Marco Pérez En El Filo

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Redacción:  Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali, Colombia, XII 26 2025 – Foto: Camilo Díaz

El salmantino, con los dos mejores toros, pinchó doblemente un triunfo redondo en su debut. Castella y De Castilla lidiaron solventes y mataron mal. En deuda de bravura y fuerza los juanbernardos… 

La cosa fue en el tercero con Marco Pérez. La tarde inaugural de la feria venía nublada y sosa por la blanda mansedumbre de los dos primeros. Cuando saltó “Jilguero”, no pareció mejorar pues la inconsistencia de sus viajes al capote no dio para lucimiento, pero tras la buena vara de Viloria, el quite de chicuelinas, navarras y revolera fue tomado con convicción contagiosa. Emerson Pineda sostiene la parada con dos vibrantes pares, desmonterándose. Brindis a la concurrencia que de una se puso a favor de faena. En los medios, estatuario, dos por la espalda, tres por el pecho, cambio de mano y por alto, firmaron el pacto.

Nobleza dócil a una muleta que templó en redondo por la diestra dos tandas dibujadas de las cuales la segunda, muy redonda y apretada, lanzó la gente tras ella.

Toreo posicionado, de compás abierto, ligado, generoso, y circular. Por una y otra mano, matizado con cambios, molinetes, desplantes y el toro ahí, en los medios, yendo y viniendo sin fiereza tras el trapo que no desmayaba. Y el público, viendo la cosa sin fin, optó por pedir el perdón. Pero como si no lo quisiera el defendido cogió camino de las tablas. Y en el debate por la vida y al mismo filo de los trofeos simbólicos y la puerta grande, se impuso la sentencia de muerte dictada por el palco. El pinchazo, el aviso y la media tardía, le dieron pábulo a su señoría Juan González Montoya para negarse a la petición de pelo, dar la vuelta al rajado y dejar a todo el mundo con un palmo de narices. El saludo en el tercio fue inconsolable. No solo la negación sino la afrenta.

Volvió a hundirse la tarde en sosería, flojera y mansedumbre. Hasta que “Almirante”, el más toro de la corrida, burraco en sus 485 kilos, echó al ruedo la raza que sus cinco hermanos habían dejado en la finca. De largo a los capotes y al caballo de Hildebrando Nieto en un puyazo certero. De nuevo las navarras, pero ahora con tafalleras y serpentina, y las chicuelinas de rodillas fueron incendiarias.

Brindis a Juan de Castilla, y cite de largo para tres derechas, molinete arrodillado, cambio, giro y pecho, que impactaron en el idem de la parroquia. Mas vehemencia y ansia que en la reposada y estilista faena del tercero. Es que el toro, transmitía, exigía y enervaba mucho más, y más. La música se sumó y el combate se libró en los medios con predominio de la muleta pródiga, larga, y bimanual.

Coraje y casta de un lado y del otro. La plaza en salmuera dispuesta pa´ las que fuera. Cuando la espada dio en duro, de nuevo, y otra vez la estocada en sitio, pero de tardo efecto, cobraron solo una oreja que dejaba la negativa de la del tercero sin sustento. El arrastre se fue ovacionado y el torero devolvió el trofeo como si quemara, antes de dar la vuelta. Lo que pudo ser apoteosis quedó en menos. Pero Marco, el gran protagonista de la tarde, se llevó el electorado completo, sin duda.

Sebastián Castella, muy por encima de su pobre lote, solvente hasta el desparpajo y la displicencia, compuesto en todo momento, llevó sus dos lidias con la madura y autorizada precisión de su veteranía. La estocada en sitio, ineficaz al manso primero, que pidió dos descabellos, y el pinchazo y la media con agonía larga del manso y blando cuarto no dieron para más de dos reverentes silencios para el galo y dos irreverentes pitadas para los arrastres.

Juan de Castilla, recibido con todo el afecto connacional, que merecen sus aguerridas y reconocidas temporadas europeas, remó contra la corriente de la poca emoción de su lote. Con el cuarto, muy entregado y mandón, puso a trabajar la banda y las palmas, hasta que no tuvo embestidas. El pincho y la espada contraria también obraron en su contra. El quinto, que también los hay malos, no nos digamos mentiras, lo fue, descastado y trastabillante, le negó el lucimiento y la alegría que sus deseos buscaron con más ahínco que resultado. Pinchazo, estocada corta contraria, aviso y descabello, acallaron la plaza

Juan Bernardo Caicedo, con un toro de vuelta al ruedo (¿?) tercero, y otro ovacionado, sexto, quizá no alcanza a equilibrar una balanza que los otros cuatro echaron abajo. Sin embargo, hay que decir que sus fondos de nobleza, de haber sido bien estoqueados, a lo mejor nos hubiesen callado la boca y trocado en triunfal una tarde que apenas fue así, así.

FICHA DEL FESTEJO

Cali. Diciembre, jueves 26 de diciembre 2025. Plaza de Cañaveralejo. 1ª de feria. Nubes. Menos de media plaza. Seis toros de Juan Bernardo Caicedo, diversos de presencia, mansos blandos. Al noble 3°, “Jilguero”, N° 408, negro, cuatreño de 490 kilos, petición de indulto y vuelta al ruedo. Palmas la encastado 6°.
Sebastián Castella, silencio y silencio.
Juan de Castilla, silencio y silencio tras aviso.
Marco Pérez, saludo tras petición de oreja tras aviso y oreja.

Incidencias: Saludaron Carlos Rodríguez en el 2°, y Emerson Pineda en el 3°.

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