Marco Pérez ‘todavía no está’: sobre su ‘no’ a torear en San Isidro 2026
La ‘no’ confirmación de alternativa de Marco Pérez en San Isidro 2026 dice mucho más de lo que parece. No es una cuestión de prisas ni de cargar de responsabilidad a un torero que aún no alcanza el año de doctorado; es, sobre todo, una cuestión de coherencia con el discurso que se ha construido alrededor de su figura. Porque que un torero llamado —y vendido— como futura figura del toreo no confirme en su primer San Isidro como matador invita, como mínimo, a la reflexión.
La comparativa con El Juli, buscada en muchos momentos por el propio torero, resulta inevitable. Y es una comparación legítima, porque los paralelismos existen. Ambos tuvieron que marcharse a América a torear por una cuestión de edad; ambos tomaron la alternativa siendo muy jóvenes y antes de la mayoría de edad; ambos levantaron una enorme ilusión en su etapa novilleril, e incluso tomaron la alternativa en la misma plaza en tarde de expectación desbordada. Sin embargo, también conviene subrayar una diferencia clave: las épocas no son las mismas.
Se suele recordar —con razón— que El Juli tardó año y medio en confirmar la alternativa en Madrid: tomó el doctorado en septiembre de 1998 y confirmó en mayo de 2000. Tras su periplo americano, Julián sumó 132 corridas de toros a este lado del charco en 1999, unos números inimaginables hoy en día, de ahí que se decidiera posponer su confirmación. A Julián se le echaba de menos entonces en cualquier plaza, y más en Madrid siendo el torero joven de mayor proyección, pero Marco no está en ese momento. Porque ni son las mismas circunstancias, ni la maquinaria del toreo funciona igual.
A la edad que hoy tiene Marco Pérez, Julián López no solo llenaba plazas y arrastraba al aficionado y al público de masas, sino que ya era un fenómeno social que trascendía el propio toreo: anunciaba el Seat Ibiza incluso antes de poder afeitarse Incluso antes de poder conducirlo… Marco Pérez, en cambio, pelea hoy —con mérito— por atraer a los tendidos tanto al aficionado como al público ocasional. Es un contexto distinto, más complejo, pero también más exigente.
El salmantino ha querido ligar su camino al del madrileño incluso en dos escenarios simbólicos como son Madrid y Nimes. Quiso debutar y despedirse como novillero en la primera plaza del mundo, lidiando seis novillos. El resultado, sin embargo, fue muy distinto. El Juli salió por la Puerta Grande en un festejo fuera de abono tras cortar las dos orejas de Afanes, novillo de Alcurrucén marcado a fuego en la memoria del aficionado. Marco Pérez, pese a su entrega y disposición, no alcanzó ese mismo impacto con una novillada de ‘No hay billetes’ en pleno ciclo isidril.
Su carrera como novillero ha estado cuidada al detalle, sin dar el paso de trenzar el paseíllo en plazas de importancia hasta estar rodado. Un joven que destacó desde niño —cuando no levantaba dos palmos del suelo— por su frescura y desparpajo delante de la cara de los animales, cualidades que llamaron la atención de la afición. Actuó como becerrista en plazas de máxima responsabilidad como Sevilla (12 de octubre de 2022) o Madrid (15 de mayo de 2023), paseando un rabo en el coso hispalense y tres orejas en el coso capitalino.
Sin embargo, tanto en Sevilla como en Madrid solo se anunció una tarde con el del castoreño. Un mano a mano con Javier Zulueta ante novillos de Talavante en el que, pese a la oreja cortada al primero y al quinto del festejo, flotó en el ambiente el peso de la tarde para un novillero que supo reponerse. En San Isidro, en su citada encerrona en solitario frente a utreros de Fuente Ymbro y El Freixo, la espada le privó de tocar pelo. Detalles que también cuentan cuando se analiza la construcción de una figura.
Desde su alternativa en Nimes, el 6 de junio de la pasada primavera, Marco Pérez ha estado arropado por las figuras en los carteles. Un percance en Alicante le impidió torear en plazas importantes durante buena parte del verano, cerrando la temporada con 30 corridas de toros a este lado del charco. Este 2026, con unas 50 corridas a sus espaldas tras volver de América, parecía el momento idóneo para medirse con las figuras y con los toreros de su generación en la primera plaza del mundo, reinventándose como hacía El Juli, pero no será así.
El torero ha considerado que aún no es el momento de confirmar en Madrid. Es una decisión legítima, pero no exenta de consecuencias. No se puede cargar de responsabilidad a un torero con menos de un año de alternativa, cierto. Pero si ese torero ocupa puestos de privilegio con unos emolumentos que otros —con mayor bagaje y triunfos contrastados— no consiguen, es lógico que se le exija un paso más para justificar el sitio que ocupa. Y también arrastrando el yugo de no haber toreado con sus compañeros en las principales Ferias novilleriles -tan sólo citas como Arganda se salvan de esa quema que al aficionado le pesa-.
Ese camino que ha transitado por una auténtica autopista hasta el lugar que hoy ocupa, mientras otros han tenido que ganarse cada contrato a golpe cantado, tiene su recta final en su no comparecencia en Madrid la próxima primavera. Hay que cuidar el futuro de la Fiesta, sin duda, pero también exigir a quienes disfrutan de las grandes oportunidades desde el inicio que den la cara cuando toca.
Madrid no pide más de lo que un torero puede dar: es justa cuando ve compromiso y dura cuando uno se sale del camino. En este caso, Marco Pérez ha decidido esperar.

























