Redacción: eldebate.com
El torero sevillano reflexiona sobre cómo se siente tras la Puerta Grande de Las Ventas y agradece el cariño que le han brindado Madrid
Auténtico rey del toreo actual. Maestro de maestros. Morante de la Puebla aún no ha despertado del sueño que vivió el domingo, en la plaza de Las Ventas. «Estoy en una nube y a la vez, un poco cansado. Fue una tarde muy intensa y salir a hombros fue bastante difícil por todo lo que conlleva. Que los aficionados quieran tocarte, llevarse algún recuerdo del traje», declaró el torero, en el hotel Wellington de Madrid, ante los micrófonos de Gtres.
Cuando le preguntan cómo se siente, suena a alivio. «Lo primero es que lo conseguí. Algo tan difícil. Era como ganar la Champions. Madrid es Madrid y era lo que me faltaba para tener en el currículum, la Puerta de Grande. Me hacía falta, por lo menos, moralmente», añadió.
Morante de la Puebla asegura, además, que está abrumado por el cariño recibido en la calle. La muchedumbre esperándoles al grito de «torero, torero» y «¡José Antonio! ¡Morante de la Puebla!». Sobresalía la figura del diestro, con su traje de luces negro, y la policía impidió que le llevaran a hombros hasta el hotel. «Era impresionante, tanta gente en la calle. Me tuve que asomar al balcón tres so cuatro veces para agradecer su cariño. Todo el agradecimiento hacia ellos», añade. Hasta el hotel Wellington se acercaron la Infanta Elena ―a quien el torero había brindado la muerte de su primer toro― y su hija Victoria Federica, que habían presenciado la corrida, para felicitar al diestro.
Cuando le pregunta a quién le dedica la Puerta Grande, duda unos segundo, y acaba confesando. «Me la dedico a mí, porque han sido muchos meses de sufrimiento. Ha sido tan difícil todo, que es conseguir la gloria».

Morante de la Puebla, tras cruzar la Puerta Grande de Las VentasEFE
El torero sevillano ha atravesado momentos muy duros, derivados de sus problemas de salud mental. Le diagnosticaron hace años un trastorno disociativo. «Una enfermedad muy compleja, triste y dolorosa», se refirió en una ocasión. Ahora ha recordado que es difícil dejar el pasado atrás. «El pasado siempre está picoteando, pero estoy algo mejor. Delante del toro puedo disimularlo bastante bien. Tardes como la de ayer hacen olvidarse de todas las cosas malas, que no tienen sentido y revolotean por la cabeza».
Asegura que su vida no se entiende sin el toro. «El toro es mi vida, yo quería ser torero desde que tenía dos años. Incluso un año, me decía mi madre, cuando aún no sabía hablar. Mi vida sin el toreo es imposible. Con todos los problemas que he tenido, he querido seguir hacia delante. El toro me ha salvado la vida».
Añade que toda la profesión se ha volcado con él. «Me han felicitado muchísimos compañeros. Prácticamente todos. Siempre están los celos, el llevarte mejor con unos que con otros, en este caso ha sido unánime»