Morante anuncia su retiro, César Rincón vuelve a torear

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Foto: Cortesía Melanie Huertas

El torero Morante anuncia su retiro en pleno ruedo, mientras César Rincón vuelve a torear después de 17 años

En la Plaza de las Ventas de Madrid, hasta reventar el ídolo del momento Morante de la Puebla, se cortó la coleta, es decir, se retiró de los toros. ¿Qué sigue?

Más de 50 años viendo, sintiendo y padeciendo con la fiesta brava no fueron suficientes para creer haberlo visto todo.

Al medio día del 12 de octubre de 2025, un día memorable, el de la hispanidad en España y el de la Raza en Colombia, se empezaron a producir hechos históricamente insólitos en la tauromaquia.

César Rincón, el más grande torero colombiano, reaparecía en la más importante plaza de toros del mundo, Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid, una actuación que demostró que Rincón está intacto, incluso muchos dicen que torea mejor que cuando se retiró hace 17 años.

Fueron 27 minutos de lidia con una cátedra extraordinaria, de cómo se torea bien y cómo se emociona a un público exigente que lo admira allá más que aquí.

César Rincón, el más grande torero colombiano, reaparecía en la más importante plaza de toros del mundo, Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid, una actuación que demostró que Rincón está intacto, incluso muchos dicen que torea mejor que cuando se retiró hace 17 años.

Fueron 27 minutos de lidia con una cátedra extraordinaria, de cómo se torea bien y cómo se emociona a un público exigente que lo admira allá más que aquí.
Lo que ni en la Europa taurina, ni en Tauroamerica esperábamos es que después de cortar dos orejas tras una faena muy de Morante, o sea llena de detalles, el diestro de Puebla del Río con cerca de medio siglo de toreo a cuestas y en una escena idílica se fuera al centro del ruedo, echará las manos a su cabeza y con la maestría con la que torea se quitará la coleta, símbolo sansonico de poder y como el propio personaje bíblico brindará ese fragmento de cabellera añadida a un público que no daba crédito a lo que veía entre gritos, llanto y aplausos.
Morante también sollozaba como un niño al que vimos en miles de fragmentos en redes sociales, sabía que este era la más intensa suerte que realizaba en su vida.

Pero ¿qué llevó a este fabuloso torero a tomar súbitamente tal decisión?: El andaluz siempre ha sido un artista especial, pero nunca logró lo que alcanzó en 2025.Una temporada taurina perfecta con un toreo único que de manera enciclopédica resucitó escenas que solo se ven en grabados antiguos publicados en libros ajados de una actividad milenaria.

José Antonio “desenterró” suertes realizadas por Cuchares y Chicuelo en siglos atrás, pasando por Manolete y llegando a él mismo a costa de su propia sangre.

Abrió puertas de plazas clausuradas por años y rindió a Madrid, en la feria de San Isidro de mayo pasado, a sus pies, corriendo el cerrojo como este 12 de octubre en la puerta grande de la ilusión.

Fue cargado en hombros, máximo trofeo para un torero, en Salamanca y una docena de plazas europeas más en medio del grito delirante de muchos jóvenes que encontraron la razón de ser de sus vidas siguiendo a alguien real, a un héroe de carne y hueso, que los motivaba en medio de un grito de guerra que coreaban tras cada tarde en dos tiempos: José Antonio, una pausa y luego, Morante de la Puebla.

El mundo de los toros llevaba muchos años sin que alguien despertara tal pasión.

Morante se va por decisión propia, seguramente, porque nunca más se podrán alinear tantas lunas para que alguien sea tan perfecto en el toreo y él lo sabe mejor que nadie y es tal vez por ello que es oportuno irse ahora con gloria y no luego con pena.

Mientras tanto, César Rincón, a quien algunos malintencionados han llamado “asesino” en Colombia, como tristemente lo contó él mismo en una entrevista de prensa, paseaba feliz horas antes sus trofeos al salir por la misma puerta que parecía abierta para él eternamente en Madrid.

Rincón anunció de inmediato a su triunfo que su siguiente actuación será en un enclave taurino, en Manizales, en la feria de enero del 2026.

Manizales es la plaza más tradicional de Colombia y la mejor feria taurina de América dicho por toreros españoles, franceses, peruanos, mexicanos, venezolanos y claro, colombianos.

Una plaza que le pertenece a una organización sin ánimo de lucro que sana niños enfermos en un hospital de la Cruz Roja y que se nutre de equipos de altísima tecnología con las utilidades que dejan los festejos que decoran la feria de esa ciudad que coincide cada año con el día de los Reyes Magos.

En ella estará Rincón de quien cuentan que en mucho incidió en su decisión de regreso este acto de filantropía en Manizales, y para que muchos seguramente entiendan que los toreros no son “asesinos”, son simplemente profesionales a los que algunos han convertido en impresentables, cuando en años pasados políticos y dirigentes elevaban convenientemente a la categoría de ídolos para fotografiarse a su lado.

Rincón, a quien en los tendidos de la plaza de Manizales saludaron este 12 de octubre, en medio de una feria que homenajea a los aficionados como “El César del Toreo”, vendrá a recordarle a muchos que las corridas de toros hacen parte de la tradición del país.

Le recordará también a los congresistas que votaron la ley antitaurina como borregos ciegos, a los magistrados de la Corte Constitucional que actuaron como toros mansos y la sentenciaron con el argumento del malestar animal, sin entender que al prohibir las corridas exterminan precisamente al toro, una de las peores formas de maltrato animal.

Dirá toreando magistralmente que ellos sirvieron de idiotas útiles al capricho de unos intereses politiqueros que prohíbe por prohibir y que con esta ley consignó la cuota inicial del petrismo para someternos a todos al capricho de un individuo caótico que aprovecha el desconocimiento general para actuar como un tirano y sembrar la pérdida de la libertad como una máxima.

Volverá a Manizales para dar una lección y tal vez irse sin volver nunca más a una tierra que tristemente abandona a quienes la han amado.

Prueba de ello es el derribo de la estatua que le levantaron a Rincón en antaño frente a la plaza de toros de Duitama y que por el capricho de un alcalde destituido que buscó notoriedad con un acto absurdo, en medio del aplauso de media docena de fanáticos, que como muchas veces no entendían lo que hacían, la derribaron en medio de cánticos frente a una sociedad que parece decidida a no reaccionar.

Siento un vacío profundo por una y otra cosa, porque se va Morante sin avisar y porque el regreso de Rincón en medio de la prohibición.

Los prohibicionistas se diluyen como velas de cera ante este momento en medio de su soberbia, porque saben que esta actividad es eterna y que ellos con sus argumentos triviales e ilegales, demostradamente, no pueden acabar con la emoción, porque la emoción, esa sí, es eterna. Larga vida al toro…

 

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