Redacción: elconfidencial.com
En los años setenta, ir a los toros era un acontecimiento social donde se mezclaban figuras de la cultura, de la política y del espectáculo. David Trullo recuerda ese ambiente con claridad: “Ir a los toros entonces era un poco como ir a la ópera en el XIX, la gente iba a dejarse ver. Estaban los intelectuales, los cantantes, los actores, todo el mundo pasaba por allí. No tenía el componente político que tiene hoy decir que eres taurino, era un lugar de encuentro”.
En los tendidos de Las Ventas se tejía una red de relaciones que capturaba tanto al aficionado anónimo como a los grandes nombres de la época. Su padre, Santos Trullo, transformó esas escenas en imágenes que hoy funcionan como una crónica de aquel país en tránsito. “Mi padre hizo infinidad de fotos de famosos en los tendidos, era casi un género en sí mismo”, explica su hijo.
El oficio del fotógrafo taurino
El núcleo de la exposición 1975. Cambio de tercio es el archivo de Santos Trullo, que entre 1964 y 1984 trabajó para revistas como El Ruedo y Pueblo. “Lo que conservo abarca esos veinte años, y en 1975 él era el fotógrafo de cabecera de El Ruedo. Ese año es fundamental para la revista y para España”, dice su hijo, encargado de una muestra que lleva girando más de dos años por los diferentes pueblos de la Comunidad de Madrid.
El trabajo de su padre exigía destreza técnica y paciencia. Para las portadas utilizaba cámaras de medio formato, como la clásica Rolleiflex de doble objetivo. Mientras que para las corridas llevaba equipos de 35 milímetros con teleobjetivos largos. «Era un oficio muy técnico, había que medir la luz en segundos, cargar el carrete, revelar negativos en blanco y negro, preparar diapositivas en color para las portadas semanales. Todo a un ritmo vertiginoso, porqueEl Ruedo salía cada semana», cuenta de un trabajo que él también aprendió siendo muy joven.
El archivo está compuesto en su mayor parte por fotografías vinculadas al mundo de los toros, aunque incluye retratos, reportajes en casas de artistas y figuras de la farándula. Esa mezcla es capaz de revelar cómo el fotoperiodismo de la época transitaba entre la información, el entretenimiento y una cultura popular en plena mutación.
1975, un país en transición
El año 1975 es el punto de partida de la muestra porque concentra cambios de enorme calado. “Ese año El Ruedo cambia de estilo. Pasa de portadas clásicas con dibujos de toreros a poner en portada a Amparo Muñoz, Miss Universo, cubierta con un capote, o al cantante Pedrito Rico, abiertamente homosexual, con el torso desnudo. Es un giro radical que refleja el destape y un aire de provocación”, explica Trullo de unos años convulsos, verdaderamente efervescentes donde todo estaba cambiando.
En esos mismos meses, la torera Ángela Hernández lograba que la justicia le permitiera vestirse de luces y volver a torear a pie. En paralelo, la ONU había declarado 1975 Año Internacional de la Mujer y el 8 de marzo se consolidaba como Día Internacional. “De repente tienes a toreras en los ruedos, a actrices posando con capotes y a revistas taurinas coqueteando con la prensa rosa. Todo eso genera una masa crítica. Es un cruce entretauromaquia, cultura pop y reivindicación social”, describe el comisario.
La exposición de Trullo refleja ese clima con revistas que muestran tanto a figuras de la canción como a actrices y modelos. “Están Lola Flores, Paloma Cela, Rocío Jurado, Camilo José Cela, Gloria Fuertes. El archivo documenta cómolo taurino se mezclaba con todo lo que ocurría en la sociedad”, añade de El Ruedo, que durante esos años estaba dirigido por el escritor Fernando Vizcaíno Casas.
Pop cañí y celebridad
Es fantástico acercarse al archivo de Santos Trullo con ojos del presente por su calculada audacia. “Hay portadas provocadoras como la del Koyak torero, un señor en calzoncillos que no era ni Koyak ni torero, simplemente una provocación. O la del mencionado Pedrito Rico, que fue un poco como el Ricky Martin de los años sesenta, posando con el torso desnudo y un capote a modo de falda. El titular era ‘Estoy marcado por los cuernos en la vida’. Ese tipo de cosas muestran hasta qué punto se estaba jugando con la provocación”, dice David de una revista evidentemente taurina, pero con perfiles de todo tipo, también a la contra.
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El archivo, además, anticipa tendencias que después serían habituales en los ochenta y noventa, como el retrato del famoso en su intimidad. “Mi padre retrató al Pescaílla en pijama, a Cela en su salón, a artistas en sus casas. Eso ahora parece banal, pero entonces era novedoso. Había una sección en la revista donde los intelectuales opinaban sobre la tauromaquia, otra donde lo hacían los flamencos, otra de gente de la farándula. Unas veces hablaban bien, otras mal, pero la revista recogía todo tipo de voces”, recuerda. Ese mosaico de imágenes funciona hoy como un espejo en el que se refleja una España que comenzaba a abrirse, con la cultura popular como catalizadora.
Una mirada desde el presente
La exposición, que recorre la Comunidad de Madrid dentro de la Red Itiner, reúne unas cincuenta fotografías, portadas originales, diapositivas y cámaras de trabajo. No muestra toros ni faenas, sino el entorno social y mediático que rodeaba la fiesta. «Es una muestra elíptica, los toros están presentes, pero no se ven. Lo importante es todo lo que orbitaba alrededor», señala Trullo.
El público mayor reconoce a personajes que marcaron su juventud y los más jóvenes descubren un pop español olvidado. «Se generan debates que siguen vigentes: feminismo, cuerpo, celebridad, cultura popular. Lo que pasó en el 75 conecta con lo que pasa ahora», afirma el comisario, que desde hace unos años mantiene una relación con el archivo íntima y profesional.
«Yo me considero un taurino sentimental porque crecí en ese ambiente. Iba a Las Ventas con mi abuelo y acompañaba a mi padre. Aprendí a revelar negativos antes que a hacer fotos. Ahora miro ese archivo con afecto y distancia, lo trabajo como artista y como comisario», comenta de una labor minuciosa, que ahonda en las diferentes capas de una sociedad y una fotografía que no resulta plana. “Lo que me interesa son los archivos, cómo cuentan historias de un país. Y el de mi padre cuenta una España que estaba a punto de cambiar para siempre”.























