el venezolano para poder hacer que la euforia brotara en sentido contranatural, no del ruedo al tendido sino al contrario. De allí el uso y el abuso de los efectos especiales. Como en las superproducciones norteamericanas.
Con el de cierre que se paró, parado, Jesús Enrique, apretó las clavijas a las peñas, su fortín, les brindó la faena que había iniciado con lances rodilla en tierra, y larga. Invitó a Escribano, y completaron el mejor tercio de los cuatro compartidos. Él, de moviola en uno y al quiebro con violín en el tercero, y su invitado con un sesgo solvente. La brega fue por hacer mover al renuente carialto y por sazonar su desazón con antipases, marginalidades y alardes. Así fue llevando la res y la plaza a la fiesta y al delirio con la estocada de la feria, la vuelta y la puerta grande. La petición de la segunda oreja fue monumental, pero la bronca por la negación no tanto, y pronto se diluyó en la celebración y el coro de ¡Colombo, Colombo!
Escribano al unipase y sorprendentemente impreciso en banderillas no mató bien su lote y se quedó en ovaciones. Damián Castaño por su parte, también se vio forzado a lo retórico por la sosería de los suyos. Una estocada corta, pero letal al segundo y pinchazo y dos descabellos barrenados, sin estoquear, al quinto, para saludar en ambos.
Así acabó este San Fermín 2025. Como siempre…, en tremenda rumba.
Ficha del Festejo
Lunes 14 de julio 2022. Pamplona. 10ª de San Fermín. Sol y calor. Lleno. Seis toros de Miura, Cuatreños, 602 kilos promedio y desrazados. Manuel Escribano, saludo tras aviso y saludo tras aviso. Damián Castaño, saludo y saludo. Jesús Enrique Colombo, oreja y oreja con petición de otra. Incidencias: Al final del festejo, Jesús Enrique Colombo salió a hombros.























