Los toreros salvaron los muebles y permitieron que el público no se fuera de vacío.
Redacción: Javier Baquero – Jaba
Un festival para el retorno de César Rincón, con una entrada cercana al lleno en los tendidos de Cañaveralejo fue el marco para una noche llena de detalles taurinos. Tres actuantes que dejaron toda su técnica frente a una mandada que llegó a Cali, para verse beneficiada con el buen desempeño de la terna, tapando el descalabro de los negros de JB.
César Rincón
Antes de salir el primero de la tarde, la ovación vino y salió al tercio a saludar al público que lo aclamó.
Se abrió la puerta del toril y salió el ejemplar de JB Caicedo, de nombre Legionario, un novillo que según la tablilla tenía 435 kilos, los cuales no se veían, poca cara y el hierro recién remarcado, incluso con rastros de costra. Algo suelto en los primeros lances a la Verónica, cuatro que alcanzó a ejecutar para que el ejemplar saliera despedido. En el sentido contrario a las manecillas del reloj Rincón persiguió al astado para robarle de uno en uno. Por delantales muy prevenidos el colombiano llevó el astado a la cabalgadura. El novillo arreó contra el caballo embistiendo a los pechos.
No brindó la lidia del JB y se fue pegado a tablas, tomó el borde con su. Mano izquierda y dio un muletazo por alto, salió suelto y el llamado por varios profesionales desde el callejón para que regresará. El descastado pasaba una vez y se retiraba a otro terreno. Fue de dos en dos y un paseo para el siguiente encuentro.
Los muletazos fueron mérito del torero nacional que insistió con un manso. Tomaba distancia, de aquellas que siempre acostumbró pero el burel acudía por acoso y no por bravura. Menudo favor le debe el ganadero al torero que sacó algo de un pozo seco.
Mató de dos estocadas, la segunda muy efectiva. El palco entregó una oreja justicia justa y el público pitos a un manso.
Para su segundo Rincón vio salir a otro púber con mucho peligro desde el primer lance. César lo entendió y libró la capa, siendo la más importante la llevada al caballo, donde el capote tiró del novillo muy prendido.
Con la muleta brindó a Ricardo Santana. Y con su conocimiento en las distancias fue citando a uno que no se entendía con el trapo. Literalmente le robó los muletazos, todos, porque ese ejemplar a todas luces no era potable. Pero la magia del temple y el sitio hicieron su efecto.
Pareciera que los años no hubiesen pasado y si por el contrario la madurez depuró cada día de retiro la maestría de Rincón. Lo realizado por el diestro bogotano fue una lección de bien torear y de cómo a los mansos con peligro se les puede hacer las cosas. Claro que esas esencias solo le huelen a los privilegiados. Dejó una espada tendida que demostró la muerte y un par de fallos con la cruceta. Dos avisos y el golpe final en el filo. Gran ovación y los gritos de César, César, César.
Sebastián Castella
Luego de la cátedra de Rincón en el primero, el torero francés lidió a Distinguido, uno que en la tablilla mostró 410 kilos, que la verdad no los tenía en ninguna parte, los kilos se quedaron en la ganadería y a Cali solo llegaron en el papel.
El novillo que salió cojo de la mano derecha tampoco era un dictado de virtud, perseguía por oleadas y así lo entendió Sebastián.
Con al muleta, no había que brindar y en efecto eso se vio. Castella de uno en uno, corriendo detrás del ejemplar. La técnica y la experiencia tuvo que salir a flote, porque además de manso, tenía peligro, uno que no era sordo, era latente.
Castella embarcó las embestidas del negro peligro y construyó una faena llena de técnica torera, tapando mucho de lo malo del ejemplar. La muleta muy en la cara para no dejar ver otro panorama al JB. Mató de frente y sin tapujos. Una oreja.
Con el quinto Castella vio salir uno con más carne, cuellicorto y púber. Poca capa, más de estudio que de arte. El manso no quería ir a la vara.
Brindó al público, por doblones y el novillo apretando. Embarcó la bronca asistencia del JB y fue sacando partido. En resumen el torero porfió y encontró camino en el desierto para dejar disfrutar al tendido.
Tomó el acero y dejó media tendida. Un fallo innecesario con el verduguillo. Pitos al manso y palmas al diestro francés.
Marco Pérez
El novel matador se encontró con una astado bajo de poca carne y embestidas inciertas, poco hubo de hacerse con la capa por el peligro que señalaba.
El español brindó la lidia a César Rincón. Trato de iniciar con la muleta en la mano derecha pero por ese pitón no tenía un pase, insistió hasta que lo entendió.
Tomó la pañosa en la mano izquierda y por ese camino encontró un camino más potable, al punto de hacer soñar la música. Dos tandas y retorno a la derecha, donde le dejó el trapo en la cara y río largo de él, sin dejarlo ver otra cosa que el engaño. Enduro favor le hizo el torero al hierro de la noche.
La faena fue de una técnica extrema, donde a pesar de la corta edad el conocimiento que Pérez tiene logró tapar los problemas que se le planteaban, lo metió en el saco y el mejor partido posible.
Al buscar el camino del acero pincho en una primera instancia, para luego sepultar el frío metal hasta la empuñadura. Acero que no vasto y llegaron dos con la cruceta. Ovación redonda para el jovencito y una oreja algo generosa, luego de la espada.
