Redacción: Jorge Arturo Díaz Reyes, 8 VI 2025
Morante corta dos orejas de diferente peso y abre la Puerta Grande. Fernando Adrían una. Borja Jiménez silenciado. Enicerro flojo y dócil de Juan Pedro…
MADRID / 27ª SAN ISIDRO BENEFICENCIA Corrida de Beneficencia y ovaciones. A Díaz Ayuso por llegar al callejón. A Morante por hacer el paseíllo. A Alcaráz por ganar la final del Roland Garrós. A Tito por dos puyazos traseros, y la más grande, la furiosa y quizás histórica, a un bajonazo chalequero con derrame, que liquidó al cuarto, por abrir la puerta grande.
La plaza a reventar. No era para menos. 33° a la sombra. Y de una el morantismo febril, quizás con el recuerdo de la malograda gran faena de hace días entre pecho y espalda, mostró que venía por la revancha. Por nada menos. El asunto era el triunfo como fuera, el de la corrida, el de la feria y con la puerta magna si fuere necesario. Y la verdad, la verdad…, no fue el gran poema del bardo de la Puebla, pero si rimó versos muy bellos en el primero y los firmó con un estoconazo fulminante, de los que tanta falta hicieron en su larga carrera para cerrar obras líricas.
Claro, el encierro de Juan Pedro (cinqueño, dispar), flojo y poseso de una docilidad modosa y sosa se prestaba para dejarse llevar por los caminos mórbidos de la lentitud y el andante moderato. Que para la tauromaquia irresistible de José Antonio es pan comido. Cuánta facilidad, lentitud y son puso en su capote brujo con “Sacristán”. Tres verónicas, dos, un delantal, tres chicuelinas, una media y una serpentina. No de corrido, pero en cada momento un éxtasis. Luego, en el quite, aumentó la cuenta y la vistosidad cerrando con larga de revol. Gusto, buen gusto, para qué describir, todos lo vieron. En esas estábamos cuando apareció Adrían, se clavó en los medios y ligó media docena de gaoneras impertérritas y revolera. Empezaba bien la cosa. La faena y la muerte, ya dijimos lo que fueron y la oreja fue a ley. Como lo fue también la no concedida otra. Madrid es Madrid, nos decíamos. Morante a puesto la tarde muy cara. Cómo debe ser. ¿Qué habrá que hacer para cortar otra?
Pues no tanto, porque Adrián, bien, con una faena de su corte y confección, entre correcta y ambiciosa, entre académica y popular, con la espada partió como un rayo al segundo, y como la suerte suprema es suprema. Pues tenga la segunda. Pero no fueron iguales, no podían serlo. Son distintos por fortuna. Sí la primera cotizó al alza, la segunda cotizó a la baja, y don José Luis González González comenzaba a dejar ver inconsistencia en su juicio.
Que llegó al suelo cuando en medio de la mencionada pataleta de masas, en la primera plaza del mundo, premió ese horror de estocada que tras una faena espasmódica al mortecino cuarto, lanzó al ídolo por el portal de los dulces. Él no necesitaba eso. Lo necesitaban sus fanáticos, que se tomaron la plaza. A sus gloriosos veintiocho años de alternativa, qué le puede agregar este premio. Acaso permitir a sus detractores que lo usen cómo arma arrojadiza. Metió la pata su señoría, con todo respeto, y lo peor, empujado, en domingo, por el primer público del mundo. Así está el patio.
Borja pasó desangelado y pinchauvas por el ruedo. Ya dirán que no tuvo suerte en el sorteo. Qué lo digan. Lo cierto es que la tauromaquia no es un juego de azar. Que viva Carlos Alcaraz.
La plaza a reventar. No era para menos. 33° a la sombra. Y de una el morantismo febril, quizás con el recuerdo de la malograda gran faena de hace días entre pecho y espalda, mostró que venía por la revancha. Por nada menos. El asunto era el triunfo como fuera, el de la corrida, el de la feria y con la puerta magna si fuere necesario. Y la verdad, la verdad…, no fue el gran poema del bardo de la Puebla, pero si rimó versos muy bellos en el primero y los firmó con un estoconazo fulminante, de los que tanta falta hicieron en su larga carrera para cerrar obras líricas.
Claro, el encierro de Juan Pedro (cinqueño, dispar), flojo y poseso de una docilidad modosa y sosa se prestaba para dejarse llevar por los caminos mórbidos de la lentitud y el andante moderato. Que para la tauromaquia irresistible de José Antonio es pan comido. Cuánta facilidad, lentitud y son puso en su capote brujo con “Sacristán”. Tres verónicas, dos, un delantal, tres chicuelinas, una media y una serpentina. No de corrido, pero en cada momento un éxtasis. Luego, en el quite, aumentó la cuenta y la vistosidad cerrando con larga de revol. Gusto, buen gusto, para qué describir, todos lo vieron. En esas estábamos cuando apareció Adrían, se clavó en los medios y ligó media docena de gaoneras impertérritas y revolera. Empezaba bien la cosa. La faena y la muerte, ya dijimos lo que fueron y la oreja fue a ley. Como lo fue también la no concedida otra. Madrid es Madrid, nos decíamos. Morante a puesto la tarde muy cara. Cómo debe ser. ¿Qué habrá que hacer para cortar otra?
Pues no tanto, porque Adrián, bien, con una faena de su corte y confección, entre correcta y ambiciosa, entre académica y popular, con la espada partió como un rayo al segundo, y como la suerte suprema es suprema. Pues tenga la segunda. Pero no fueron iguales, no podían serlo. Son distintos por fortuna. Sí la primera cotizó al alza, la segunda cotizó a la baja, y don José Luis González González comenzaba a dejar ver inconsistencia en su juicio.
Que llegó al suelo cuando en medio de la mencionada pataleta de masas, en la primera plaza del mundo, premió ese horror de estocada que tras una faena espasmódica al mortecino cuarto, lanzó al ídolo por el portal de los dulces. Él no necesitaba eso. Lo necesitaban sus fanáticos, que se tomaron la plaza. A sus gloriosos veintiocho años de alternativa, qué le puede agregar este premio. Acaso permitir a sus detractores que lo usen cómo arma arrojadiza. Metió la pata su señoría, con todo respeto, y lo peor, empujado, en domingo, por el primer público del mundo. Así está el patio.
Borja pasó desangelado y pinchauvas por el ruedo. Ya dirán que no tuvo suerte en el sorteo. Qué lo digan. Lo cierto es que la tauromaquia no es un juego de azar. Que viva Carlos Alcaraz.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 8 de junio 2025. Madrid, Palza de Las Ventas, cartel de “No hay billetes”. Seis toros de Juan Pedro Domecq dispares, flojos y dóciles.
Morante de la Puebla, Oreja con petición de otra y oreja.
Fernando Adrián, oreja y silencio.
Borja Jiménez, silencio y silencio.
Incidencias: Ovacionado el picador “Tito” en el 6°