Como ya contamos en más de una ocasión, son muchos los matadores de toros que tienen el sueño de convertirse en ganaderos de bravo, espadas que una vez asentados en el escalafón deciden invertir gran parte de lo ganado en el mundo del toro. Este es el caso de Fernando y Andrés Roca Rey, quienes hace algunos años emprendieron una bonita aventura recuperando el nombre de la ganadería que fundara y gestionara Bernardo Roca García, bisabuelo de Fernando y Andrés Roca Rey a comienzos del Siglo XX.Casi un siglo después se animaría a ser ganadero Juan Manuel Roca Rey, quien comenzó su ganadería brava con toros de la rama Domecq (origen Torrestrella/Jandilla), provenientes del hierro de Roberto Puga. Posteriormente, se refrescó la misma con sangre colombiana dentro de la misma línea que había hasta entonces. Una ganadería que con el tiempo pasaría a anunciarse como Roca Rey, siendo esta la vacada elegida para la retirada definitiva de los ruedos de Fernando Roca Rey.

Pero la idea de ser ganaderos rondaba en la cabeza de estos hermanos desde hace tiempo, un paso que se daría tras la adquisición de la finca ‘El Valentín’, en Chincha (Perú), por parte de Andrés. Allí el limeño construiría una plaza de tientas donde con el tiempo empezaría a dar forma a la ganadería familiar. Ahora tocaba pensar como llamar a la vacada, nombre que tardó en concretarse al querer darle ambos un nombre especial a la misma, optando estos por echar la vista atrás y anunciarla como Chacrasana.

Respecto al hierro, está formado por una R hacia arriba y otra medio invertida que le dan una forma de flor. Por el momento se trata de una vacada muy corta, una ganadería que se sustenta en hierros como Campo Bravo, Aníbal Vázquez o Campo Nuevo, entre otras. Una serie de divisas con líneas muy distintas pero con un tronco en común; Domecq. Pese a no tener un número amplio de reproductoras y sementales, ambos han conseguido apartar una serie de novillos para su debut como ganaderos.