La ganadería Garzón Hermanos vive un momento de esplendor silencioso pero contundente. Bajo la dirección técnica de Germán Páez, la dehesa del Valle de Ubaté consolida un renacer cimentado en bravura, fijeza y clase. Las tientas de 2025 y el notable encierro lidiado recientemente en Une confirman que la línea Parladé refrescada con sangre de Santa Bárbara empieza a entregar resultados que emocionan y marcan un nuevo rumbo para este hierro histórico.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora – www.enelcallejon.co/ – Web Aliada
Arbeláez – Colombia. En el mundo del toro, donde los titulares suelen corresponder a triunfos rotundos en la arena, existen silencios que pesan más que cualquier ovación. Son los silencios del campo bravo, donde cada decisión genética, cada tienta, cada cruce y cada criterio aplicado a fuego lento define la grandeza futura de un hierro. Ese es el silencio que hoy enmarca el resurgir de Garzón Hermanos, una de las ganaderías con mayor arraigo en el Valle de Ubaté, que atraviesa un momento de madurez, progreso y coherencia técnica notable.
Bajo la dirección de Germán Páez, quien asumió el mando de la dehesa en una etapa crucial, el trabajo silencioso y meticuloso comienza a ofrecer frutos de enorme valor. Páez ha entendido no solo la responsabilidad de mantener el hierro por encima de los contratiempos, sino también el compromiso moral de honrar la memoria de Jorge Eduardo y Carlos Augusto Garzón Murcia, dos apasionados del toro bravo que dejaron una impronta indeleble en la genética nacional.
UNA LÍNEA DEPURADA QUE RENACE CON FUERZA
Previo a su partida, los hermanos Garzón habían tomado una decisión trascendental: reducir la ganadería a una sola línea genética, la de origen Parladé, desprendiéndose de las ramas Santacoloma y parte del aporte de Don Pablo Lozano, que fue trasladado incluso al Perú. Se quedaron con un lote selectísimo, escogido con rigor y visión para sostener la identidad del hierro.
Ese núcleo, fiel al encaste Parladé, fue refrescado posteriormente bajo la dirección de Páez mediante la incorporación de un semental de la prestigiosa ganadería Santa Bárbara, cuya influencia comienza a manifestarse con claridad en los productos nacidos bajo esta nueva era.
Las tientas del 2025 no han hecho más que confirmar la solidez de las decisiones tomadas: vacas con notas altas, bravura sostenida, movilidad, humillación y una profundidad en la embestida que devuelve al hierro la expresión que lo caracterizó en su época dorada.
UNE: LA TARDE QUE ENCENDIÓ LAS ALARMAS DEL BUEN AFICIONADO
La reciente novillada lidiada en Une, el pasado domingo, fue la muestra más palpable del momento que vive Garzón Hermanos. El encierro, parejo, serio y bien presentado, permitió apreciar esa mezcla exacta entre bravura, transmisión y nobleza que se exige hoy a un hierro de proyección.
El primero del encierro, noble y encastado, dejó ver su bravura desde la salida de toriles. Aunque las condiciones del albero impidieron calibrar la profundidad total de su clase, el novillo abrió plaza con un aire de distinción, motor y entrega, dejando claro que la base genética funciona.
El segundo, quizá el más exigente del lote, mostró bravura seca, fijeza y un encaste que obligó al novillero a aplicar oficio, a cruzarse y a someter. Un novillo para toreros hechos, con esa aspereza necesaria que marca la diferencia entre un animal bravo y uno simplemente noble.
Pero el quinto fue, sin discusión, la joya del encierro. Armónico de hechuras, largo en el viaje, fijo, bravo y con una clase superior que conectó con los tendidos desde la primera embestida. Tanto aficionados como profesionales coincidieron: mereció con justicia la vuelta al ruedo como reconocimiento a su fondo, a su entrega y a su casta. Un novillo de los que marcan rumbo, de los que invitan a pensar en grande.
UNA GANADERÍA QUE RETOMA EL CAMINO DE LA HISTORIA
El conjunto lidiado, lejos de ser un hecho aislado, abre una expectativa real y fundamentada. La línea Parladé consolidada, más el aporte de Santa Bárbara, empieza a delinear un porvenir donde Garzón Hermanos puede volver a figurar entre los hierros de referencia del centro del país. Este renacer honra el legado de sus fundadores y mantiene en alto las banderas del Valle de Ubaté, cuna de tradición, bravura y afición profunda.
Los silencios de labor, esos que no se ven, pero se sienten en cada embestida bien humillada, hoy hablan más fuerte que nunca. Y lo que dicen es simple: Garzón Hermanos está de regreso.
BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA FUNDACIÓN DE LA GANADERÍA GARZÓN HERMANOS
La ganadería Garzón Hermanos fue fundada el 6 de agosto de 1974 por Carlos Augusto y Jorge Garzón Murcia, asentándose en las fincas El Billete y La Laguna, en Ubaté, Cundinamarca, a 2.659 metros de altitud. Su divisa estuvo compuesta por los colores azul, verde olivo y terracota, y trabajó principalmente con los encastes Santacoloma y Parladé. Durante su trayectoria contó con un mayoral, Juan Chávez, y con una plaza de tientas de 30 metros de diámetro. Entre los toros más recordados figuraron “Zurraqueño”, “Tejero”, “Carcelero” y “Alabardero”. Antes de la creación formal de la ganadería, Carlos Augusto Garzón había iniciado una primera experiencia taurina junto a Rafael Pérez, conocido como El Chiquito Pérez, actividad que se mantuvo por dos años.
En 1974 se constituyó oficialmente la sociedad Garzón Hermanos, y en ese momento se adquirieron las primeras vaquillas procedentes de las ganaderías Pueblito Español y Vistahermosa, así como dos sementales de cada una. Este material genético, perteneciente a la línea Santacoloma, fue ampliado posteriormente con vacas de Campo Pequeño (propiedad del maestro Pepe Cáceres) y de la ganadería de Ernesto González. Estos esfuerzos permitieron construir una base sólida para el crecimiento de la ganadería y consolidar un encaste definido, acorde con las aspiraciones de calidad y bravura de los hermanos Garzón.
A partir de 1979 se abrió la posibilidad de importar reses de España, por lo que se trajeron sementales y vacas de la ganadería de Joaquín Buendía, importaciones que continuaron en 1980, 1981 y 1982. Ese último año también llegaron ejemplares de Alcurrucén, ganadería de los hermanos Lozano, perteneciente al encaste Núñez. En los años posteriores se adquirió semen de sementales de Santacoloma y de Núñez para los procesos de inseminación artificial, práctica que ofreció excelentes resultados. Gracias a estas decisiones estratégicas, Garzón Hermanos alcanzó importantes triunfos en plazas de primera categoría durante las ferias de temporada grande, consolidándose como una referencia histórica dentro de la ganadería taurina colombiana.























