¿La fiesta en paz?

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Redacción: jornada.com.mx

Interesante, esta prohibición de las corridas tradicionales en la Ciudad de México. Por un lado, la intención de borrar su memoria taurina y, por el otro, la autorregulada y fallida gestión de los taurinos, que dicen arriesgar su dinero y vivir del negocio, más la indiferencia de aficionados y público. Para colmo, entre 628 legisladores chambistas pagados por la ciudadanía, ni uno solo en defensa de la identidad taurina de su país, sino instalados todos en la disciplina partidista de siempre.

“Los valores identitarios taurinos no se han perdido del todo, pero se han diluido, debilitado por diversos factores, entre otros, la influencia norteamericana tan fuerte y por una necesidad de ser ciudadanos del mundo sin conciencia de nuestro sustento cultural. No acabamos de reconocernos como miembros de una rica comunidad cultural, sea indígena, mestizo o criollo”, señala Gabriela Guevara Gómez, licenciada en lingüística y literatura hispánica, escritora, editora, profesora y fotógrafa, entre otras actividades.

“Los que no somos indígenas, ¿cómo nos defendemos y hacemos valer derechos? –prosigue–; ¿mestizos y criollos ya no necesitamos valoración? Como aficionados pareciera que ignoramos el derecho a existir y a coexistir con el resto de los mexicanos. En la Ciudad de México y otros estados, como Puebla, se ha prohibido sin conocimiento, ignorando la importancia y el simbolismo del toro bravo desde hace miles de años en las antiguas civilizaciones y cinco siglos en nuestro país. Estos oportunistas quieren borrar la fiesta y borrarnos de la realidad del país. Somos avanzados si aceptamos el concepto de progreso y cultura del primer mundo y su estrecha idea de no violencia, salvo si se trata de venta de armas e invasiones.”

–¿Consideras que…

“Prohibieron los toros en la Ciudad de México y la violencia continúa tan campante en esa y en otras ciudades del país. Durante años, una mala gestión de las plazas y unas autoridades desentendidas de ello y del público se tradujo en un espectáculo de bravura disminuida y expresiones discretas de los toreros, escasos de motivación y de sentido de competencia. Una tauromaquia más genuina pervive aún en pueblos y plazas modestas. Las autoridades malentienden de pluralidad y de verdadera democracia. Su prohibicionismo oportunista pretende sustituir la vigilancia oportuna, dejando indefensa a la afición y al público, cada día más conformista por desinformado”, agrega la autora del primer Diccionario Taurino Mexicano, no en el sentido convencional, sino como un modelo de estadística lexicológica que demuestra la profunda mexicanidad de la fiesta de los toros, luego de una investigación de varios años.

–El caso de…

“A España –se revuelve de nuevo Gabriela– no le interesa la reciprocidad taurina con otros países porque no la necesita. Además, ha sido bastante indiferente con la fiesta de México. La usa, pero no aprovecha sus cualidades ni su historial, y menos estimula sus valores. Ofende que figuras españolas que cada año vienen a ‘hacer la América’, ahora lamenten una prohibición que en buena medida ellos propiciaron como consentidos de las empresas.”

“¿Qué nos queda? Luchar con inteligencia y determinación por nuestra diversidad cultural, por nuestra memoria y por unos derechos que arbitrariamente nos han quitado. Hay que recuperar espacios públicos en favor de la tauromaquia. Las peñas taurinas necesitan salir de sus locales y manifestarse en la calle. Nos hemos pasado de pasivos y negligentes porque ya nadie quiere incomodar en el medio taurino. En otros sectores sí, afortunadamente”, remata la también diplomada en gestión de procesos culturales.

 

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