Para el cierre otro novillote, al que marco saludo con cuatro alances de rodillas y una revolara, poca pica y Marco pidió el cambio.
Marco brindó al público y en el centro del redondel inicio a pies juntos con un muletazo cambiado por la espalda. Luego creo una faena en la que su oficio, fue el común denominador, entendió las complicaciones del astado que manseaba, sacó partido y agradó. Mato de espada completa.
El Encierro
Quizás hoy tenemos que decir que el más beneficiado con la actuación de César Rincón, Sebastián Castella y Marco Pérez, es el ganadero del festival, quien mandó un encierro multinumerico, de donde podemos deducir que hay incongruencias con lo que sobre el papel se ofreció. Vimos algunos esmirriados a los que en la tablilla se les atribuía un peso que no correspondía con lo que a la arena salía. Algún otro que pudo tener más kilos en sus carnes, pero igualmente no había concordancia con lo anunciado. Eso en lo referente a los datos de la romana versus la realidad.
En cuanto a su juego, una mandada total, en diversos niveles, algunos con peligro a gritos. Y hay podemos decir que los toros también deben tener suerte y estos seis fueron beneficiarios del oficio de tres toreros que tuvieron la altura y la técnica para tapar el debacle de raza.
Lo Bueno
- El homenaje que se le brindó a Ricardo Santana, una vez terminado el paseíllo, un callejón de hombres del toro vieron desfilara la hombre de plata que regresó de la muerte.
- Las banderillas de El Pino.
- La faena de Rincón a un manso que solo pensaba en huir de los engaños que le mostraban. El bogotano sacó partido con maestría aunó que no tenía un pase.
- La segunda estada de Rincón, efectiva y en lo alto.
- El toreo de a caballo de Reinario Bulla. Moviendo el jamelgo y llamando al astado.
- La faena entendida de Sebastián Castella a un manso con peligro.
- La vara del Hildebrando Nieto al tercero que partió de lejos y lo tomo en todo lo alto.
- La capa de César a su segundo, un regalito.
- Las banderillas de Antony Dickson.
- La honestidad de los tres actuantes al tapar lo malo del encierro y explotar todo para agradar al público.
- La torería de Pérez en el del cierre.
Lo Malo
- El diestro César Rincón llegó sobre el filo de las 6:30 de la tarde, cuando el festejo estaba anunciado para las 6:00 de la tarde.
- El manso primero de JB Caicedo y eso que Rincón le tapó todos los defectos.
- El manso de Castella, lidiado en segundo lugar.
- El manso tercero, con peligro latente. Atropellaba a todo lo que miraba.
- La oreja a Marco Pérez luego de la estocada y el fallo con el verduguillo. Pero era festival.
- El cuarto otro manso y con peligro.
- El quinto menos joven con el hierro viejito.
- El palco cambio el tercio sin que el quinto hubiese recibido castigo. El hombre de confianza llevó nuevamente el astado al montado hasta sangrarlo.
Lo Feo
- Que los ejemplares del festival no hubiesen tenido mejor presentación y trapío.
Lo Que No se Vio
- El anunciado festival del regreso de César Rincón al ruedo caleño se vio precedido de mucho aire (viento)
- Muy temprano llegaron al patio de cuadrillas Sebastián Castella y Marco Pérez, mientras que César Rincón, llegó sobre las 6:30, sin justificación alguna. El torero francés lo increpó por la falta de respeto en el patio de cuadrillas.
- Gritos de fuera Petro, fuera Petro luego de los himnos .
- Al finalizar el paseíllo, el coro de César, César, César.
- Cuando termino el paseíllo, se fue formando un callejón desde la puerta de cuadrillas hasta el burladero de matadores. Por la puerta del señor de los cristales apareció Ricardo Santana y se esposa Shirley y una explosión de aplausos se escuchó en la plaza, las lágrimas del torero de plata afloraron y empezó a desfilar en medio de monosabios, banderilleros, picadores y todo el personal de la plaza. Al final de la calle de honor la empresa. Dio una vuelta al ruedo en compañía de su señora y todos los banderilleros recibiendo botas, ponchos y todo lo que se le ocurrió al público. Se vio emocionado al limite y el público inténsate con las palmas. Hermoso homenaje.
- Los guarismos de los ejemplares que vimos en el festival, nos ratifican que lo que se vio en la corrida de JB estaban más cercanos a la pubertad que a la madurez.
- El tercero, este si con un hierro de vieja data, manseo y mostró peligro desde el primer lance.
- La entonada de Marco Pérez ratificó la cabeza que lo tiene como la novedad taurina del mundo. Técnica para no verse comprometido con el percance a manos de un infumable JB.
- Rincón nos regaló una faena en maestría donde metió al ejemplar al engaño y de un pozo seco hubo de donde beber. La maestría en las distancias, los tiempos y el temple permitieron el lucimiento. La estada y el descabello se llevaron las orejas.
- El quinto un mansote de cuello corto e ideas malas fue una materia superar por Castella.
- En el sexto Marco Pérez mostró el futuro que tiene. La cabeza le funciona y mucho, saco provecho de que el ejemplar pasaba sin ton ni son y le construyó una faena interesante.
























